Todo el mundo reconoce que existen diez mandamientos. Sin embargo, para Connor Fitzgerald, héroe de la CIA, el undécimo mandamiento es el que cuenta:
" No te dejaras atrapar"
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CAPITULO 15
-- Eso significa que la gente en cuestión tiene menos de un mes de vida -- advirtió Jackson después de una larga pausa.
-- Ella no eliminaría a una persona de su propio equipo -- manifestó Andy Lloyd con cierta incredulidad.
-- No olvide que él es un gran agente secreto extraoficial. La sección de la CIA para la que trabaja ni siquiera existe de manera oficial, señor Lloyd.
-- Este hombre es un buen amigo suyo, ¿no es verdad? -- pregunto Lloyd.
-- Si -- repuso Jackson en voz baja.
-- Entonces, será mejor que se asegure de que siga con vida.
En las oficinas de la CIA:
-- Y, ¿Como funciona? --preguntó la directora.
-- En realidad, es muy sencillo contestó el profesor Ziegler, director de servicios técnicos de la CIA. Se volvió a una hilera de computadoras y oprimió algunas teclas. El rostro de Tom Lawrence apareció en la pantalla.
Después de que Dexter y Nick Gutenberg escucharon las palabras del presidente durante unos minutos, ella inquirió.
-- Qué tiene eso de extraordinario todos nosotros hemos oído a Lawrence dar discursos antes.
-- Tal vez, pero nunca lo he oído pronunciar este discurso en particular -- aclaró si Ziegler.
-- ¿A qué se refiere? -- preguntó Gutenberg.
Una sonrisa casi infantil de satisfacción se dibujó en el rostro del profesor.
-- He almacenado en mi computadora, cuyo nombre en clave es Tommy, más de mil discursos y entrevistas que el presidente ha concedido en los últimos dos años. Cada palabra o frase usada durante ese tiempo está guardada en este banco de memoria. Eso significa que estoy en condiciones de hacerlo pronunciar un discurso sobre cualquier tema que usted elija. El programa se configuró En caso de que el presidente muriera mientras Estados Unidos se encuentra en guerra y sea necesario hacer creer al enemigo que todavía está vivo.
Dexter empezó a considerar las posibilidades.
-- Si le hicieron una pregunta a Tommy, ¿podría dar una respuesta convincente? -- preguntó ella.
-- No de manera espontánea -- admitió Ziegler --. Sin embargo, si usted tiene alguna idea del tipo de preguntas que se esperaría que respondiera, creo que podría engañar a la propia madre de Lawrence.
-- De modo que todo lo que tenemos que hacer -- intervino Gutenburg-- es prever lo que probablemente diría la otra parte.
-- Lo que no es tan difícil como usted cree -- repuso Ziegler --. Si preparara comentarios de salud y despedida, así como, por ejemplo, las cincuenta preguntas o aseveraciones más probables a las que tendría que responder, casi podría garantizarle que es capaz de sostener una conversación verosímil.
-- ¿Cuánto tiempo tardaría en preparar un programa específico? -- preguntó Gutenburg.
-- cuánto tiempo tardaría usted en determinar lo que el presidente necesita decir preguntó siller a su vez.
En la oficina de Connor:
Joan no despegó el dedo del timbre sino hasta que Connor levantó por fin el teléfono en su escritorio.
-- ¿Qué problema hay,Joan? Vas a dejarme sordo.
-- La secretaria personal del presidente está en línea.
La siguiente voz que Connor oyó era la de una mujer.
-- ¿Señor Fitzgerald? el presidente está en la línea y desea hablar con usted.
Connor oyó un click.
-- Buenas tardes -- saludó una voz familiar.
-- Buenas tardes, señor presidente.
-- Creo que usted conoce el motivo de mi llamada.
-- Sí señor así El.
El profesor Ziegler oprimió DECLARACIÓN INTRODUCTORIA. La directora y el director adjunto contuvieron la respiración.
-- Pensé que era mi deber llamarle y hacerle saber que considero esta comisión muy importante -- pausa --. Porque no tengo ninguna duda de que usted es la persona indicada para efectuarla.
