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La Odisea De Una Flor Perdida

La Odisea De Una Flor Perdida

Status: Terminada
Genre:Aventura / Viaje a un mundo de fantasía / Sci-Fi / Sirena / Amor eterno / Piratas / Completas
Popularitas:79
Nilai: 5
nombre de autor: Powder34

Stan despierta en medio de un planeta desértico sin recordar nada más que el rostro de su esposa, quien fue raptada por un pirata y ahora él junto a su compañera deberá emprender un viaje para salvarla.

Encontrándose en el camino enemigos que se creía que eran simples mitos de la Tierra, y algunos pocos aliados.

¿Podra salvar a su esposa? ¿podra sobrevivir a su propia odisea?

NovelToon tiene autorización de Powder34 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo #16: Es por sobrevivir...

Esa noche para evitar el caos en la tripulación, hice un par de muñecos hechos con comida y los escondí en el interior de una habitación.

—Capitán, ¿dónde están las sirenas?, ¿Escaparon? —preguntó preocupado—.

—También ha desaparecido Ulises, señor.

—Necesitamos respuestas, Capitán

—Tranquilos, ellas no han escapado, solo se encuentran ocultas en esta habitación para que no escapen a último momento, y Ulises esta dentro cuidando de ellas —respondí con una sonrisa intentando calmar a mis compañeros—.

Aunque internamente no podía dejar de pensar en que tendría que decidir quién de ellos iba a morir. Para evitar que ellos siguieran preguntando me encerré en esa habitación, intentando pensar en otra alternativa.

“No puedo hacerlo. No puedo decidir quién debe vivir y quién morirá. Todos ellos tienen familia y personas que los esperan, no puedo simplemente…” pensé, sentado en un rincón

Los cánticos de las sirenas se escucharon a lo lejos, era como si estuvieran burlando de mí, de mi inutilidad como un líder. Mis compañeros no tardaron en escucharlas, lo que los hizo dudar de las palabras de su capitán.

—¿Qué? ¿Hay más sirenas?

—No, se supone que las matamos

—¿Qué demonios está pasando? Se supone que el capitán las tiene encerradas ahí dentro

—¿Nos mintió?

—No, no, oigan, él jamás nos mentiría con algo así —dijo Roxy intentando calmar a los demás—.

—No saquen conclusiones apresuradas, es posible que solo hayan más sirenas, además él no es como esos monstruos, no nos mentiría jamás —añadió Erik—.

No podía perder mucho tiempo ahí dentro, no tenía mucho tiempo, si no decidía, todos íbamos a morir por esa bestia. Para sobrevivir debía de elegir a quién sacrificar, era una decisión cruel pero no había otra opción, si quería sobrevivir, debía mantenerme firme.

—¡¡Capitán!! ¡Abra la puerta!

—Ya estamos cerca de llegar a la guarida de ese monstruo

—¡Capitán!

Salí de la habitación con seis antorchas en mis brazos. Cerré la puerta detrás mío lo más rápido que pude para evitar que vieran la verdad tras esa puerta.

—¿Y bien? Humanito, jaja ya tomaste una decisión —se burló Hermes—

—Al llegar quiero que apaguen todas las antorchas y solo dejen seis de ellas, yo me encargaré de lanzar a las sirenas al mar para que las distraigan

—¿Qué? ¿Por qué apagaremos las demás antorchas?

—Ella no nos verá en la oscuridad, y si tenemos menos luz, entonces le será difícil atacarnos y se enfocará solo en las sirenas

—Ya escucharon al capitán, hay que… —Erik estuvo por agarrar una antorcha pero lo detuve antes de que lo hiciera—. ¿Qué?

—No. Roxy y Erik, a ustedes los necesito conmigo, es por eso que no llevarán una antorcha —me acerqué a Euríloco— Euríloco, eres el encargado de dar las seis antorchas

—Como usted pida, capitán

—Los demás, apaguen todas las antorchas y prepárense para… —decidido volteé a ver la silueta de la cueva de Scylla, la cual se veía a lo lejos—. Cruzar al nuevo infierno

Escuché que un par tragaron saliva, otros simplemente me miraron con escépticos, y algunos respiraron hondo para seguir mis órdenes sin titubear. Pero todos se prepararon para cruzar las puertas del infierno.

Apagaron las antorchas de todo el barco, y encendieron seis antorchas, mantuve mi mirada en el suelo, evitando así mirar a esos 6 pobres hombres. Al entrar sentimos como unas pequeñas olas golpeaban el barco, escuchamos el sonido de unas afiladas garras rasgando las paredes de la cueva, y pudimos oler un intenso olor a hierro que delataba la sangre de los viajeros, y de las sirenas que fueron presa de la bestia.

—Capitán, hay que lanzar a las sirenas

—Aún no, de momento todos a excepción de los que tengan las antorchas aléjense de las orillas

—¡Pero capitán!

—Euríloco, solo háganlo —respondí con la mirada perdida—.

—Mm… Tsh, como ordené

Cuando observamos a la bestia acechando en la lejanía, caminé hacia la habitación dónde estaban los muñecos para sacarlos con ayuda de mis amigos. Aproveché que estaba totalmente oscuro para que no se dieran cuenta de inmediato de la farsa.

—Listo, con eso ya nadie va a morir, ¿verdad?

—Roxy, Erik, escóndanse en la cabina del capitán —ordené viendo como Scylla ignoraba los muñecos—.

—¿Qué? Pero…

—Háganlo, es una orden

Tanto Roxy como Erik confundidos corrieron a la cabina del capitán para ocultarse. Lo que inmediatamente llamó la atención de Euríloco, quien se me acercó con una antorcha en la mano.

—Capitán ¿Qué hacemos ahora?

Antes de que la bestia atacara cruce miradas con ella, en sus ojos negros como el carbón pide observar por unos momentos mi reflejo, al final no era tan distinto a ella y a ese cíclope.

—¡Capitán!

Los ignoré y me quedé en silencio, de pie frente a la bestia, mientras ella empezaba a cobrar las vidas necesarias para dejarnos entrar al inframundo.

Cuando la primera cabeza atacó, los gritos de mis hombres implorando órdenes no dejaron de retumbar en mi mente. Euríloco desesperado soltó la antorcha para intentar pelear contra la bestia, pero le fue imposible, cabeza por cabeza fue matando a todos los que tenían una antorcha.

La bestia no solo devoró a los que tenían una antorcha, sino que también en el proceso destruyó el mástil, las cuerdas del barco que sujetaban las velas del barco y parte de la madera que componía el barco.

—¡¡Capitán!! —gritó implorando mi ayuda—.

Uno de ellos trató de implorar que le diera órdenes sujetándome de uno de mis hombros, aunque había recogido la antorcha de Euríloco y por ende su lugar. La quinta cabeza lo devoró de un solo mordisco dejando tan solo su mano fría en mis hombros.

—Lo siento… —me disculpé con un susurro—.

El olor a hierro envolvió todo el barco, pero a cambio la bestia nos dejó cruzar a las tierras de Hades. Cuando la luz de las llamas del Inframundo iluminó nuestro barco, pude ver como algunos lloraban por sus amigos, otros simplemente estaban en shock, unos vomitaban y unos cuantos como Euríloco me observaban con desconfianza.

—Capitán… —murmuró Euríloco—.

“Era la única forma de sobrevivir” pensé mientras cruzaba miradas con Euríloco

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