el día en que sería feliz me encuentro con la sorpresa de que el hombre que sería mi esposo me traiciona con mi mejor amiga.desde ese momento mi mundo se nublo y decidí ser la viuda de blanco
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capitulo 8
Después de escuchar lo que las mujeres estaban hablando sobre Bella, Donatello quedó más intrigado y deseó saber más sobre la mujer. Se acercó a Rafael, su asistente.
—Rafael, necesito información sobre Bella Mancini —dijo Donatello.
Rafael se sorprendió.
—¿Qué información necesitas, señor? —preguntó.
—Quiero saber todo sobre su pasado —dijo Donatello—. Su familia, su relación con Marco, todo.
Rafael asintió.
—Entendido, señor. Veré lo que puedo encontrar.
Donatello se sentó en su silla, pensando en Bella. ¿Qué había pasado en su vida para hacerla tan reservada y distante? ¿Qué secreto escondía detrás de sus ojos?
Mientras esperaba la información, Donatello no podía evitar pensar en la forma en que Bella lo había mirado durante su conversación. Había algo en ella que lo atraía, algo que lo hacía querer saber más.
De repente, Rafael regresó con una carpeta en la mano.
—Señor, encontré esto —dijo.
Donatello tomó la carpeta y comenzó a leer. Lo que encontró lo dejó sin aliento.
Bella Mancini había sido comprometida con Marco Rossi, un hombre adinerado y poderoso. Pero el día de la boda, Marco la había dejado plantada en el altar ( eso era lo que todos sabían). Y para empeorar las cosas, Bella había descubierto que Marco estaba teniendo una relación con una de sus mejores amigas.
Donatello se sintió enfadado al leer la historia. ¿Cómo alguien podía hacerle eso a una persona? ¿Cómo alguien podía traicionar de esa manera?
Se dio cuenta de que Bella no era solo una mujer hermosa e inteligente, sino también una mujer que había sufrido mucho.
Al ver que Bella tenía mucho dolor en su corazón y que tenía cicatrices en su alma, Donatello decidió que era hora de hablar seriamente con ella. Quería ayudarla a sanar, a superar el pasado y encontrar la felicidad.
Donatello se levantó de su silla y se dirigió a la oficina de Bella. Llamó a la puerta y, al escuchar su voz, entró.
—Bella, necesito hablar contigo —dijo Donatello, cerrando la puerta detrás de él.
Bella se sorprendió al verlo.
—¿Qué pasa, Donatello? —preguntó.
Donatello se acercó a ella y se sentó en la silla frente a su escritorio.
—Bella, sé que has pasado por mucho —dijo—. Sé que hay algo en tu vida que te lastimó profundamente.
Bella se puso tensa, pero Donatello continuó.
—Quiero ayudarte a sanar, Bella —dijo—. Quiero ayudarte a superar el pasado y encontrar la felicidad.
Bella lo miró, sorprendida.
—¿Por qué? —preguntó—. ¿Por qué quieres ayudarme?
Donatello sonrió.
—Porque creo que eres una mujer increíble, Bella —dijo—. Y creo que mereces ser feliz.
Bella se sintió conmovida por sus palabras.
—No sé si puedo confiar en ti —dijo.
Donatello se levantó y se acercó a ella.
—Te prometo que no te lastimaré, Bella —dijo—. Te prometo que estaré aquí para ti, siempre.
Bella lo miró, y por un momento, Donatello vio una chispa de esperanza en sus ojos. respiró profundamente y miró a Donatello a los ojos. Algo en su mirada la hizo sentir segura, como si pudiera confiar en él.
—Donatello, no es fácil para mí hablar de esto —dijo Bella, su voz temblando—. Pero creo que necesito hacerlo.
Donatello asintió, sin decir nada, y se sentó en la silla frente a ella.
—Todo comenzó cuando conocí a Marco —dijo Bella, cerrando los ojos—. Era encantador, divertido y me hizo sentir como si fuera la única mujer en el mundo.
Bella abrió los ojos y miró a Donatello.
—Pero no me di cuenta de que no era quien parecía —continuó—. siempre fue cariñoso, amoroso y sobre todo detallista, y cuando me propuso matrimonio me sentí la mujer más feliz del mundo.
—El día de la boda debía ser el mejor de mi vida —dijo Bella, su voz quebrada—. Fue el peor Me dejó plantada en el altar, así que salí a su apartamento a buscarlo, pero para mí sorpresa encontré la puerta semiabierta así que ingresé pero me encontré con la escena de que mi mejor amiga estaba teniendo sexo con el que sería mi esposo,así que salí de hay pero no sin antes decirle lo poco que valía, llegue a nuevamente a la iglesia y delante de todos dije que no había matrimonio Y para empeorar las cosas, el llegó y solo me decía que recapacitara, que solo era un mal entendido.
Bella se detuvo, respirando profundamente.
—Después de eso, me cerré —dijo—. No quería sentir nada más. No quería amar más.
Donatello se levantó y se acercó a ella, tomándole la mano.
—Lo siento, Bella —dijo—. Lo siento mucho.
Bella miró su mano, sintiendo una sensación de calidez y seguridad.
—Gracias, Donatello —dijo—. Gracias por escucharme.
Donatello sonrió.
—Siempre estaré aquí para escucharte, Bella —dijo—. Y siempre estaré aquí para ti.
Bella se sintió conmovida por sus palabras. Tal vez, solo tal vez, había encontrado a alguien en quien podía confiar.