En un mundo donde la lealtad y el deseo se entrelazan, una joven se encuentra atrapada entre la pasión y el peligro. Tras un encuentro inesperado con un enigmático mafioso, su vida da un giro inesperado hacia lo prohibido. Mientras la atracción entre ellos crece, también lo hace el riesgo de entrar en un juego mortal de poder y traición.
Sumérgete en una historia cargada de erotismo y tensión, donde cada decisión puede costar caro. ¿Podrá su amor desafiar las sombras del crimen, o caerá presa de un destino que la dejará marcada para siempre? Una novela que explora los límites del deseo y la redención, perfecta para quienes buscan emociones intensas y giros inesperados.
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Cap 5: El Laberinto de Sombras
Ana caminaba por las calles empedradas, sintiendo cómo la adrenalina aún corría por sus venas. Luca la había guiado a un pequeño café, un lugar discreto donde podían hablar sin ser interrumpidos. La luz tenue y el aroma a café recién hecho creaban un ambiente acogedor, pero la preocupación seguía gravitando entre ellos.
Al sentarse en una mesa apartada, Ana notó la tensión en los músculos de Luca. “¿Qué está pasando, Luca?” preguntó, sus palabras saliendo casi como un susurro. “¿Qué fue lo que realmente ocurrió en el juego?”
Luca tomó una respiración profunda, sus ojos fijos en el fondo de su taza. “Ana, este mundo es más peligroso de lo que imaginas. Las partidas no son solo sobre cartas; son sobre lealtades, traiciones y, a veces, la vida misma”.
Ana asintió, sintiendo que la realidad de lo que había experimentado comenzaba a calar en su interior. “Lo sé. Pero no puedo evitarlo. Siento que tengo que seguir jugando”.
“Eso es lo que me preocupa”, respondió Luca, levantando la mirada. “Te has adentrado en un terreno peligroso. Alessandro no es solo un jugador; es un hombre poderoso con muchos enemigos. La manera en que te miró… no es una buena señal”.
El corazón de Ana se aceleró. “¿Qué quieres decir con eso?”
“Que te ha marcado”, dijo Luca, su voz seria. “Verá en ti una amenaza, o quizás una oportunidad. Y si decides seguir en este juego, debes estar lista para lo que venga”.
“¿Y qué se supone que debo hacer?” preguntó, sintiendo que el peso de sus decisiones la aplastaba. “No puedo simplemente dar un paso atrás”.
“No, no puedes. Pero debes aprender a moverte en este mundo con cautela”, aconsejó Luca. “Tienes que entender que cada paso que des puede llevarte más cerca del peligro. Alessandro no se detendrá hasta obtener lo que quiere”.
Ana sintió una mezcla de emoción y miedo. La idea de ser vista como una jugadora en este mundo, una igual entre los hombres, la había emocionado. Pero ahora, la realidad de la situación comenzaba a apoderarse de ella. “¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?” insistió, decidida a no dejar que el miedo la detuviera.
“Primero, necesitas más información. Debes conocer a tus oponentes, entender sus motivaciones. Esto no es solo sobre ganar; es sobre sobrevivir”, explicó Luca. “Y para ello, tendrás que ser astuta”.
Mientras hablaban, la inquietud de Ana creció. “¿Y si me meto en un lío del que no puedo salir?” Su voz temblaba levemente.
Luca la miró fijamente. “Si te metes en problemas, yo estaré a tu lado. Pero debes aprender a protegerte a ti misma. No puedes depender de nadie más en este juego”.
Ana sintió un nudo en el estómago. Había sido un reto emocionante, pero ahora se daba cuenta de que no era solo un juego; era una batalla constante. “Entonces, ¿cómo empiezo?” preguntó, sintiéndose decidida a enfrentarlo.
“Lo primero es hacer contacto con alguien dentro de este mundo que pueda ayudarte. Necesitas una red de apoyo”, sugirió Luca. “Alguien que conozca las reglas y que pueda advertirte de los peligros”.
“¿Quién podría ser esa persona?” Ana cuestionó, pensativa. Su mente trabajaba rápidamente, tratando de pensar en quién podría ser un aliado.
“Tal vez conozca a alguien”, dijo Luca, pensativo. “Hay una mujer, Valentina, que es bien conocida en estos círculos. Ha estado involucrada en el juego durante años. Podría enseñarte lo que necesitas saber”.
Ana sintió una chispa de esperanza. “¿Y cómo la encuentro?”
“Se mueve entre los clubes de la ciudad, siempre en busca de nuevas oportunidades. Te llevaré a uno de sus lugares favoritos, pero debes estar alerta”, advirtió Luca. “Ella no confía fácilmente”.
A medida que la conversación avanzaba, Ana sintió que el miedo comenzaba a desvanecerse, reemplazado por una nueva determinación. Sabía que debía asumir el control de su vida, de su destino. “Vamos a buscar a Valentina”, dijo con firmeza.
