Soy dueño de una gran cadena de venta de carne, mi ganado es seleccionado y criado a pasto, soy innovador en mi ramo, conocido como el CEO de la carne verde. Construí mi imperio desde cero y ahora tengo que contratar pequeños ganaderos para que mi negocio prospere. En una de las propiedades encontré a una mujer que no puedo sacar de mis pensamientos. Voy a conquistar a mi diosa del fuego, cueste lo que cueste...
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Capítulo 4
Llegué a la portezuela y un niño viene a abrir, ya me están esperando, me manda seguir el camino hasta la casa principal. Al llegar, soy recibido por una señora muy sonriente que me lleva hasta la oficina. Entra y me decepciona ver a un hombre con los mismos ojos verdes; debe ser el padre de ella. Me saluda y comenzamos a hablar sobre las directrices que debe seguir para mantenerse en el proyecto.
Charlamos durante casi dos horas y nada de que Bia aparezca; estoy ansioso, ¿acaso me equivoqué? Decidí preguntar.
—¿Su Eduardo, usted lleva el sitio solo?
—No, soy yo y mi hija; ella es muy dedicada y tiene un curso de veterinaria, seguirá correctamente sus protocolos.
—¿Puedo conocerla?
—Hoy no va a poder ser, tenemos dos cerdas pariendo y mi hija no se alejará de ellas por nada, ya la hice ir hasta el pueblo, creo que es mejor dejarlo para otro día.
No sé por qué, pero insisto.
—No hay problema, llévame a donde está, no me importa, me gusta ver a la gente trabajando.
—Perdone, Señor Alessandro, pero no somos sus empleados, y a mi hija no le gusta que extraños vean sus animales.
Veo que no habrá manera, así que me voy a marchar. De repente, la veo en una ducha en medio del patio, lavándose; casi tengo una erección al verla así.
En ese momento, llega el niño que me abrió la puerta y entra con ella bajo la ducha, comienzan a empujarse; debe tener unos 15 años, ¿saldrá con ese chico?
Luego llega otro y se une a la guerra de agua. De repente, hay unos cinco lanzándose agua, uno de ellos la agarra por la cintura y la sumerge bajo la ducha. Ella se suelta y lo empuja con sombrero y todo. Su padre, al ver la escena, comienza a reír y dice:
—Usted quería conocer a mi hija; ahí la tiene jugando con los chicos, voy a llamarla.
—Bia, hija, ven aquí.
Ella se detiene y cuando me ve, cambia de actitud, frunce el ceño y se aproxima a donde estamos.
—Hola, papá, ¿me llamaste?
—Sí, hija, quiero presentarte al señor Alessandro Romano, el dueño del grupo VERDI.
Sin mirarme a los ojos dice:
—Mucho gusto, espero que haga buenos negocios con mi padre.
Se da la vuelta y se aleja.
—Su padre me dijo que usted se quedará al frente del negocio, así que es con usted con quien quiero hablar de ahora en adelante.
Ella se da la vuelta, me mira intensamente y veo chispas en esos ojos verdes.
—Solo cuido de la parte práctica; de los papeles, usted tendrá que hablar con mi padre. En ese momento, un grito proviene del corral: ¡Bia está pariendo! Ella sale corriendo sin ni siquiera prestarme atención.
Mientras corre, se le engancha el cabello en la gorra y desaparece dentro del corral.
Su padre decide traerme de vuelta a la realidad.
—Señor Alessandro, mi hija es complicada; ¿está seguro de que quiere hablar con ella cada semana?