La italiana y el CEO americano. Una Navidad muy diferente. Monalisa, una italiana fuerte, cariñosa, trabajadora, supertorpe o desastrosa, divertida y muy dispuesta, está pasando por un momento muy difícil. Se siente traicionada por las personas que más apoyó y amó, su familia y la de su exmarido. Cuando su matrimonio terminó, fue juzgada y culpada por todo, incluso por la infidelidad de su ex. Cansada de todo y de todos, incluidos sus parientes, y con la Navidad acercándose, decide visitar a su hija y ayudar a una antigua amiga que vive en Nueva York, para despejar su mente.
Abraham es un importante estadounidense, polémico en su vida personal, guapo y muy poderoso. Suele aparecer en público con mujeres bellísimas. Estuvo casado con una famosa actriz durante cinco años y tiene un hijo con ella. Tras la separación, comenzó una relación igualmente polémica, llena de infidelidades de su parte y altibajos con su antigua entrenadora personal, de la cual también tiene otro hijo. Como empresario, es muy respetado, pero su vida personal es bastante cuestionable. A pesar de tener 36 años, sigue disfrutando de fiestas y clubes nocturnos.
Surge un gran negocio, pero el lado personal de Abraham resulta ser clave para sus socios, y su reputación personal es un desastre. Esto puede convertirse en un gran problema, y Abraham necesita urgentemente ayuda en ese aspecto, ya que está interfiriendo en un trato que ha estado buscando por años. Necesita una mujer que lo ayude a mejorar su imagen.
Monalisa, por su parte, quiere un nuevo comienzo, una nueva vida y un nuevo rumbo. Sus destinos se cruzan y...
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Capítulo 7
Abraham
Llama a Doña Ruth que viene sola
Abraham: ¿Dónde está Vicky?
Ruth: Está tomando una siesta.
Abraham: Doña Ruth, a partir de hoy le voy a duplicar el sueldo y necesito que cuide de Vicky para mí y que rece para que Evelyn no se vuelva loca y me deje a Cris también, tendrá que ayudarme con ella.
Ruth piensa: Ojalá Evelyn se pusiera como Emma, porque veo tristeza en Cris
Ruth: Tranquilo, muchacho, yo te ayudo con ella.
Abraham: Si necesita contratar a alguien más para la casa, hágalo, pero prefiero que sea usted quien se quede con ella, sé que no hará nada malo.
Ruth: Sí, puede estar tranquilo. Solo que por la noche, cuando usted salga a relajarse, la llevaré a dormir conmigo.
Abraham: Sí, luego hablamos de eso, por ahora solo con saber que usted la va a cuidar, ya me tranquiliza. ¿Y Ruth?
Ruth: Sí, muchacho.
Abraham: Si Emma viene a buscarla o llama, no la entregue sin antes hablar conmigo.
Ruth: Sí, puede dejarlo.
Enseguida entra Steven y Abraham empieza a contarle todo lo que había pasado. Steven era uno de los mejores abogados, tenía un despacho enorme y que era referencia.
Se quedan conversando.
Monalisa y Martina
Monalisa después de conversar un poco... más de dos horas sin parar... tenía que preguntar por el favor, o trabajo, porque las chicas ya se quieren ir y tenemos que pasar por el supermercado.
Monalisa: Martina, vine a oscuras, sabes que soy muy despistada y ni siquiera sé qué tengo que hacer para ocupar tu lugar.
Martina: No te preocupes, amiga, solo ocuparás mi lugar, voy a ausentarme unos días, como la empresa cierra el 20 de diciembre, necesitaría que te quedaras hasta ese día, sé que te dije que eran solo 15 días, pero 5 más no es para tanto, ¿no?
Monalisa: No hay problema, me ayudas tanto con Tina, ya sabes que haré lo mejor que pueda,
quiero que me cuentes más.
Martina: Básicamente, se trata de organizar la agenda del señor Abraham, atender el teléfono, llevarle el café, te voy a explicar de algunas personas que llaman siempre y que él esté o no la respuesta es siempre ¡no está!
Archivar algunos documentos cuando te lo pida, buscar su almuerzo, a veces pide un tentempié por la tarde y tú lo recoges, le llevas estas cosas.
Pero el lunes me quedaré todo el día contigo y verás lo fácil que es.
Monalisa: Entiendo, entonces seré la niñera del tal Abraham.
Ambas riendo
Martina: No, Mona, serás su secretaria, le ayudarás en todo. Todo antes de llegar a él pasa por ti.
Te explicaré quién puede y quién no puede entrar en su despacho.
En realidad, tiene tres amigos que son los únicos que pueden entrar siempre.
Se conocen desde que estoy yo en la empresa...
mañana te lo explico todo bien.
Monalisa: ¿Y cómo es ese tal Abraham?
Martina riendo: ¡Un bombón!
Monalisa: Hablo en serio, Martina.
Martina riendo: Yo también, el tío está buenísimo, pero es muy temperamental, le gustan las cosas a su hora, detesta los retrasos y es muy maniático con el ruido, prefiere el silencio y todo en su sitio.
Monalisa piensa: ¡La he fastidiado! Estoy perdida.
Monalisa: ¿En qué piso es?
Martina: Todo el edificio es suyo, planta 33.
Monalisa: ¿¿¿Qué??? Ya me he quedado helada, estoy perdida, voy a tener que llegar dos horas antes para subir todas esas escaleras.
Martina: El ascensor es enorme y de cristal, verás como ni te enteras.
Monalisa: Sí, imagínate, ya estoy mareada solo de oírtelo decir.
Martina riendo: Por favor, Mona.
Monalisa: Dije que iría e iré, pero ¿tiene que hablar bajito?
Martina: ¡Sí! Sé que puedes, y procura ser silenciosa en todo, cuando lleves el café procura no hacer ruido, vive concentrado.
Monalisa piensa: Bueno, si me tira desde el piso 33, me muero rápido, menos mal, llego muerta al suelo... ¿por qué entro en su despacho sin tirar nada? Esto va a ser muy complicado, mejor no le digo nada a Martina, está tan contenta con la boda de su hijo que mejor no desesperarla.