Liana, una joven que descubre que es la última descendiente de una antigua línea de guardianes de ángeles. Su vida cambia drásticamente cuando una serie de misteriosos eventos la lleva a ser reclutada por una organización secreta encargada de mantener el equilibrio entre los mundos humanos y celestiales.
A medida que Liana profundiza en su nuevo rol, comienza a desentrañar secretos oscuros sobre su familia y la verdadera naturaleza de su poder. Un ángel caído, caudillo de una rebelión celestial, amenaza con desatar el caos en ambos mundos, y Liana debe enfrentarse a él antes de que sea demasiado tarde.
Mientras navega por traiciones, alianzas inesperadas y su propio conflicto interno, Liana descubre que nada es lo que parece. Cada revelación acerca de su pasado revela un nuevo giro en la trama, desafiando sus creencias y forzándola a confrontar la verdad sobre su identidad y el destino que le espera.b
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Capitulo 16: Traiciones Y Confianzas
La noche caía rápidamente sobre la ciudad, envolviendo las calles en una oscuridad que parecía devorar la luz. Liana avanzaba por un callejón estrecho, sus sentidos en alerta máxima. Cada sombra, cada sonido, parecía llevar consigo una amenaza latente. Sabía que esta misión era peligrosa, que la línea entre la traición y la confianza era más delgada que nunca, y que cualquier error podría costarle todo.
Habían pasado días desde que despertaron al Guardián del Equilibrio, y la tensión en el grupo de Guardianes era palpable. Los murmullos sobre la verdadera lealtad de algunos miembros habían comenzado a propagarse, como veneno filtrándose en un torrente de agua pura. Nadie sabía en quién confiar, y las sospechas se volvían más agudas con cada hora que pasaba.
Liana llegó a una puerta de metal al final del callejón, oxidada por el tiempo, pero aún lo suficientemente fuerte como para proteger lo que había detrás. Tocó tres veces, en un patrón rápido y luego lento, y esperó. Unos segundos después, la puerta se abrió apenas lo suficiente para dejarla pasar.
Dentro, la luz era tenue, proyectada por unas pocas lámparas de aceite que lanzaban sombras danzantes sobre las paredes de piedra. Valen estaba allí, esperándola. Sus ojos brillaban con una intensidad que Liana había llegado a reconocer como una mezcla de astucia y desconfianza. Sabía que trabajar con Valen era como caminar sobre una cuerda floja; un paso en falso, y caería al vacío.
—Llegas tarde —dijo él, su voz baja y cargada de reproche.
—No más que tú —respondió Liana, manteniendo su tono neutral mientras se acercaba a la mesa donde Valen estaba revisando unos mapas antiguos.
Valen esbozó una sonrisa sardónica, pero no respondió. En cambio, deslizó un mapa hacia ella, señalando una ubicación en las afueras de la ciudad.
—Tenemos un problema —dijo—. Uno de los nuestros ha estado vendiendo información a los enemigos. La ubicación del Santuario ha sido comprometida.
Liana sintió un nudo formarse en su estómago. El Santuario era el corazón de su resistencia, el último refugio seguro que tenían. Si los enemigos lo encontraban, sería el fin.
—¿Quién? —preguntó Liana, su voz afilada como una hoja.
Valen la miró fijamente, como si estuviera evaluando hasta qué punto podía confiar en ella. Después de un largo silencio, finalmente habló.
—Kael.
El nombre cayó como una bomba entre ellos. Kael, el líder de los Guardianes, el hombre que había guiado la rebelión desde sus inicios. Liana sintió una oleada de incredulidad y rabia recorrer su cuerpo.
—Eso es imposible —replicó Liana, pero su voz vaciló un poco. Las dudas, aunque reprimidas, comenzaban a surgir en su mente—. Kael nunca nos traicionaría.
—Las pruebas están ahí, Liana —dijo Valen con una frialdad que helaba la sangre—. Él ha estado en contacto con los Ángeles Caídos. Ha intercambiado información a cambio de promesas vacías de poder. Si no hacemos algo pronto, todo estará perdido.
