Santiago Jr. y Maggie se casaron en una noche de copas en Las Vegas. Ella desapareció después de la noche de bodas y Santiago Jr. comenzó a buscarla para corregir su error y divorciarse. Pero Maggie después de esconderse por meses viene dispuesta a sacarle a Santiago Jr. hasta el último dólar a cambio de darle su libertad.
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CAPÍTULO 15
Maggie dejó el cubierto de lado y se levantó de la mesa. Sabía que debía dar muchas explicaciones, pero no todas las respuestas las tenía ella. Solo le pedía a Dios claridad y valentía para afrontar lo que se avecinaba.
Por ahora tenía problemas mucho más graves, como evitar que Santiago Jr. le diera el apellido a su pequeño. Su corazón estaba oprimido. Decían que el tiempo de Dios es perfecto, pero ella está al borde de la locura. Necesitaba una señal para saber qué hacer.
En ese momento, el sonido de su celular suena y Maggie ve el nombre de su amiga en la pantalla.
Ella se alejó de su madre y respondió.
—Dime
—¡Despertó!
Maggie colgó la llamada. Sintió sus piernas flaquear. Su corazón comenzó a latir rápidamente y sus manos comenzaron a sudar. Al parecer, sus plegarias fueron escuchadas.
El momento de la verdad había llegado.
Maggie se sentó de nuevo en la silla y tomó una gran bocanada de aire para dejarla escapar lentamente. Malena solo observaba cada gesto de su hija. Era evidente que una tormenta se desató en el interior de la joven.
Pero Male no acostumbraba a inmiscuirse en los asuntos de su hija. Confía en su buen juicio y sabe que me contará todo cuánto llegue el momento.
Maggi sintió la mirada inquisitiva de su madre y disimuló sus emociones.
—Male. Tengo que salir de emergencia. Dile a Dereck que salimos otro día.
Magdalena frunció el ceño y negó con la cabeza. Ella estaba negada a aguantarse el sermón del pequeño. Seguro iba a molestarse y a quejarse todo el día de la decisión de su titi, pero bueno, ella debía apoyar a su hija.
—¡Ay mi Dios! Ayúdame a calmar a este lorito. —Dijo Magdalena levantando los brazos hacia el cielo.
Maggie no pudo evitar sonreír, por las ocurrencias de su madre, pero el ruido de un auto estacionarse afuera interrumpió su interacción.
Maggie resopló, no se imaginó que su querido esposo llegara tan temprano, pero bueno, debía ver el lado positivo. Tenía transporte.
Malena fijó su mirada en Maggie esperando una respuesta.
—Es mi jefe. Voy a aprovechar de irme con él. Cuida a mi lorito —le dijo Maggie a su madre mientras caminaba hacia la salida, pero sus ojos se quedaron fijos en las escaleras al escuchar unos pasos acercarse hasta ella.
—Ya toy listo, mami. Vámonos, llegó mi papá. —Maggie se quedó paralizada, al ver a su pequeño perfectamente vestido y peinado bajando por la escalera.
Malena soltó una pequeña risa.
—Dios escuchó mis plegarias. Pórtate bien, Dereck. Dile a tu madre que te lleve a desayunar. —le dijo Male al pequeño mientras se acercaba a él y le daba un beso en la frente.
Maggie extendió la mano hacia su hijo y lo levantó en brazos.
—Está bien, amor. Vámonos.
Maggie caminó hacia la puerta con su pequeño en brazos cuando el sonido del timbre se escuchó.
El pequeño Dereck se bajó de los brazos de su madre y corrió hacia la puerta.
—¡Papi! —gritó el pequeño al abrir la puerta y saltar a los brazos de su padre.
Malena caminó detrás del niño y fijó su mirada en el hombre que lo levantó en brazos y besó su frente.
—¿Cómo está mi príncipe? —le preguntó Santiago Jr. a su pequeño. Hasta que una mirada inquieta llamo su atención.
—Bien. Papi
Santiago Jr. despeinó un poco el cabello de su pequeño, antes de fijar su mirada en la señora que lo miraba detalladamente.
Santiago Jr. dio dos pasos hacia adelante y llevó todo el peso de su pequeño a su brazo izquierdo para extenderle la mano derecha a su suegra
—Un placer. Al fin la conozco. Soy el es...
Maggie caminó hacia ellos y los interrumpió.
—Santiago Jr., ella es mi madre. Ahora vámonos, tengo algo importante que hacer.
Santiago Jr. se sintió incómodo por la actitud de su amada esposa. Era evidente que no quería que conociera a su madre o que su madre no conociera el vínculo que hay entre ellos, pero bueno, ya habrá tiempo para aclarar esta situación.
Malena estrechó la mano del hombre frente a ella y le sonrió.
—El placer es mío.
—Él es mi papá, abuela —le susurró el pequeño y Male le sonrió.
—Que bueno que vino tu papá. Amor. —le respondió Malena, mirando a su hija de reojo.
Maggie seguía inquieta. Ella necesitaba llegar a la clínica. Entonces volvió a interrumpir.
—Bueno, ya vámonos. Es tarde.
Maggie salió de la casa dejando a todos atrás. Lo que obligó a Santiago Jr. a caminar detrás de ella.
—Hasta luego, suegra.
Malena soltó una pequeña risa y asintió con la cabeza.
Segundos después, toda la familia estaba en el auto.
—Disculpa, Santiago Jr., pero tengo que ir a la clínica. Al parecer ya despertó.
Santiago Jr. le sonrió y encendió el auto.
—Pero, qué buena noticia y ¿por qué tu madre no vino, ? —le preguntó Santiago Jr., lógicamente extrañado.
—Ella no lo sabe.
Maggie suspiró y volteo a ver a su pequeño y Santiago Jr. entendió que ella no quería hablar delante de él.
Entonces tomó la mano de Maggie y la presionó un poco, en señal de apoyo.
—No te preocupes, amor. Si quieres, te dejo ahí, llevo a Dereck a desayunar con mi familia y vengo a acompañarte.
Maggie asintió, no sabía si era buena idea contarle a Santiago Jr. toda la verdad. Pero sabía que no quería estar sola. No contra esta tormenta que se avecinaba.
Santiago Jr. aceleró hasta el fondo y Maggie iba perdida en sus pensamientos. Ella cerró los ojos y recordó la última vez que conversó con su hermana. Aunque realmente fue una fuerte discusión que terminó en una bofetada recibida por Maggie.