NightRage

Sagi apretó los dientes sobre el mango de su espada y preparó otro ataque, pero el hombre continuó, con una calma inquietante:

—No lo tomes personal, niño... —susurró

Pero, antes de que pudiera terminar su frase, Sagi, lleno de ira, gritó en su mente "Colapso". La habilidad se activó, y el enemigo cayó de rodillas al suelo, incapaz de moverse. Sin perder tiempo, Sagi se abalanzó sobre él, colocando la espada

en su cuello, apenas cortando la piel, dejando escapar un fino hilo de sangre.

El hombre, sintiendo que su vida pendía de un hilo, levantó una mano en señal de rendición.

—Tranquilo, niño. No tengo intención de lastimar a Aphrodi. Solo tenemos asuntos... pendientes con ella.

Sagi no bajó la guardia. Si acaso, acercó más la espada a su cuello, apretando con más fuerza, y al mismo tiempo su paciencia estaba agotándose. Pero el hombre no parecía preocupado. A la larga sabía que las palabras no lo salvarían. Y con una sonrisa resignada, susurró:

—Está bien... no me dejas otra opción.

Sus ojos brillaron de repente y, con un susurro apenas audible, dijo:

—¡Shadow, yo te invoco!

La sombra del hombre, que hasta ese momento parecía inerte, comenzó a moverse, como si tuviera vida propia. Sagi observó con sorpresa cómo la sombra cobraba forma, transformándose en una criatura negra, peluda, y con ojos verdes

resplandecientes. En un abrir y cerrar de ojos, los largos brazos de la bestia atraparon a Sagi y lo lanzaron con una fuerza increíble contra los árboles.

El enemigo se levantó lentamente, observando cómo su compañero sombrío emergía por completo del suelo. La criatura, llamada Shadow, se erguía ahora junto a su invocador, imponente y aterradora.

—Termina con esto, Shadow. —ordenó, en tono despreocupado —No quiero más problemas.

La criatura no necesitó más indicaciones. Con una velocidad aterradora, se lanzó hacia Sagi, moviéndose entre los árboles con una agilidad sobrenatural. Sagi, aun recuperándose del golpe, apenas tuvo tiempo de ponerse en guardia.

Cuando la bestia estuvo lo suficientemente cerca, Sagi apuntó el filo de su espada hacia su estómago y, con un grito en su mente, activó "Impulso".

El ataque fue rápido y preciso. El filo de la espada de Sagi cortó a Shadow por la mitad, dividiéndolo en dos. Sin embargo, cuando Sagi giró la cabeza para asegurarse de que había acabado con su enemigo, sus ojos se abrieron con incredulidad. Las dos mitades del monstruo comenzaban a regenerarse, volviendo a formarse como si el corte no hubiera sido más que un arañazo.

—Mierda... —pensó Sagi, viendo cómo la criatura volvía a estar entera.

La bestia no le daba tregua. Con un rugido bajo, Shadow se abalanzó sobre él

nuevamente. Sagi corrió rápidamente hacia donde Elizabeth dormía, tratando de llegar a la fogata para formular un nuevo plan.

—¡Despierta, Eli! —gritaba en su mente mientras corría, apenas logrando esquivar los ataques de la sombra que lo perseguía.

Llegó junto a la fogata, jadeando. Shadow se acercaba rápidamente, y Sagi observó el fuego, buscando una solución. Sabía que la criatura se regeneraba, pero ¿cómo lidiaría con el fuego? Se preparó, colocándose al lado de las llamas,

esperando el momento oportuno. Shadow saltó hacia él con una velocidad asombrosa, y en el último segundo, Sagi activó "Colapso", haciendo que la bestia cayera directamente en el fuego.

El rugido de la criatura resonó en el bosque mientras las llamas lo consumían, desintegrando su forma oscura.

—Funcionó... —pensó Sagi, con alivio, observando cómo las sombras desaparecían en la noche.

En ese momento, Elizabeth despertó, sobresaltada. Miró a su alrededor, confusa

y desorientada.

—¿Qué... qué está pasando? —preguntó, notando que Aphrodi no estaba y que Sagi parecía agotado.

El heroe, aunque exhausto, trató de explicarle con gestos rápidos lo que había sucedido. Le señaló el lugar donde Shadow había sido destruido y luego apuntó hacia el sitio vacío donde antes había estado Aphrodi. Elizabeth, aún medio dormida, captó la gravedad de la situación y frunció el ceño. Sagi le hizo entender que habían sido atacados, que Aphrodi había sido secuestrada, y que necesitaban encontrarla antes de que fuera demasiado tarde.

Sagi y Elizabeth comenzaron a correr a través de la espesa oscuridad del bosque, el mismo parecía interminable, y sus pasos resonaban apagados en la espesura. Mientras avanzaban, ambos intentaban escuchar cualquier señal que pudiera delatar al enemigo que se había llevado a Aphrodi. Sagi, concentrado en el entorno, de repente escuchó un grito lejano.

—¡Sagi! —Era la voz desesperada de Aphrodi llamándolo.

Inmediatamente, Sagi frenó en seco y, sin pensarlo dos veces, comenzó a escalar uno de los árboles gigantescos. Rápidamente ascendió entre ramas gruesas y hojas hasta que su cabeza se elevó por encima del dosel del bosque. Desde allí, trató de localizar el origen del sonido. A la larga, pudo distinguir un pequeño movimiento en la distancia, un arbusto que se agitaba.

Cayo hacia el suelo y, sin perder tiempo, comenzó a correr en esa dirección. Elizabeth, que lo seguía de cerca, cada vez encontraba más difícil mantener el ritmo. Los árboles y las raíces que sobresalían del suelo hacían que avanzar fuera una lucha constante. Finalmente, levantó la voz mientras corría, tratando de alcanzar a su

compañero.

—¡Sagi! —gritó, tratando de detenerlo —Es imposible atraparlo en la oscuridad, no tenemos un plan.

Sagi, a pesar de su deseo de seguir corriendo, se detuvo. Sus manos temblaban de furia mientras cerraba los puños con fuerza. Sabía que Elizabeth tenía razón. Era imposible correr a ciegas en el bosque y esperar encontrar al secuestrador.

Ambos se quedaron quietos, con la frustración palpable en el aire.

Ninguno de los dos pudo conciliar el sueño el resto de la noche. Cuando el amanecer comenzó a romper el horizonte, una flecha silbó desde el cielo y cayó con fuerza

justo entre ellos. Ambos saltaron por la sorpresa y se acercaron rápidamente a ver qué era. La flecha llevaba una nota enrollada en su punta. Elizabeth la recogió y la leyó en voz alta:

—"Si quieren salvar a su compañera, diríjanse a la Torre Blanca de Lancelott. Tienen un día. Si no llegan a tiempo, será ejecutada."

La amenaza estaba firmada con un sello, y en cuanto Elizabeth lo vio, sus ojos se abrieron de par en par.

—No puede ser... —murmuró, claramente perturbada.

Sagi, alarmado por la reacción de Elizabeth, la miró más sorprendido que nunca. Ella respiró profundamente antes de decir:

—Este sello pertenece a una de las tres familias reales... los Xenna. —Su voz estaba cargada de incredulidad—. ¿Qué hace Aphrodi relacionada con ellos?

La mente de Sagi se llenó de confusión. No solo no sabía quiénes eran, tampoco comprendía qué era la Torre Blanca o por qué Aphrodi estaba involucrada con esta familia. Su mente giraba con preguntas mientras trataba de darle a

entender a Elizabeth,con gestos, que necesitaba más explicación sobre su historia.