Maximiliano Smith, el último soltero de los Insoportables descendientes, nos contará su historia de amor. Después de una relación fallida y una hija, encontrará a la mujer que haga latir su corazón.
Solo que ella, será un alma indomable y él deberá luchar para penetrar esa dura coraza, si quiere el premio mayor. "el corazón de su amada".
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CAPÍTULO 21
Malena entró a su habitación y aunque quería dar un paseo nocturno por el jardín. No se atrevía a desobedecer a Julieth.
Entonces se resignó y se acostó. Sacó una foto de Fabián que tenía debajo de su almohada. Le dió un beso y se apagó la luz, para obligarse a dormir.
Al día siguiente, Malena se despertó muy temprano, se ducho y de vistió para ir a la habitación de la pequeña.
A partir de este día, la niña era su responsabilidad.
—Vamos princesa, levántate —le susurró Malena y la niña abrió los ojos.
—¿Ya se fueron mis abuelos? —le preguntó la niña, sentándose en la cama.
—No, ellos se marcharan después de desayunar.
—Ok, entonces llévame con ellos.
Malena la ayudó a ir al baño, después la vistió y la peinó. Para finalmente bajarla hasta el comedor, con la ayuda del mayordomo.
El hombre se sorprendió al ver que Malena no le permitió cargar a la niña. Solo le pidió que bajara la silla de ruedas y ella personalmente la levantó y bajo las escaleras con ella.
Malena bajaba los escalones, uno a uno.
Thiago al verla, corrió y la ayudó con la pequeña, pero le dió una mirada de reproche al mayordomo.
Pero Malena intervino.
—Señor Smith, prefiero personalmente cargar a la niña. No quiero que ningún hombre ajeno a la familia lo haga.
Thiago frunció el ceño y asintió.
—Malena, Joao es una persona de confianza. Lo traje de Rusia, para apoyar a mi hijo. Porque despidió a todo el personal que estaba cuando mi pequeña tuvo el accidente. Por favor recuerda, que estarán solas en las habitaciones de arriba. Debes vigilar el monitor de la niña de vez en cuando, por si algo se presenta.
—Si, lo entiendo. Pero como Estrella ahora es mi responsabilidad, mantengo mi postura. No me molesta hacerlo, ella no pesa mucho. Además de que estará en esa silla por poco tiempo.
Julieth asintió y cruzó la mirada con su esposo y este le guiñó un ojo.
Después de desayunar, Julieth y Thiago se despidieron y salieron al aeropuerto.
Malena se acercó a Estrella con el cronograma de actividades en la mano.
Supuestamente, debían haber ido a terapia o mejor dicho debía venir un terapeuta y no había llegado nadie.
Ella se relajó. Pensó que tal vez el hombre tuvo un contratiempo.
Estrella estaba jugando en la tablet y no se despegó de ella hasta el almuerzo.
Malena la ayudó a comer. Pero se había dado cuenta de que la pequeña no había emitido ninguna palabra, desde que se despidió de sus abuelos.
Entonces ella decidió, romper el hielo.
—Estrella ¿Quieres pasear por el jardín? —le preguntó Malena, mostrándose entusiasmada.
La pequeña negó con la cabeza y volvió a fijar su mirada en la tablet.
Malena miró nuevamente el cronograma y la maestra de clases particulares, tampoco había llegado.
Algo muy extraño, estaba ocurriendo en esa casa.
Al parecer, la única que trabajaba era la cocinera. Incluso Malena, por costumbre había cambiado ella misma las sábanas de la cama de la pequeña y había recogido la ropa sucia.
Pero el cuarto de la pequeña tenía polvo y el de Malena también.
Malena pasó el día aburrida, sentada al lado de la pequeña, que seguía jugando con la tablet y sin dirigirle la palabra. Pero Malena podía sentir que la pequeña, la detallaba de reojo.
Bueno eso era un pequeño avance. Pero en realidad, Malena estaba preocupada. Ninguna de las actividades del cronograma se cumplieron hoy. Seguramente, cuando el padre de la niña regresará, la regañara.
Pero mañana ella, se encargará de que cada actividad se cumpla como corresponde.
El sol comenzó a caer y Malena levantó a la niña en brazos. Al menos la pequeña no se negaba a estar en sus brazos.
Malena sentó a la niña en la mesa y la pequeña comenzó a comer sola y Malena le sonrió.
Después de cenar, Malena la llevó a su habitación y la acostó.
Malena sonrió al ver a la pequeña fingir estar dormida. Era evidente que debía marcharse.
Malena se acercó a ella y le dio un beso en la frente y le susurró:
—Descansa traviesa
Malena le apagó la luz y salió de su habitación, hoy tampoco daría su paseo nocturno, porque le daba miedo estar sola de noche, por los pasillos.
Para colmo de males, comenzó a llover. Al parecer era una tormenta.
Malena se despertó asustada con el ruido de un trueno y se levantó, para ver el monitor. Afortunadamente, la niña dormía plácidamente. Al parecer la pequeña Estrella, tenía un sueño muy pesado.
Sin embargo, Malena decidió irse a dormir en la habitación de la pequeña.
No importaba si tenía que dormir en el piso, tenía muchas colchas y almohadas. Estaba segura de que estaría muy cómoda.
Malena salió de su habitación y soltó todo lo que tenía en sus manos, del susto al ver a un hombre con un poncho parado frente a la puerta de la habitación de la pequeña.
Malena sin perder tiempo, corrió hacia él y lo derribó. El hombre estaba de espaldas, cuando sintió que lo arrojaron al piso. El trató de levantarse, pero le dieron un golpe en el estómago que lo dejó sin aire. También el maldito poncho se había enredado y le impedía moverse. Maximiliano estaba siendo atacado y no podía defenderse.
La mujer después de golpearlo subió sobre él y fue cuando Maximiliano, logró reconocerla.
—Ma-lena —logró pronunciar antes de recibir un golpe en la cara.
La mano de Malena se detuvo en el aire.
—¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién te envió? —le preguntó Malena. Volviendo a acercar el puño a su cara en señal de amenaza.
Maximiliano, estaba muy molesto, pero al verla nuevamente en esa nueva faceta de mujer agresiva, su enojo se esfumó.
No quería lastimarla, pero tampoco dejaría que lo siguiera golpeando. Entonces, decidió identificarse, antes de seguir recibiendo golpes.
—Soy Maximiliano Smith —le dijo y Malena sintió que su mundo se derrumbó. Seguramente sería despedida.
—Yo, yo lo sien-to — le dijo ella, al mismo tiempo que se levantaba y corría a su habitación.
Pero Maximiliano, no estaba dispuesto a dejarla ir. No, sin hacerse responsable de lo que había hecho.
Maximiliano se levantó al mismo tiempo y corrió detrás de ella. Malena en su afán de huir, enredó sus pies, en las colchas y las almohadas que había dejado en el piso y cayó sobre ellas. Pero, ella no cayó sola. Ahora era Maximiliano quien estaba arriba de ella.
Los dos respiraban agitados y sus miradas se encontraron.
Maximiliano no pudo evitar, bajar su mirada hacia los sensuales labios de la chica.