Liana cerró los ojos por un momento, tratando de procesar la información. Todo lo que sabía, todo en lo que había creído, se tambaleaba. Pero había algo en la manera en que Valen lo decía, algo en la seguridad de sus palabras, que la hacía dudar. ¿Y si era cierto? ¿Y si Kael realmente los había vendido?
—Necesitamos confirmarlo —dijo finalmente, su voz llena de determinación—. No podemos actuar basándonos solo en suposiciones.
—De acuerdo —Valen asintió—. Pero debemos movernos rápido. Si Kael descubre que sospechamos de él, podría hacer un movimiento antes de que podamos detenerlo.
Liana asintió, consciente de que cada minuto contaba. Decidieron reunir a unos pocos Guardianes en quienes confiaban, aquellos que habían demostrado su lealtad en el pasado. Si Kael era realmente un traidor, tendrían que confrontarlo, pero también sabían que si estaban equivocados, el precio de esa desconfianza sería muy alto.
Horas más tarde, en el Santuario, Liana y Valen, junto con los otros Guardianes, entraron en la cámara principal. Kael estaba allí, revisando pergaminos antiguos con una expresión de concentración en su rostro. Al verlos entrar, levantó la vista, sorprendido por la intensidad en sus rostros.
—¿Qué sucede? —preguntó Kael, dejando de lado los pergaminos.
Liana sintió su corazón latir con fuerza. Este era el momento decisivo, el punto en el que todo podría cambiar.
—Kael, necesitamos hablar —dijo, tratando de mantener la calma en su voz—. Hay algo de lo que necesitamos respuestas.
Kael frunció el ceño, claramente desconcertado, pero asintió.
—Por supuesto. ¿Qué pasa?
Valen fue el primero en hablar, directo al grano.
—Sabemos que has estado en contacto con los Ángeles Caídos. Hemos descubierto que has compartido información con ellos, información que podría llevarnos a la ruina.
El rostro de Kael palideció, y por un momento, Liana vio algo en sus ojos, algo que podría haber sido culpa o tal vez la sombra de una traición no confesada. Pero antes de que pudiera decir algo, Kael dio un paso hacia atrás, levantando las manos en un gesto de defensa.
—No es lo que piensan —dijo rápidamente—. Sí, he estado en contacto con ellos, pero solo para obtener información. Necesitaba saber qué planeaban para poder adelantarnos. No he traicionado a nadie, solo estaba jugando un juego peligroso para protegernos.
Liana miró a Valen, luego a los demás. Podía sentir la tensión en el aire, la desconfianza que se arremolinaba entre ellos. Pero en su corazón, quería creer en Kael. Sabía lo mucho que había sacrificado por la causa, lo mucho que había perdido.
—Entonces, demuéstralo —dijo Liana, dando un paso adelante—. Demuestra que aún estás con nosotros.
Kael asintió lentamente, sus ojos fijos en los de Liana.
—Lo haré —prometió—. Pero necesitan confiar en mí, ahora más que nunca. Los Ángeles Caídos están preparando un ataque, algo grande, y si no actuamos juntos, todo estará perdido.
Liana miró a los demás Guardianes. Sabía que este era el momento en que la línea entre la traición y la confianza se definiría claramente. Y aunque las dudas aún persistían, sabía que no podían permitirse fragmentarse en ese momento.
—Estamos contigo, Kael —dijo finalmente, su voz firme—. Pero te vigilaremos. Si alguna vez traicionas nuestra confianza, lo sabremos.
Kael asintió, aceptando el reto.
—Entonces, vamos a prepararnos. La verdadera batalla aún no ha comenzado.
Mientras los Guardianes se dispersaban para planificar su próximo movimiento, Liana sintió que una parte de su inocencia se desvanecía. La guerra no era solo una lucha de espadas y poderes, sino también de lealtades y traiciones, y cada decisión que tomaran podría cambiar el curso de todo.