El CEO Estéril Y Su Exesposa Multimilionária

Pasaron unos días y Kate logró recuperarse, luego de hacer algunas pruebas y asegurar que todo estaba bien con el bebé.

Desde el velorio no había recibido noticias de James ni había buscado saber sobre él.

Tereza, su colega obstetra, al enterarse de la situación de Kate, le ofreció una habitación en su apartamento para vivir.

Kate incluso pensó en negarse, pero acabó pensando que sería más complicado explicar su historia y decir por qué no necesitaba un lugar donde vivir que simplemente aceptar.

Justo cuando pensaba que todo se estaba calmando, su conexión con James la perseguía, cuando recibió una llamada del abogado de Sara, pidiéndole que asistiera a la lectura del testamento de Sara.

Kate se negó, pero el abogado le dijo que Sara había dejado una carta y que por eso sería importante que Kate estuviera presente.

De mala gana, terminó aceptando ir, sabiendo ya que tendría inconvenientes.

El día de la lectura, que tuvo lugar en la casa, todos los familiares estuvieron presentes, como se esperaba, y cuando Kate llegó, fue recibida con miradas hostiles.

Ella lo ignoró y se sentó en el único asiento disponible, al lado de James. No dijo nada y parecía demacrado, con círculos oscuros bajo los ojos y el pelo desordenado.

Kate no sintió pena, pensando que no podía preocuparse por él ahora, tenía preocupaciones mayores por su futuro.

James la miró pensando que estaba muy bien, que no parecía estar sufriendo por la ruptura, lo que no entendía era que Kate había aprendido a parecer siempre fuerte y ocultar sus sentimientos.

— Bueno, ahora que ha llegado la señora Kate, podemos empezar. — dice el abogado.

— Vaya, Sara no le dejó nada, ¿verdad? ¡Ni siquiera es parte de nuestra familia! ¡Es sólo una mujer hambrienta la que se ha infiltrado en nosotros! — Dice Aline y recibe una mirada penetrante del abogado, por encima de sus gafas.

— Señorita, ¿no se enteró que vamos a empezar a leer?

— ¡Escuché! Pero quiero decir que no estaré de acuerdo con nada de lo que se reciba y estoy dispuesto a acudir a los tribunales para anular este testamento.

Aline mira con desdén a Kate, quien se cruza de brazos y la ignora.

— Bueno, comencemos. Primero debo leer la carta que dejó la señora Sara.

“Queridos familiares, es un placer estar nuevamente con ustedes… Quiero decir, si están leyendo esta carta, probablemente ya no estoy presente en carne, pero sí en espíritu. No esperé a poder perseguirlos a cada uno de ustedes en las primeras horas de la mañana. Si sientes que te tiran las sábanas mientras duermes, puedes estar seguro de que fui yo”.

— ¡A mí hasta se me puso la piel de gallina, mira! — Dice Aline, mirando a su alrededor, desconfiada — Voy a llamar a un exorcista, aunque esa perra de tía Sara esté muerta ¿no nos dejará en paz?

Kate mira a Aline, con ganas de clavarle las uñas en la cara, con tanta falta de respeto.

— Aline, si abres esa boca para hablar mierda una vez más, te voy a tirar por la ventana. — dice James, masajeándose las sienes.

— Lo siento, prima. No lo dije mal, pero tu madre nunca estuvo unida a su familia, ¿no? Nunca ayudé a nadie...

— Aline, lo digo en serio...

James mira amenazadoramente a su prima, quien termina guardando silencio.

—¡Continuar! — Dice James, asintiendo hacia el abogado.

“Cuando estaba decidiendo qué poner en mi testamento, me pregunté quién merecía recibir algo, entonces pensé en los recuerdos que tenía con mis queridos hermanos Berta, Jorge y Sebastián. Hermanos muy cercanos, ¿sabes? Unidos para intentar sabotearme.