Después de un rato, terminaron su café y se dirigieron hacia un club de renombre en el corazón de la ciudad. Las luces de neón brillaban intensamente, creando un ambiente vibrante y peligroso. Ana sintió que el pulso del lugar latía al ritmo de la música.
“Recuerda, este lugar está lleno de gente que no se detendrá ante nada para conseguir lo que quieren”, advirtió Luca mientras atravesaban la entrada. “Mantén los ojos abiertos”.
Una vez dentro, el club estaba lleno de energía. Las personas bailaban al son de la música, mientras otras se agrupaban en mesas, hablando en susurros. Ana se sintió abrumada por la mezcla de emoción y peligro. Cada rostro parecía contar una historia, y el ambiente estaba cargado de promesas y amenazas.
“Valentina suele estar en el reservado al fondo”, indicó Luca, señalando hacia una zona más tranquila. “Pero ten cuidado; no es alguien a quien le guste ser molestada”.
Se acercaron al reservado, donde una mujer de cabello oscuro y ojos penetrantes estaba sentada, rodeada de un par de hombres que la miraban con admiración. Valentina era hermosa, pero su presencia era aún más impactante. Había una aura de control a su alrededor que la hacía destacar.
“Déjame hablar con ella primero”, sugirió Luca, ajustando su chaqueta. “Es mejor que yo me presente antes de que llegues”.
Ana observó cómo se acercaba a Valentina, notando la forma en que la mujer lo miraba. Había un respeto en sus ojos, pero también una curiosidad. No podía evitar sentir que su vida estaba a punto de cambiar de nuevo.
Después de unos minutos, Luca regresó. “Está dispuesta a hablar contigo. Pero te advierto: no le ocultes nada. Ella es astuta y percibirá cualquier mentira”.
Ana tragó saliva y se acercó, sintiendo que cada paso era un desafío. “Hola, Valentina. Soy Ana”, dijo, intentando sonar segura. “He oído hablar mucho de ti”.
Valentina la miró de arriba abajo, como si estuviera evaluándola. “Interesante. ¿Qué es lo que buscas en este mundo?” preguntó, su voz suave pero firme.
“Quiero aprender a jugar”, respondió Ana, sintiendo que era la verdad. “Quiero entender las reglas y cómo moverme sin caer en trampas”.
“¿Y por qué crees que yo debería ayudarte?” Valentina cuestionó, sus ojos destilando curiosidad y desconfianza.
“Porque quiero ser parte de esto. No solo una espectadora. Estoy dispuesta a arriesgarme”, afirmó Ana, sintiendo que el fuego de su determinación la impulsaba.
Valentina se inclinó hacia adelante, interesada. “Hay muchos que entran en este mundo pensando que pueden jugar y salir ilesos. Pero no todos lo logran. La mayoría se quema. ¿Estás lista para eso?”
“Sí”, dijo Ana, sintiendo que la respuesta era más una declaración de intenciones que una promesa. “No tengo miedo”.
“Eso es lo que me gusta escuchar”, respondió Valentina, su expresión suavizándose. “Pero ten cuidado. Este juego es más complicado de lo que parece. Te enseñaré lo que necesitas saber, pero deberás estar dispuesta a escuchar y aprender”.
Ana sintió que una chispa de esperanza encendía su interior. “Estoy lista”, aseguró.
“Bien”, dijo Valentina, su tono autoritario regresando. “Primero, necesitas entender las dinámicas. Este mundo no solo se basa en habilidades de juego; se basa en conexiones, lealtades y, a veces, en traiciones. Te enseñaré lo que importa”.
A medida que Valentina comenzaba a compartir su conocimiento, Ana se dio cuenta de que cada palabra era una revelación. Aprendía sobre las alianzas que se formaban y se rompían, sobre las reglas no escritas que dictaban el comportamiento en este mundo oscuro. Era un laberinto de relaciones, y cada paso debía ser calculado.
Mientras la conversación avanzaba, Ana se sintió más inmersa en este mundo que nunca. Valentina la empujaba a cuestionar sus propias motivaciones, a explorar lo que realmente quería. “¿Qué estás dispuesta a sacrificar por esto, Ana?” preguntó Valentina, su mirada fija.
Ana no dudó. “Todo. Estoy dispuesta a arriesgarlo todo para ser parte de esto”.
Valentina sonrió, satisfecha con la respuesta. “Eso es lo que se necesita. Pero recuerda, la ambición sin control puede ser tu peor enemigo. No dejes que el deseo de poder te ciegue”.
A medida que la noche avanzaba, Ana se sintió cada vez más conectada con este nuevo mundo. Cada consejo que Valentina le ofrecía se sentía como un ladrillo más en la construcción de su nueva identidad. Pero, en el fondo, una inquietud persistía. El juego era peligroso, y las sombras que la rodeaban parecían alargarse.
“¿Y si me meto en problemas?” preguntó, sintiendo el peso de su decisión.