No todo puede ser color de rosa, ¿O si?
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Habitación De Hotel.
Maria se había quedado profundamente dormida en los brazos de Octavio. Su pobre rostro estaba hinchado de tanto llorar, el buen hombre, muy amablemente, comenzó a limpiarle con sumo cuidado algunas lágrimas que aún tenía en su tierno rostro.
Laura, por su parte, había ido tras Octavio y Joshua, porque, ¿Qué clase de persona deja a su amiga sola estando borracha con dos hombres desconocidos? No, no, Laura no era así. Y se había prometido así misma proteger a su amiga si era necesario. Más no era tonta, le envió su ubicación en tiempo real a Victoria, mientras le contaba lo que había ocurrido. Pues si algo salía mal, ella estaba tranquila de que al menos Victoria llamaría a la policía.
Los cuatro fueron a un hotel, ya no podían ir a la casa de Octavio, pues allí la vería Tania y todo se iría al demonio. Tampoco a la casa de Laura, pues en ese lugar también vivían los familiares de su esposo. Mucho menos ir a la casa de María, pues aunque estaban seguros de que Lucas no estaría allí, ella jamás permitiría que algún hombre desconocido entrase a la casa de su hijo. Y el hogar de Joshua tampoco era una opción, porque aunque ellas aún no lo sabían, él tenía una pequeña niña de dos años quien descansaba plácidamente ahí, su pequeña hija, Cassandra.
Alquilaron una habitación con dos camas, Laura estaba nerviosa y aterrada, su mente maquinaba de la peor manera. Quería tomar a María, cargarla en su espalda y salir corriendo del lugar.
Octavio dejó descansar a María en una de las camas. Luego, fue hacia donde se encontraban su amigo y Laura.
—Pesa mucho para ser una mujer tan pequeña –dijo en broma, tratando de romper la horrible tensión e incomodidad que sentía, pues ahora se daba cuenta que él y su mejor amigo estaban en una habitación de hotel con dos mujeres casadas y, peor aún, una de ellas era la mujer del matrimonio que su propia hija destruyó.
—Claro que ella es pesada, tuvo un hijo y un esposo bastardo –musitó Laura, molesta. Caminó hacia la cafetera y se sirvió café, estaba molesta, preocupada y ansiosa, ¿Qué pasaría si su esposo fuera a casa hoy y ella no estuviera? Su temor era entendible, pero también sabía que se estaba engañando a sí misma, pues su esposo, David, ya jamás volvía a casa. No importa cuánto ella lo esperara, él no volvía nunca–.
—Claro... No fue mí intensión ofenderla, lo siento.
—¡¿Por qué nos trajeron aquí?! –insistió ella, furiosa–. ¿No te bastó con criar a una puta rompehogares como hija? —El silencio inundó el lugar, y ella se sintió avergonzada por haber dicho algo tan horrible. Pues Laura bien sabía que no es culpa de Octavio que su hija fuera así—.
—Señor, lo siento –murmuró, bajando la cabeza–. No fue mí intención decir algo tan feo, es sólo que... –se muerde el labio inferior, tratando de aguantar las ganas de llorar que tenía–, es tan difícil tener que soportar a esas perras –sus lágrimas caen y su voz sale entrecortada–. Una se casa llena de ilusión, creyendo que el amor será para siempre, pero luego... Luego... Simplemente los hombres ven a una mujer más joven que les abre las piernas, y se olvidan por completo de las promesas, también de la esposa que siempre los amó, sin mencionar a los niños. ¡Mierda! ¿Por qué siempre sufrimos nosotras? Es tan fácil para ustedes ir por otras mujeres, ¡¿No pueden pensar en sus esposas un jodido momento?!
—Bueno, es momento de calmarnos... –Inició Joshua, mientras sacaba un pañuelo de su bolsillo y se acercaba a Laura, para limpiarle sus lágrimas–. Nadie tiene la culpa de nada, ni Octavio, y tampoco ustedes. No son culpables de que sus esposos sean unos hijos de perra.
Ella trató de apartarse, pero Joshua no se lo permitió, por lo que se rindió y le dejó limpiar su rostro. Sus ojos fueron a los de Octavio, quien había permanecido callado desde que ella insultó a su hija.
—Señor, lo siento nuevamente, no fue mí intención. Es sólo que todo esto es tan agobiante y agotador –suspira–.
—No te preocupes –le respondió él–. Es mejor que vayas a descansar con tu amiga, nosotros beberemos un poco de café aquí.
Ella asintió y se fue a acostarse en la misma cama de María, intentaba dormir pero no lograba hacerlo. Miró su teléfono, con la esperanza de tener algún mensaje de su esposo, pero no había nada. Sólo uno de un número desconocido, le pareció extraño, lo abrió y sus lágrimas comenzaron a caer al darse cuenta que era un vídeo sexual de su esposo, David, con otra mujer.
Ella ya lo sabía, sabía de las incontables aventuras de su marido, aún así se quedó a su lado, sin importarle el dolor, porque lo amaba. Pero, ¿Hasta adónde puede llegar el amor?
siempre se sale adelante 🫣🫢🤫👋🇵🇦
no te conviene siendo el mejor abogado con todo lo que tu zorra le mando a Victoria tiene las de ganar y tu que eras embarrado