Cuando quedé embarazada de James, se apresuraron a contárselo a todo el mundo, diciendo que yo era una perra, que ni siquiera sabía quién era el padre de mi hijo. Cuando mi esposo le confesó a nuestro hijo y nos casamos, me dijeron en mi boda que si no hubiera quedado embarazada, nunca habría podido casarme.

Cuando se enteraron que mi marido era una persona importante, empezaron a halagarme solo para que consiguiera algún puesto importante en nuestra empresa y cuando dije que no, me llamaron arpía.

Es decir, en mi familia siempre estuve rodeada de serpientes. Cuando enfermé, aplaudieron mi muerte y ni siquiera me visitaron durante un día en el hospital.

Recibí cariño de mi único hijo, cabeza hueca, pero en el fondo un buen hombre.

Y lo recibí de Kate, mi nuera y una hija considerada, que hizo mucho mejores mis días de dolor con su atención, cariño y cuidado.

Y así decidí cada párrafo de mi testamento.

¿Qué creen mis queridos parientes que obtendrán, eh? ¡Hagan sus apuestas!

Kate sacudió la cabeza, queriendo reírse de la burla de Sara. Incluso después de muerta, podía resultar provocativa.

— Bueno, el testamento de la señora Weyland es muy corto, el 50% de todo, excepto esta casa, es para James.

— ¡¿Nos vamos a quedar con esta casa?! ¡Eso sería increíble! ¡Quiero tener la habitación de James! — Aline grita y James golpea la mesa, asustándola hasta hacerla callar.

— No, no te quedarás con esta casa, esta casa ahora es propiedad de la Sra. Kate.

James miró a Kate y los familiares de Sara comenzaron a discutir.

— El otro 50% de todo también va para la señora Kate.

— ¡Esto es absurdo! Voy a pedir que se anule este testamento. Esta mujer ni siquiera es familia y ella y James están a punto de divorciarse. — uno de los hermanos de Sara se levanta protestando.

— Independientemente del divorcio o no, el 50% de todo va para la señora Kate.

— Entiendo que el cincuenta por ciento de todo va para James, pero el otro cincuenta por ciento debe dividirse entre la familia. Dudo que el juez lo permita.

— Si quiere presentar una demanda, hágalo. Pero debo decir que será dinero desperdiciado. La señora Sara ya hizo la donación completa durante su vida y ésta no puede ser cancelada.

Todos miraron a Kate, aterrorizados.

— Devuélveme todo el dinero que tomaste, niña. O haremos de tu vida un infierno. — Dice la hermana de Sara.

— Demonios… — dice Kate y sonríe — Tener familiares como tú definitivamente debe ser un infierno, pobre Sara…

—¡Qué estás diciendo, hambriento! ¡Estafador! — Aline grita.

— ¡Estoy diciendo que ya no quiero a ninguno de ustedes en mi casa!

— ¡Quiero ver que tengas el coraje de sacarnos de aquí!

— No toco residuos radiactivos, se los dejo a quienes están preparados. — Kate saca su celular y hace una llamada — Hola, soy Kate Vieira y quisiera solicitar un vehículo para mi casa, tengo unos intrusos en mi sala.

Los familiares se miraron asustados.

— ¡Oh, estarán aquí en cinco minutos, genial! — Dice Kate y cuelga el teléfono.

— No hace falta que llames a la policía, ya nos vamos. Uno de los hermanos de Sara se levanta y se ajusta la chaqueta.

Los demás también se levantan y se van.

James se levanta el último y dice:

— Voy a ir a buscar mis cosas.

— No, no te dije que te fueras.

— No voy a vivir aquí contigo.

— Ni siquiera voy a vivir... Sólo quería ahuyentar a las cucarachas. A veces es bueno demostrar que no agachamos la cabeza ante nadie, aunque mi intención no sea quedarme aquí. Sólo quiero conseguir algunos de mis libros, pero estoy cansado, vendré a buscarlos otro día.

Kate se levanta y se prepara para irse.

— ¡Kate, espera! Necesitamos hablar.

—¡Ah, sí, claro! Necesitamos hablar sobre el divorcio, pronto volveré con los papeles.