En un pequeño pueblo donde los sueños y la realidad a menudo se entrelazan, Valeria es una joven de 19 años que vive atrapada entre la inocencia de su corazón y las sombras de lo desconocido. Soñadora y curiosa, su vida da un giro inesperado cuando un misterioso desconocido se obsesiona con ella, llevándola a una encrucijada peligrosa. Atrapada en un matrimonio forzado, Valeria descubre que el amor que anhelaba no era más que una ilusión.
En medio de esta nueva vida, se encuentra con su esposo, un hombre de carácter difícil y secretos ocultos. A medida que Valeria navega por las tormentas de su nueva realidad, comienza a desentrañar capas de su propio ser y, poco a poco, descubre que el amor puede surgir en los lugares más inesperados.
Con giros inesperados y emociones intensas, esta historia es un viaje sobre el descubrimiento personal, la lucha por la libertad y la búsqueda del verdadero amor. ¿Podrá Valeria encontrar su voz en un mundo que intenta silenciarla?
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Capitulo XV Darle su libertad
Punto de vista de Leonardo.
Valeria había resultado ser todo lo contrario a lo que yo creía, ella era inocente, tímida y amable. Cuando la encontré en ese estado al regresar a la cabaña, me sentí perdido. Ella había tenido un ataque de ansiedad y pánico, nunca había visto a nadie en ese estado. Parecía como si hubiera regresado a algún recuerdo del pasado. No se mucho de ella, solo que vivía en ese horrible pueblo y que su padre era un desgraciado. No voy a mentirme a mi mismo, cuando la escuché decir mientras dormía que amaba a otro hombre; mi primera reacción fue dejarla y seguir con mi vida, pero reflexione sobre lo ocurrido, además también recordé que cuando la conocí ella estaba muy animada esperando a alguien y no era precisamente la mujer que me encontré mientras salía de su casa. Así que no puedo pedirle que no esté enamorada de otro, ya que prácticamente yo la aleje de él. Más bien ella deberia odiarme por quitarle lo que seguramente guardaba para ese otro hombre, pero ya no se pueden cambiar las cosas, ahora debo trabajar para mantenerla a mi lado, para que no me vea como a un enemigo y que pueda empezar a acostumbrarse a mi presencia y es que en definitiva prefería estar casado con ella que con Mariana.
Después de tener un día de pasión, Valeria quedó tan cansada que se durmió toda la noche, yo me desperté temprano y salí de la habitación, pues tenía algunos asuntos pendientes de la oficina y bueno los resolvería desde casa. Al terminar fui nuevamente a la habitación encontrándome con la hermosa sonrisa de Valeria, estaba pensando en algo o en alguien, le hice un elogio que la sonrojo. Vi que se levantó envuelta en una sábana, me pareció graciosa, pues yo conocía cada parte de su cuerpo perfectamente, pero ella era tímida y contra eso no podía competir.
Entro al baño y mi primera intención fue entrar junto a ella, pero tuve que atender a la puerta, ya que estaban llamando. Fui a ver quién era el inoportuno, resultando ser Amanda, la joven del servicio.
“¿Qué quieres?”. Le pregunté de mala manera.
“Disculpe señor, sus padres han llegado y lo esperan en la sala”. Lo que faltaba, vinieron solo a molestar.
Mire hacia el baño y agradecí que Valeria estuviera en él, no quería que ella se enterará de esa visita inesperada. Sabía a lo que habían venido y seguramente terminaré discutiendo con ellos.
Fui a recibirlos con tranquilidad, ellos no podían notar que su presencia me incomodaba.
“Padre, madre, gusto de verlos”. Saludé con una sonrisa, aunque todo era hipocresía.
“Hijo, eres un ingrato, ya casi no vas a visitarnos”. Dijo mi madre abrazándome.
“Sabes que he estado ocupado últimamente, pero por favor tomen asiento. Están en su casa. Mi padre no me había dirigido la palabra, el estaba serio mirando para todos lados, como si estuviera buscando a alguien.
“¿Dónde está la mujer esa que tienes vivir do aquí?”. Pregunto, Don Sergio Rizzo con altivez.
“Quieres decir, ¿donde esta mi esposa?”. Corregí a mi padre, no le iba a permitir que se expresará así de ella.
“Para mi ella solo es una aprovechada, nunca tendrá el título de esposa y nunca formar parte de esta familia”. Dijo mi padre con determinación.
“Lo siento, padre, pero si has venido a ofender a mi esposa, le pido que por favor se retire”. Conteste tratando de no perder los estribos.
“Por favor, calmensen los dos. Hablemos como adultos que somos”. Intervino mi mamá viendo que ya íbamos a empezar una discusión.
“Alexandra, no te metas en esto. Tu siempre has alcahueteado a tu hijo, y por eso el es asi”. Mi papá le estaba hablando de mala manera a mi madre y eso tampoco lo iba a permitir.
“Respeta a mi madre, además, está es mi decisión y no necesito que andes buscando culpables”. Ya para este momento había perdido la poca paciencia que tenía.
Estábamos en plena discusión, cuando veo a Valeria entrar a la sala, ella se veía tan tranquila y con amabilidad saludo a mis papás, pero mi padre la miró con desprecio y después la trato peor, ella por respeto no le dijo las cosas que realmente este se merecía, si no que se dio la vuelta y regreso a nuestra habitación.
Le pedí a mis padres que se retiraran, no iba a seguir perdiendo el tiempo con una persona tan mente cerrada como Don Sergio. Era mi padre, pero su manera de ver y creer como eran las cosas estaba totalmente mal.
Después de que se fueron, fui corriendo a ver cómo estaba Valeria, encintrandola mirando por la ventana.
“Hola”. La saludé.
“Hola”. respondió ella mirándome con esos hermosos ojos azules que estaban llenos de tristeza.
“Siento mucho lo que dijo mi padre”. Dije acercándome a ella.
“No me molestaron sus palabras. Se que no soy nadie y además me hubiera afectado si entre nosotros hubiera algún tipo de afecto, pero no es así. Yo solo soy mercancía que compraste, por lo tanto ni yo te quiero y mucho menos tú me quieres”. No voy a negar que sus palabras atravesaron cada fibra de mi piel. Fue doloroso escucharla decir que no me quiere, y bueno que esperaba, si ella tiene razón, yo la compré solo para saciar mis necesidades de hombre, como iba a pretender de que ella sintiera algo por mí.
Tome mi abrigo y salí de la casa, me sentía mal por como se habían dado las cosas. Valeria era una buena muchacha, no merecía lo que estaba viviendo. Yo no soy más que un idiota, que se aprovechó de su inocencia, solo para zafarse de un compromiso. Creo que lo mejor es dejarla en libertad, ella merece ser feliz. Solo voy a esperar a ver qué no esté embarazada y si no lo está, entonces la ayudaré para que se vaya a donde ella quiera y sea feliz. Aunque me duela el alma.