Angelice Alcott, una mujer de elegancia impecable y bondad inquebrantable, ve su matrimonio desmoronarse tras dos años de frialdad y distancia. La llegada de Judith , el primer amor de Joseph Hawthorne, y la noticia de que espera a su hijo, desatan una tormenta de desprecios y manipulaciones. Judith, consumida por celos y ambición, busca hundir a Angelice, incluso inculpándola falsamente.
La tragedia se intensifica cuando Joseph destruye la fortuna de los Alcott, llevando a su padre al infarto, pero tambien a su madre a una muerta accidental. En medio del dolor, Angelice halla refugio en un amigo recién llegado, pero Joseph, cegado por los celos, la somete a una noche de violencia que resulta en un embarazo no deseado y un aborto forzado, lo que la sume en una desesperación que la lleva al suicidio. Sin embargo, su intento falla y aparece Damian Lancaster, un magnate con una enemistad feroz hacia los Hawthorne. Y sólo algo los une 𓊈EL DESEO DE LA VENGANZA𓊉
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Capítulo 16
...Angelice no podía creer lo que estaba sucediendo. Era la primera vez que él la tocaba de esa manera tan intensa y delicada, una mezcla de sorpresa y confusión recorriendo su cuerpo. Pero esa conexión momentánea se desvaneció en un instante, cuando la muñeca de porcelana que sostenía se cayó al suelo, estrellándose contra el duro pavimento. El sonido del cristal rompiéndose resonó en su mente, y, de algún modo, sintió que su corazón también se partía en mil pedazos. Estaba tan absorta en la visión de las piezas esparcidas a su alrededor que ni siquiera se dio cuenta de la herida en su mano, esa pequeña pero dolorosa prueba de su descuido. En un estado de trance, comenzó a recoger los fragmentos del objeto roto, haciendo un esfuerzo por reconstruir lo que una vez había sido hermoso, mientras el silencio la envolvía como un manto....
...En ese momento, Joseph, sintiendo remordimiento por lo que había hecho, intentó acercarse a ella para ofrecer una disculpa, una palabra de consuelo. Sin embargo, fue interrumpido por el lamento de Judith, que se quejaba del dolor. Esto lo llevó a detenerse, el impulso de acercarse a Angelice se desvaneció al ver que su esposa necesitaba atención. Sin pensarlo dos veces, la levantó en brazos, ignorando completamente a Angelice y llevándola al hospital, como si ella no existiera en ese instante. El peso de la situación se hizo evidente; el mundo de Angelice se había hecho añicos, al igual que su muñeca....
...Margaret descendió rápidamente por las escaleras, preocupada, y se acercó a Angelice, quien parecía tener dificultades para ponerse de pie. Cuando Angelice se levantó, sostenía en sus manos los fragmentos de algo roto, pero no pronunció una sola palabra. Con cuidado, Margaret la llevó hasta el sofá, donde la ayudó a sentarse. Luego, con voz suave, le preguntó qué había sucedido, pero Angelice apenas pudo murmurar—Está roto... Nana......
...Margaret, sintiendo una punzada de compasión, bajó la mirada y observó los trozos de porcelana que Angelice sostenía con delicadeza. Su corazón se llenó de preocupación al notar las cortes y heridas en las manos de la joven. —Por Dios, mi niña… ¡Tus manos! —exclamó, llena de angustia....
...Con rapidez, se dirigió a buscar un paño y el botiquín de primeros auxilios. Al regresar, le solicitó que colocara los fragmentos en el paño. Angelice cumplió con su petición, y Margaret, con gran delicadeza, empezó a atender sus heridas, vendando sus manos meticulosamente mientras un profundo silencio invadía la habitación....
...Por otro lado, en el hospital, la habitación estaba impregnada con el característico aroma del desinfectante, y las luces blancas iluminaban el ambiente con una claridad intensa. Joseph aguardaba en el pasillo, con los brazos cruzados y la mandíbula tensa, mientras el doctor finalizaba el examen de Judith. La preocupación lo consumía poco a poco, llenando su mente de inquietudes y temores. Finalmente, la puerta se abrió y el médico, con una expresión seria en su rostro, salió de la habitación. Se ajustó los lentes con un movimiento calculado antes de iniciar la conversación. —Por el momento, el bebé está bien —comunicó con un tono grave—Sin embargo, es muy débil. Deben cuidar de la madre con esmero; no podemos permitirnos que sufra ninguna recaída....
