Nuestro genio Máximo Santibáñez, se enfrentará al reto más difícil de su vida. Él deberá luchar con toda su inteligencia, para vencer todos los obstáculos y convertirse en el héroe de su pequeño hijo. Máximo Jr. un niño genio que supera por mucho la inteligencia de su padre.
¿Podrá Máximo Santibáñez estar a la altura de las circunstancias?
¿Logrará ganarse el corazón de su pequeño hijo?
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CAPÍTULO 17
Máximo se sintió un poco triste, porque al oír a Celina hablar de sus padres, le dieron ganas de llevar al pequeño con su familia. Sin embargo, él ni podía decidir algo como esto.
No podía pensar en que Celina se recuperara y decidiera alejarse de él.
Entonces esto sería un golpe duro para su familia. Por eso, decidió dejar que el destino haga sus jugadas y actuar en consecuencia.
—Ok, organizaré todo. Celina, tú solo ocúpate de recuperarte, nuestro campeón te necesita sana y fuerte. —le dijo Máximo, acercándose hasta ella y sin mediar más palabras, se agachó y le dio un beso en la mejilla, después le acarició su escaso cabello y ella sintió que estaba en la gloria.
Celina se quedó petrificada, por este gesto y agachó su cabeza. Ella entendía que eran gestos de compasión guiados por la lástima que ella le generaba a ese hermoso hombre frente a ella.
Pero nada estaba más lejos de la realidad. Lo cierto era que Máximo estaba tan sorprendido como ella. Él no entendía que lo había impulsado a tener este acercamiento tan íntimo con esta mujer. Entonces él sintió la mirada inquisitiva de ella y se sintió intimidado.
Celina no podía ocultar su emoción, incluso ella apretaba levemente sus labios para contener la risa. Quería gritarle al mundo que su amor platónico la había besado o mejor aún No quería limpiarse la mejilla nunca más.
Celina se sintió embriagada con su aroma tan varonil y ella sin pena fijó su mirada en él.
Hasta que Máximo quiso salir del incómodo silencio y le preguntó:
—¿Por qué reaccionas así? Tenemos un hijo, no podemos tratarnos como extraños. Eso no sería sano para el crecimiento de nuestro pequeño.
El corazón de Celina, comenzó a latir desenfrenadamente. Ella miraba a Máximo con el pensamiento de que había sido descubierta, pero al ver la mirada de ternura que él tenía sobre ella, le confirmaba que no.
—Se oye tan lindo. Cualquiera que te escuche pensaría que es verdad.
Máximo frunció el ceño y cruzó los brazos, para responderle.
—¿Crees que estoy mintiendo? Entonces compruébalo por ti misma. Lucha por tu vida, recupérate y te prometo que viajaremos por el mundo con nuestro pequeño.
Celina mordió sus labios para retener su emoción y le sonrió. Era más que evidente que él estaba tratando de motivarla a luchar y por eso decía esas palabras tan tiernas y tan dulces.
Y aunque ella sabía que él lo hacía con la inocente intención de motivarla, es inevitable que su tonto corazón se ilusione y crea que tiene alguna posibilidad de llegar a ser amado por ese hombre que lo ha atormentado desde el primer día que lo vio.
Máximo le dio otro beso en la frente y la sacó de sus pensamientos.
En ese momento, abren la puerta y Máximo se queda paralizado. Se siente como un niño que fue pillado en una travesura, pero él, no es el único. Celina se cubre el rostro con ambas manos y suelta una pequeña risa.
—Buenas tardes ¿Interrumpo? —le preguntó el doctor Dominico, con un semblante serio.
Celina lo conocía muy bien y sabía que no desaprovecharía la oportunidad para molestarla, pero Máximo también sintió un tono hostil en las palabras del médico y se acercó a Celina y con una mano le tomó la mano.
—Buenas tardes, doctor, si interrumpe, pero me imagino que tiene un buen motivo. ¿O me equivoco? —le preguntó Máximo, mientras abrazaba a Celina y le colocaba la quijada en su frente.
El doctor Dominico estaba desconcertado, porque su amigo le dijo que estaba decidido a conquistar a Celina, pero su amigo no le nombró a este Hulk blanco.
—Sí, vengo a entregarle a Celina, las indicaciones para los exámenes de mañana y también quería invitarla a cenar, pero no se preocupe si está ocupada, lo haremos después. A fin de cuentas, la tendré más de setecientas noches para mí solito.
Un breve silencio se apoderó de la habitación. Máximo trataba de analizar cada palabra. Definitivamente, estaba escuchando mal.
Pero después de su rápido análisis, lo entendió. Este idiota estaba coqueteando con la madre de su hijo. Esto era un mal chiste y no era que estuviese celoso. No nada de eso, era que tenía la obligación de cuidar de esa mujer. Su pequeño soldado se lo había pedido y él no podía negarse a cumplir una orden de su soldado.
Máximo aclaró su garganta y sin darse cuenta apretó la mano de Celina, hasta que ella se quejó.
—¡auch! —emitió Celina, retirando su mano.
Máximo se sintió avergonzado, por su actitud. Entonces le dio un beso en la mano.
—Perdón, mi amor. Solo que creo que entendí mal al doctor y tengo una pregunta que hacerle.
Dominico no podía contener su risa, pero seguiría hasta el final.
—¡¡Mami!! Ya estoy aquí. —le dijo el pequeño Máximo Jr. caminando hasta el lado de su padre.
—Max. Hijo, ¿No vas a saludar? —le dijo Máximo, haciendo ahínco en la palabra "hijo".
Máximo Jr. giró su cabeza hacia el Galeno y lo saludó con la mano.
—Mucho gusto doctor. Me llamo Max.
El doctor Dominico estrechó la mano del pequeño y se dio cuenta de que su amigo Fausto, estaba corriendo detrás del viento.
Este hombre y esta mujer, estaban unidos por su hijo y ese era un lazo inquebrantable, aunado a que ellos no se ven con intenciones de separarse. Esas miradas entre ellos irradian amor.
Máximo estaba molesto por el atrevimiento del doctor, pero no podía reclamar nada delante del pequeño. Además, no ganaba nada con ponerse así. Este idiota era su médico tratante y estaría muy cerca de ella, durante todo este proceso.
Entonces decidió calmarse, ya tendrá oportunidad de devolver ese golpe.
Por el momento, él observó a su pequeño soldado y le acarició su cabello negro y abundante.
—Hijo, hoy vamos a cenar con tu mami y después nos vamos a descansar. No puedes quedarte aquí.
—Mamita, pero yo quiero quedarme contigo. Puedo quedarme allá afuera.
—Tranquilo niño. Yo personalmente cuidaré de tu mamá.
—Y se lo agradezco, pero también le dejaré a mi ángel de la guarda. Yo con mi padre no lo necesito.
Máximo sonrió orgulloso y emocionado por las palabras de su hijo.
Celina, por su parte, no estaba sorprendida. El pequeño estaba acostumbrado a dormir en la clínica con ella. Entonces, tomó un poco de aire y atrajo a su pequeño a sus brazos.
—Amor, ve con tu padre y descansa. Yo voy a estar bien. Mañana vienes después del mediodía. Porque en la mañana me van a hacer algunos estudios. Entonces no tiene sentido que estén aquí.
—Tu mami tiene razón, campeón. Mañana temprano, me acompañas a hacer unas compras y a conocer nuestro nuevo hogar.