SECRETARIO DULCE

Sus labios se alejan de mis manos.

—No puedes besarme —le hago saber.

—¿Por qué no? Yo…

—Claro que quiero que me beses, pero, nosotros sólo somos un jefe y un empleado. ¡No más!

Me siento en la cama y me quito la corbata. Veo todo borroso y después de algunos segundos, mi vista se aclara.

—¿No dijiste que querías ponerle una definición a lo que sientes por mí?

—Bueno, sí. Pero…

—¿Te puse muy nervioso?

—¡Bastante!

Asiente. Yo suspiro.

—¿Tú sientes algo por mí? —Le pregunté.

Sus labios se curvaron en una sonrisa amplia.

—¡Por supuesto!

Su camisa está abierta, su piel parece brillar con la luz que se escurre por la ventana y los ojos de Christian se enfocan en mí.

—¿Qué sientes por mí? —Quise saber.

Comienza a acercarse a mí, apoya sus puños en la cama y la cercanía hace que nuestras respiraciones se vuelvan huracán.

—Juls. Yo siento afecto por ti. No un afecto de jefe y secretario. Hablo de un sentimiento de un hombre por un hombre.

—¿Y estás seguro de eso? —Veo que baja su vista a mirarme la boca.

Sube una mano a mis labios, su pulgar comienza a acariciar mi piel.

—¡Estoy seguro de esto que siento! Y no me suena raro, me parece normal. ¡Tú haces que mi corazón lata con un sentido nuevo!

¿Sentido nuevo? Entonces se refería a que esta vez, yo sería el primer chico por el que Christian se sentía atraído.

—Estas siendo cursi.

—¿Te parezco cursi?

—Claro. Esto pasa en los dramas que suelo ver y siempre me emociono.

Noto que sus cejas se mueven de forma curiosa.

—¿Te emociona que te toque así?

—Sí. La verdad sí.

Aparta su dedo de mi boca y empieza a acercarse más. ¿Un beso? ¿Qué más podría pasar?

Mi celular empieza a timbrar. Es Raul.

—Creo que es hora de que vuelva a casa.

Pongo mi mano derecha en su pecho y me limito a robarle un beso en la mejilla.

...🍬🍬🍬...

—¿Así que fingiste estar enfermo para que él cayera ante ti?

—¡No manches! Yo no haría algo así. Estar enfermo no se siente bonito —le digo.

Destapo la cajita de medicina y desprendo dos tabletas. Las introduzco en mi boca, bebo agua y trago.

—¿Te desmayaste?

—No tanto así.

—¿Estuviste en su casa todo este tiempo?

—Sí. Me invitó a comer y… —pause, me quede pensando en lo que había sucedido entre nosotros.

—¿Y? —Mi amigo tenía mucha curiosidad.

—Pues ahora estoy aquí.

No creyó en mis palabras. ¡Su imaginación era muy grande!

—Estas ocultando algo.

—No seas metiche.

—¡Me conoces! No puedo evitarlo.

—Deberías buscarte una relación. En vez de estar tratando de estar al tanto de mi vida romántica, tú también deberías experimentar un romance.

Se soltó a reír. ¿Qué le pasaba? Se empinó la botella de cerveza. ¡Mi amigo era un alcohólico!

—Bueno, ya tengo a alguien en mente —pronuncio seguro.

—¿De verdad?

—Sí. También he estado ocupándome de mis asuntos y necesidades.

Sonreí.

—¿Quien es?

—Se llama Julieta. Es una clienta frecuente. Suele comprar flores para su mamá.

¡Me emocione! Lo evidencie.

—¿La invitaste a salir?

—Aún no.

—Para luego es tarde, y lo sabes perfectamente.

—¡No me presiones! Ahora eres tú el que se está entrometiendo en mi vida romantica.

Me reí.

—Para que veas que la presión no siempre es buena.

—Aja. Aja. Como tú digas.