...Joseph asintió lentamente, dejando escapar un suspiro profundo que parecía aliviar un poco la tensión que lo oprimía. —¿Puedo pasar a verla? —se atrevió a preguntar. El doctor, sin dudarlo, hizo un gesto afirmativo con la cabeza antes de alejarse por el pasillo....
...Al entrar en la habitación, Joseph se encontró con Judith, quien se incorporaba lentamente en la cama. Su mirada era suave y cálida cuando sus ojos se encontraron. —Perdóname por causarte tantos problemas —dijo ella, con un tono lleno de culpabilidad....
...—No eres ningún inconveniente para mí —respondió Joseph sin dudarlo, y al oír esas palabras, Judith se permitió sonreír levemente, sintiéndose aliviada por su respuesta....
...Después de un breve instante de silencio, en el que ambos parecieron reflexionar sobre la situación, Joseph, aunque un poco inseguro, se animó a preguntar....
...—¿De verdad te lastimó Angelice?....
...Judith dudó por un instante, sintiendo cómo sus pensamientos se entrelazaban con las emociones que la invadían. Finalmente, con una ligera inclinación de cabeza, murmuró con voz suave—¿Desconfías de mí?...
...Joseph, visiblemente sorprendido por la pregunta, negó con rapidez, apurándose a explicar. —No es eso lo que quiero decir... Es solo que conozco a Angelice muy bien. Me parece una persona tan amable y serena, no creo que pudiera hacerle daño a nadie de esa manera......
...Sin embargo, no pudo completar la idea que tenía en mente, ya que Judith lo interrumpió con una dulzura cuidadosamente medida, dejando entrever una verdad inquietante. —Incluso la persona más amable puede llegar a ser la más cruel....
...Luego, dirigió su mirada hacia el suelo y, con un tono más suave, comentó—Sin embargo, estoy segura de que ella no actuó con mala intención. Simplemente, está atravesando un momento complicado en su vida....
...Joseph dejó escapar un suspiro mientras se pasaba la mano por el cabello en un gesto de frustración. —Mañana te llevaré a otro lugar —continuó — Te haré un cambio de residencia a una de las propiedades que adquirí recientemente. Es un lugar amplio y cómodo, donde podrás sentirte a gusto y tranquila....
...Judith sonrió con alegría, dejando que su mirada se posara sobre la caja que él sostenía en su mano....
...—¿Es para mí? Joseph, por un momento, sintió un nudo en el estómago y bajó la vista, recordando que ese regalo estaba destinado para su esposa. Sin embargo, al mirar nuevamente a Judith y ver la genuina expresión de entusiasmo en su rostro, no pudo resistir la tentación. Se sintió conmovido por su emoción y, decidido, terminó por entregárselo. —Sí —respondió finalmente....
...Ella lo tomó con cuidado, deslizando los dedos por la superficie de la caja mientras la abría lentamente, maravillándose al ver el hermoso collar que había en su interior. —Son diamantes auténticos… —susurró, asombrada ante la belleza de la pieza. —Sí. ¿Te gusta? —le preguntó....
...—Es perfecto. Gracias, Jos. —respondió ella, con una evidente emoción que iluminaba su rostro. Joseph se hizo a un lado, alejándose un poco, y sacó su teléfono móvil. Con rapidez, escribió un breve mensaje dirigido a Angelice: “Esta noche me quedaré en el hospital con Judith”....
...Sin embargo, no recibió ninguna contestación. Un silencio pesado y opresivo se adueñó de la habitación, envolviéndolo en una atmósfera de quietud. Fue en ese momento cuando la voz de Judith, cargada de una dulzura casi infantil, irrumpió en el ambiente....
...—Jos, tengo hambre —anunció, con un tono que mezclaba inocencia y urgencia. Joseph, al escucharla, se volvió hacia ella y esbozó una sonrisa cálida y comprensiva. —¿Qué te gustaría comer? —preguntó, mostrándose atento a sus necesidades....