Ziegler oprimió el botón esperar.
-- Valoro mucho la confianza que deposita usted en mí señor presidente -- aseguró Connor -- y le agradezco que me haya telefoneado personalmente.
-- Número once -- ordenó Ziegler, que sabía de memoria todas las respuestas.
-- Consideré que era lo menos que podía hacer bajo estas circunstancias -- pausa.
-- Le agradezco mucho, señor presidente. Aunque el señor Gutenburg me informó acerca del interés de usted, no podía emprender una misión como esta sin estar seguro de que la orden por se haría directamente de usted.
-- Número siete.
-- Entiendo perfectamente su inquietud -- pausa.
-- número diecinueve.
-- Tal vez, cuando todo esto acabe usted, y su esposa quieren venir a visitarme a la Casa Blanca -- pausa.
-- Sería un gran honor, señor -- repuso connor.
-- Despedida -- musitó Ziegler.
-- Muy bien. Será un gusto verlo cuando regrese -- pausa --. Fue un placer hablar con usted. Hasta entonces.
-- Hasta luego señor presidente.
Connor todavía tenía el auricular en la mano cuando Joan entró en la oficina.
-- Ahí tienes otro mito que se desvanece comentó Su secretaria conor la miró y enarcó una ceja de manera inquisitiva.
-- Me refiero al mito de que el presidente siempre llama a todo el mundo por su nombre.
Gutenburg le entregó un sobre que contenía cuatro pasaporte, tres pasajes aéreos y un fajo de billetes de diferentes países.
-- ¿No tengo que firmar por todo esto? -- preguntó Connor.
-- Ya nos encargaremos del papeleo a tu regreso. Una vez que llegues a Moscú, te dirigirás a las oficinas centrales de Zerimski y presentarás los documentos que te acreditan como reportero de Sudáfrica. Te darán un paquete de prensa en el que se detalla el itinerario de la campaña.
-- ¿Tendré un contacto en Moscú?
-- Sí. Ashley Mitchel --titubeo Nick Gutenburg --. Es su primera comisión importante. Tiene instrucciones de comunicarse contigo solamente si hay luz verde, en cuyo caso él te proporcionará el arma.
-- ¿Marca y modelo?
-- El Remington 700 de siempre, fabricado según tus especificaciones -- respondió Gutenburg --. Sin embargo, si Chernopov sigue adelante en las encuestas, no creo que se necesite de tus servicios, y volverás a Washington al día siguiente de las elecciones.
-- Así lo espero -- concluyó connor y se marchó sin estrechar la mano del director adjunto.
En las oficinas de la CIA:
-- ¿Estás completamente seguro de que no quedará ningún rastro? -- preguntó Helen Dexter.
-- Ninguno en lo absoluto -- asevero Gutenburg --. No olvide que, en su calidad de agente secreto extraoficial, jamás apareció en los archivos de la compañía.
-- Pero, ¿qué me dices de su esposa?
-- ¿Por qué iba ella a sospechar algo? Solo está enterada de que él no pudo negarse a realizar una última comisión para Maryland Insurance.
-- Aún queda el problema de su ex secretaria.
-- Hice que la transfirieron a la división para Oriente medio, en Langley. Tendrá que estar en la oficina durante un horario laboral, que va de las seis de la tarde a las tres de la mañana. Y voy a obligarla a trabajar tanto, que va a estar demasiado cansada como para pensar en otra cosa que no sea en lo que planea hacer después de jubilarse.
-- Excelente. Dígame, ¿dónde se encuentra Connor Fitzgerald en este momento?
Gutenburg miró el reloj.
-- Volando en mitad del Atlántico. Aterrizará en el Heathrow Airport de Londres en unas cuatro horas. Viaja con el seudónimo de Martín Perry.
-- Al parecer, pensó en todo, salvo en lo que ocurrirá cuando él regresa a Washington -- puntualizó la directora.
-- No va a regresar a Washington -- respondió Gutenburg.