Encendí el televisor. Abro Netflix.

—¿Tienes hambre? —Le pregunto.

—Pediré unas hamburguesas. ¿Te parece?

—Va.

...🍬🍬🍬...

Al terminar mi rutina matutina, siento que soy alguien diferente. ¿Por qué? ¡No lo sé! Es un nuevo día y eso me alienta a querer intentar cosas nuevas.

Busco en mi clóset con la intención de intentar con un estilo más formal. En toda mi vida, solo he comprado dos trajes. Uno negro y el otro de color gris claro. ¡Y claro! También tengo el traje que Christian me regaló para la boda de su primo.

—¿Qué pensarán de mí en la oficina? —Pienso mientras sostengo el traje gris.

Camino hacia el espejo y no puedo evitar sonreír. ¡Me veré bien! Pero obvio, no me voy a poner el saco. Me dejaré solo el chaleco.

Tomo el metrobus y me siento alguien importante. ¡Sentía que todos me miraban! Me tocó ir de pie, llevo mis audífonos a los oídos, suena Don’t You (Forget About Me) en un cover de Cuco.

El viento matutino me golpea en la cara, mi cabello se alborota un poco y eso me hace sentir aún más genial. ¡Me siento chido!

Me toma veinte minutos llegar al edificio. Cruzo la puerta principal, me deslizo por el lobby hasta el ascensor y abordo. ¡Tengo una sonrisa amplia en el rostro! Me siento invencible.

Mi alarma de la medicina empieza a sonar. Al salir del ascensor, me dirijo a toda velocidad a la cafetería. Me sirvo un vaso de agua y saco las pastillas de mi portafolios.

—¿De verdad eres Julen? —Pregunta Erick.

—Sí. ¡Soy yo!

—¿Qué le hiciste al Julen casual? Te ves muy diferente.

Sonrió.

—¿Y eso es bueno?

—Por supuesto. ¡Te ves guapo! Si antes ya eras guapo, ahora lo eres al mil por ciento.

Sus palabras me hacen sonreír mucho.

—¡Estas menso! Pero gracias.

Asiente.

—¿Cómo te sientes? Ayer me preocupé. ¿Leíste mis mensajes?

—Sí los leí. Gracias por preocuparte. Solo fue cansancio y un ligero resfriado. ¡Ya estoy mejor!

—¡Que bueno! La neta es que si nos preocupaste demasiado.

—¡Que buena onda eres!

Me mira fijamente, sostiene un café con una mano y con la otra, un paquete de galletas.

—¿Quieres una? —Me ofrece. Son Oreo.

—¡Gracias! Le hago caso.

Asiente.

—Supongo que es hora de ir a trabajar —sugiere.

Son las diez con quince.

—Es verdad. Iré a revisar la agenda de hoy.

Y mientras camino por el pasillo amplio, todos parecen sorprendidos. Dario se acerca a mí con mucha sorpresa en el rostro.

—¡Te ves bien! Muy diferente. ¿Por qué cambiaste de estilo?

—Quise intentar algo nuevo —admito.

Asiente.

—¿Qué haremos esta noche?

—¿Tenemos algún plan?

—No. Por eso te pregunto. Es viernes y el cuerpo lo sabe —mueve sus cejas con picardía.

—Pues quizá podríamos…

—¡Ya sé! Le diré a Raul que vayamos a Contayner. ¡Vamos a divertirnos esta noche!

—¿Irán a Contayner? —Kevin se acerca a nuestra conversación.

—Sí. ¿Quieres venir con nosotros? —Le pregunta Dario.

—Claro. Le avisaré a los demás.

Kevin parece estar súper emocionado.

—Bueno, comenzaré con mi… —pero no soy capaz de terminar la frase.

La expresión en el rostro de Christian me mata. ¿Sorprendido? ¿Contento? ¿Qué pensara de mí? Se acerca a mí.