En el antiguo jardín de la mansión, la mesa de té estaba meticulosamente dispuesta para dos, mientras el sol de la tarde bañaba el escenario con suavidad. El hombre, impecable en su apariencia pero distante en su mirada, apenas prestaba atención a la dama frente a él. Sus cabellos rubios danzaban con la brisa, pero su expresión reflejaba tristeza y resignación. Con voz serena pero cargada de pesar, ella deslizó un documento sobre la mesa, diciendo: "Espero que encuentre a alguien que lo ame en la medida en que usted no lo considere una molestia."
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Capitulo 17
Edith se la había pasado evitando a su familia, pero esa tarde no pudo hacerlo, cuando la Marquesa misma la mandó a llamar a la hora del té.
Edith se encontraba en el jardín de la mansión Everglen, donde la Marquesa la había convocado con rigurosidad. Mientras ambas tomaban té en completo silencio, Edith sentía la mirada penetrante de su madre escudriñando cada gesto suyo, cada detalle en su apariencia.
La tensión en el aire era palpable, y Edith se preparaba para lo que sabía que serían momentos incómodos a manos de su madre. Sin embargo, esta vez, la Marquesa parecía decidida a hacer sentir a Edith el peso de su desaprobación.
- Marquesa Bibian: ¿Sabes que tu padre está en el palacio real a estas horas?
Dijo la Marquesa de repente, interrumpiendo el silencio. Edith se estremeció ligeramente y asintió, manteniendo la mirada fija en su reflejo en la taza de té.
La Marquesa continuó con su acusación, recriminando a Edith por lo que ella consideraba un acto irresponsable. Edith se esforzaba por contener sus emociones mientras su madre la culpaba una vez más por lo ocurrido recientemente.
- Marquesa Bibian: Ahora mismo debe estar encontrándose con el Duque... tu padre tendrá que pasar un mal momento gracias a ti. ¿Estás contenta con eso?
La Marquesa arremetió, buscando herir a Edith con sus palabras.
Edith respondió con firmeza, intentando mantener la compostura a pesar del nudo en su garganta.
- Edith: No me enorgullece en absoluto, madre.
Dijo con voz temblorosa. La Marquesa frunció el ceño ante su respuesta y continuó con sus reproches, acusando a Edith de ser la responsable de su situación actual.
- Marquesa Bibian: Entonces aceptas que todo esto es tu culpa.
Afirmó la Marquesa.
- Edith: Sí.
Respondió Edith sin titubear, resignada a aceptar la culpa que se le atribuía.
La indiferencia de Edith pareció irritar aún más a la Marquesa, quien la reprendió con más dureza.
- Marquesa Bibian: ¡Qué estúpida! ¿Crees que serás capaz de obtener un buen matrimonio después de ser la ex prometida del Duque? Todos los buenos hombres ya están comprometidos, nadie querrá el desecho de otro.
Espetó con desdén. Edith escuchó las palabras de su madre con una expresión vacía, como si estuviera desconectada emocionalmente de la conversación. Asintió simplemente, como si estuviera programada para aceptar todo lo que su madre decía.
La Marquesa, molesta por la indiferencia de Edith, le ordenó que se retirara, sintiendo que la presencia de su hija le resultaba cada vez más insoportable. Edith se levantó con calma, ocultando el dolor que sentía por dentro, y se alejó del jardín, dejando atrás la implacable presión de su madre.
En el palacio real, el marqués Everglen se encontraba en una reunión del ministerio de nobles, como lo había mencionado la Marquesa Bibian. En la misma sala, como parte del protocolo, estaba presente el Duque Beaumont. Aunque las relaciones entre suegro y yerno no eran cercanas, solían manejarse con cierta tolerancia o ignorancia educada durante estas reuniones oficiales.
Sin embargo, ese día fue diferente. Desde el momento en que el marqués y el duque cruzaron miradas, se desató una tensión palpable en la sala. Los susurros entre los presentes aumentaron mientras observaban la interacción entre los dos nobles.
El marqués Everglen no ocultó su hostilidad. Su mirada hacia el Duque Beaumont era intensa y cargada de desaprobación.
Por otro lado, el Duque Beaumont, Lucian, parecía completamente ajeno a la hostilidad dirigida hacia él. Su semblante permanecía imperturbable, como si estuviera acostumbrado a ser el centro de las miradas y las críticas. Para él, no había motivo para sentirse incómodo, ya que siempre se consideraba a sí mismo como alguien que nunca hacía nada mal y, por lo tanto, no tenía culpa alguna en lo que había ocurrido con Edith.
Lucian asumió con arrogancia que el Marqués eventualmente se disculparía y le pediría que aceptara a Edith de regreso en su círculo social. Para él, era inconcebible que alguien pudiera resistirse a su encanto y su posición de poder.
En la imponente sala del palacio real, la reunión del Ministerio de Nobles estaba a punto de comenzar. Los susurros entre los presentes se detuvieron abruptamente cuando el Príncipe Erick irrumpió en la sala, ocupando el lugar que normalmente pertenecía al Rey, dadas las circunstancias de la salud de la Reina y la atención que recibía por parte del Rey.
Sin embargo, lo que verdaderamente sorprendió a los presentes fue el acompañante del Príncipe Erick. Cedric Blackwood, el recién nombrado Conde Blackwood, entró con paso firme y ocupó un lugar en la mesa de debate del Ministerio Noble. Los ojos de todos se posaron sobre él con evidente descontento y desaprobación, pero Cedric parecía imperturbable ante las miradas de reproche que recibía.
El Príncipe Erick, al notar la tensión en el ambiente, decidió abordar el tema directamente. Con voz firme, dio la bienvenida a todos los presentes y presentó a Cedric como el nuevo miembro del ministerio.
- Príncipe Erick: Bienvenidos a todos. Como saben, tengo el honor y la responsabilidad de ocupar el lugar de mi padre hasta que él así lo decida. Ahora, veo que todos tienen una mirada curiosa hacia el Conde Blackwood. Parecen preguntarse qué hace aquí. No les daré rodeos. El Conde Blackwood se ha ganado un lugar en esta mesa y es un nuevo miembro del Ministerio Noble. Les pido que lo reciban con cortesía y respeto.
Las palabras del Príncipe Erick fueron recibidas con un murmullo de incredulidad y desaprobación por parte de los nobles presentes. Aunque no se atrevieron a protestar abiertamente contra la decisión del Príncipe, su actitud hacia Cedric dejaba en claro que no estaban conformes con la presencia de un plebeyo ascendido a un rango noble en una posición tan importante.
El ambiente tenso en la sala no pasó desapercibido, y mientras la reunión del Ministerio de Nobles daba inicio, el desconcierto y la desaprobación seguían flotando en el aire, alimentando la incertidumbre sobre el futuro de la nobleza y las decisiones del Príncipe Erick.
Y si es cierto que se dice que con la clase se nace y en algunas ocasiones se hace...¡Usted, francamente desertó de las dos!.🤨😒