No soy más que una niña, pero para salvar a mi familia debo casarme con un hombre desfigurado y que es mucho mayor que yo.
Es un matrimonio por conveniencia, debo cumplir con mi palabra
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18
A Miguel se le hablando el corazón al verla entrar en pánico.
¿Cómo pudo él dejar que pasará por esa horrible experiencia?
Le tocó la cabeza y le dijo: “Te creo. Sé que no eres esa clase de persona.”
Claudia al escuchar estas palabras se pudo calmar de inmediato.
La frase que le dijo “te creo.”, fue tan dulce que se le derritió el corazón.
“¿Y Brad?”
“No te preocupes. Él no se saldrá con la suya.”
“No, no hagas un escándalo. Después de todo, él es tu familia, además la situación de la familia Santos no es muy buena. Él es el hijo de tu hermano. Si le haces algo tampoco te soltara.”
“¿Te preocupas por mí?”
Él estaba un poco confundido. Ella había recibido tanto maltrato por él, y aun así lo quería dejar libre y que no lo castigaran.
¡Esa chica tiene un corazón muy bondadoso!
“¡Claro, eres mi hombre! Aunque haya recibido tan horrendo maltrato, mírame ahora, ya estoy bien. No quiero que vayas y busques problemas innecesarios. ¡Solo espero que estés bien!”
Ella apretó fuertemente su mano, temerosa de lo que él pudiera hacer impulsivamente.
Miguel no sabía qué sentir en su corazón. Pero se conmovió al ver tanta sinceridad y amabilidad.
En los ojos cálidos de Claudia, era él quien se encontraba en una situación difícil, tenía un rostro feo y la gente lo criticaba.
Ella quería usar su cuerpo débil para protegerlo contra relámpagos y mareas.
¿Cómo pudo Miguel conseguir una esposa así?
Él la tomó fuertemente con sus grandes manos que estaban duras y la dejaron un poco sin aliento.
“¿Qué te pasa?”
Ella estaba un poco confundida.
“Déjame abrazarte.”
Susurro con su ronca voz.
Estas palabras ablandaron su corazón y no se movió, dejándolo abrazarla.
Sus manitas acariciaban su espalda y le susurraba en voz baja: “Escúchame bien. No hagas nada impulsivo por mí. Espero que estés bien. En el futuro me casaré contigo y tendrás que protegerme para toda la vida.”
“Está bien. Te haré caso.”
Claudia se sintió bien al escuchar eso.
Después de desayunar, tomo su medicamento y descansó.
Miguel se sentó en la ventana y se fijó en ella por un tiempo. Javier le dijo que Brad ya estaba despierto.
“Es hora de saldar cuentas”
Miguel la miraba con lástima y sus ojos estaban llenos de amor por ella.
Cuando llego a la bodega, vio a Brad atado con las manos en la espalda en un pilar. Su nariz estaba hinchada y la cara azul. Y uno de los lunares que tenía desapareció. Esta fue una lección que le dio Javier.
No aguantó más y quedo en coma, y había despertado hasta ahora.
Miguel cuidó de Claudia toda la noche, y era hora para él de desahogar su ira.
Brad estaba temblando por todas partes cuando lo vio venir y gritaba: “¡No te me acerques! Tío, sé que hice mal y no lo haré de nuevo. ¡Por favor no me pegues!”
No sirvió de nada rogar de misericordia y recibió un fuerte golpe.
Se remordió de dolor y no pudo decir una palabra.
Le pidió a Javier que desatara las cuerdas y Brad cayó al suelo.
Miro la puerta y trató de gatear hasta ella, pero Miguel le pisó la mano.
“¿La golpeaste con esta mano izquierda?”
Después de todo ese dolor, Brad gritó como un cerdo a punto de ser asesinado.
No fue así, tío. Déjame ir. ¡No supe que ella era tuya!
“¿No? ¿Entonces fue la mano derecha?”
Inmediatamente se fijó en su mano derecha y le dio una fuerte patada.