Esto más que ser una simple novela es una historia real, que nos enseña un poco de hasta dónde podemos llegar basándonos en las heridas de nuestro pasado y en tomar malas decisiones que no solo nos afectan a nosotros si no también a nuestra descendencia.
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dos días de tranquilidad
Ana en toda la noche sólo logró dormir un par de horas, pensaba en todo lo que le pasaba, estaba tan triste por su desdichada vida, le pedía tanto a Dios que se apiadara de ella, aún con todo lo que le pasaba ella creía en ese maravilloso Dios que nos creó, pero le era difícil no reclamarle su mala suerte. Al llegar la mañana Ana seguía sumida en sus pensamientos y se sobresaltó al sentir los brazos del asqueroso hombre que estaba a su lado, ella sintió nuevamente ganas de golpearlo con todas sus fuerzas, pero se contuvo y sólo dejó que el la abrazara.
Albuquerque: buenos días muñeca, ¿lista para repetir?
Pensamiento de Ana: como su hubiera hecho mucho, ojalá no se haya dado cuenta de nada
Ana: ¿es necesario? Es que me duele mucho todo.
Albuquerque: bueno espero que no haya sido muy brusco contigo, aunque la verdad no recuerdo casi nada y es raro porque eso nunca me pasa.
Ana se puso muy nerviosa
Albuquerque: pero estaba muy tomado, me emocioné tanto que se me pasaron los tragos.
Ana suspiró aliviada, y asintió.
Albuquerque: vamos a hacer nuevamente el amor, ésta vez seré más cuidadoso.
Ana estaba a punto de soltar el llanto, no quería tener que pasar por lo mismo otra vez, sentía que no lo soportaría.
Nuevamente la salvó la campana, sonó la puerta, era Dorothy que había venido a revisar las sábanas a verificar que todo estuviera en órden.
Dorothy: buenos días, señor Albuquerque, espero que haya disfrutado de su noche, ha sido usted quién se ganó el mejor premio.
Albuquerque: buen día, jejeje bueno no disfruté como hubiese querido, y no me gané el premio, pagué una gran suma por él.
Ana sintió asco de oírlos hablar así de ella, y más de ser ignorada como lo estaba siendo, quería tener en ese momento la fuerza de acabar con ambos. Sacudió su cabeza y le pidió perdón a Dios por sus pensamientos.
Dorothy: ¿Porqué dice que no disfrutó como le hubiese gustado?¿Pasó algo con la chica? Dígame por qué ya sabe lo que hago con las mujeres que se quieren pasar de listas con mis clientes.
Mientras decía ésto veía a Ana de manera amenazante.
Ana sintió un nudo en su garganta, palideció y sintió que sus fuerzas la abandonaron, pensó que todo había acabado que estaba descubierta, estaba a punto de arrodillarse a pedir perdón cuando oyó al señor hablar.
Albuquerque: oh, no, no, para nada, no es necesario, la chica estuvo perfecta si no fuese por qué tengo que hacer hoy mismo un viaje de negocios me quedaría con ella un par de días más, estoy muy contento con su trabajo, y me gustaría que le diera un par de días para que descanse, pagaré por ello claro está.
Dorothy cambió su semblante, y a Ana le volvió el alma al cuerpo, y hasta feliz se sintió ya que si Dorothy aceptaba se libraría de todo un par de días.
Dorothy: es usted muy generoso, señor Albuquerque, se hará como usted diga, es usted uno de mis mejores clientes es imposible no complacerlo.
Albuquerque: gracias, un par de días son los que estaré fuera por asuntos de negocios, por eso no quiero que nadie la toque hasta que yo regrese y pueda disfrutar de ella un poco más, antes de que la toquen otros hombres.
A Ana no le importó para nada lo que el dijo sólo pensaba en esos dos días de tranquilidad, ya luego se preocuparía.
Dorothy procedió a revisar las sábanas vió que todo estaba en orden.
Dorothy:¿gusta quedarse con ella un par de horas más?
Ana abrió sus ojos grandemente sin que le notaran.
Albuquerque: me encantaría pero en media hora debo estar listo para viajar.
Ana se sintió tan feliz.
Dorothy le dijo a la chica que se fuera a su habitación ya que ella llevaría al señor a su oficina para cerrar el nuevo trato.