Josiane no quería estar allí, pero se vio obligada a ir a terapia debido a las reglas del refugio en el que vive.
Patrícia, su psicóloga, estaba acostumbrada a tratar casos difíciles, pero nada la preparó para Josiane.
Entre la ética y el amor ¿cuál prevalecerá?
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Capítulo 23
Decimoquinta sesión
Lunes. Mientras se preparaba para una sesión más, Patrícia sintió el peso de las decisiones que tendría que tomar. El conflicto interno entre profesionalismo y humanidad parecía más fuerte que nunca. Ella era humana y, como tal, sentía ciertos deseos que, si bien no estaban prohibidos, se volvían imposibles ante su profesión y la jerarquía que se presentaba entre ella y Josiane.
Josiane entró puntualmente, como siempre, pero esta vez había algo diferente en la mirada de Patrícia.
— Buenos días, Josiane— comenzó Patrícia, intentando sonar natural.
— Buenos días — respondió Josiane, sentándose en el sofá. Parecía que ya sabía cómo iba a terminar aquello. Seguramente sería dada de alta, como temía.
El silencio que siguió fue casi palpable. Patrícia sabía que debía comenzar la conversación, pero las palabras parecían demasiado pesadas para salir.
— Josiane, quiero hablar contigo sobre algo importante — dijo finalmente.
Josiane levantó la mirada, intrigada, pero cautelosa.
— ¿Qué ocurre? — preguntó, todavía con un tono de irritación contenida.
Patrícia respiró hondo, intentando organizar sus pensamientos.
— Siento que hemos desarrollado una conexión muy profunda a lo largo de estas sesiones. Algo que va más allá de lo que suelo tener con mis pacientes.
Josiane frunció el ceño, empezando a entender hacia dónde iba aquella conversación.
— ¿Y eso es malo? — preguntó, con la voz cargada de desconfianza.
— No, no es malo — Patrícia intentó tranquilizarla—. Pero es delicado. Necesito garantizar que todo lo que hacemos aquí esté dentro de los límites del profesionalismo, para que recibas el mejor apoyo posible.
Josiane se cruzó de brazos, empezando a irritarse.
— ¿Eso qué significa? ¿Que ya no quieres atenderme?
Patrícia dudó, pero decidió ser honesta.
— Creo que sería mejor para ti. No porque no quiera ayudarte, sino porque quiero garantizar que tengas el apoyo más adecuado. Y, en este momento, siento que...
— Que me estás abandonando. — Josiane la interrumpió, con la voz llena de rabia—. Eso es, ¿no? Vas a abandonarme como han hecho todos.
Patrícia negó con la cabeza, afligida.
— No es eso, Josiane. No te estoy abandonando. Estoy intentando hacer lo que es mejor para ti.
Josiane se levantó abruptamente, con el rostro enrojecido de furia.
— ¿Mejor para mí? ¡No me vengas con eso! Eres igual que todos. Finges que te importa, finges que estás de mi lado, pero al final… —Gesticuló con las manos, como si intentase encontrar las palabras adecuadas—. Al final, todo es solo un número para ustedes. Soy la paciente que viene todos los lunes, como muchas otras que ya han pasado por aquí.
Las palabras de Josiane golpearon a Patrícia como un puñetazo. Intentó controlarse, pero sintió que las lágrimas comenzaban a brotar.
— No, tú no eres un número para mí — respondió Patrícia, con la voz embargada—. Me importas, más de lo que debería. Y es exactamente por eso por lo que estoy haciendo esto.
— ¿Más de lo que debería? — Josiane soltó una risa cargada de rabia—. ¿Qué significa eso? ¿De verdad te importo tanto? Entonces, ¿por qué intentas librarte de mí? ¿Porque soy un problema?
Patrícia se levantó, intentando acercarse, pero Josiane dio un paso atrás.
— Nunca he querido hacerte daño, Josiane. Todo lo que estoy haciendo es porque quiero lo mejor para ti.
Josiane comenzó a llorar, pero su rabia aún no había desaparecido.
— Entonces, dímelo, Patrícia. ¿Por qué me estás abandonando? ¿Por qué me estás echando?
Patrícia sintió que el corazón se le encogía. Quería explicarse, pero sabía que las palabras serían insuficientes.
— No te estoy echando. Yo solo… no sé cómo continuar sin cruzar líneas que no puedo cruzar. Quiero ayudarte, pero necesito hacerlo de una forma que sea correcta, para ti y para mí.
De repente, Josiane dio unos pasos rápidos y la sujetó por el brazo, mirando directamente a Patrícia.
— ¿Y el beso que nos dimos? ¿Eso estuvo bien o mal? Me besaste porque quisiste, ¿no? ¿O solo fue por pena?
Patrícia sintió las palabras de Josiane como una avalancha. Tragó saliva, intentando encontrar una respuesta.
— No fue por pena, Josiane. Yo… me dejé llevar. Pero fue un error. Un error que nunca debería haber ocurrido. Lo siento mucho.
Josiane negó con la cabeza, riendo nerviosa.
— ¿Entonces fue un error para ti? Porque para mí no lo fue. ¿Y ahora quieres borrarlo? ¿Hacer como si nunca hubiera pasado?
Patrícia sintió que las lágrimas se deslizaban por su rostro antes de que pudiera contenerlas.
— No quiero borrar nada. Pero necesito hacer lo que es correcto. Por las dos.
Josiane se acercó aún más y, sin pensarlo, se inclinó hacia ella. El beso volvió a suceder, como si ambas intentaran resolverlo todo en aquel momento.
Con los cuerpos pegados, el beso entre ellas era urgente e intenso, como si el mundo a su alrededor hubiera desaparecido. Las manos de Patrícia comenzaron a deslizarse vacilantes por la tela de la camisa de Josiane, quien la sujetaba con firmeza, pero también con delicadeza. En algún momento, la fina tela comenzó a levantarse ligeramente, revelando un trozo de piel. Patrícia dudó, pero sus dedos acabaron buscando el contacto directo. La sensación de la piel caliente de Josiane contra sus dedos era algo nuevo y sorprendente.
Ambas nunca habían tenido ninguna experiencia con otra mujer. Para Patrícia, el tacto suave y la textura de la piel de Josiane eran un descubrimiento único, una sensación tan intensa y maravillosa que parecía imposible sentir algo así con nadie más. Josiane, por su parte, correspondía al tacto, explorando con los labios y respondiendo a aquel momento aumentando el ritmo del beso.
La respiración entrecortada, el calor que crecía entre ellas, todo hacía parecer que estaban conectadas de una forma que trascendía la razón. Josiane pasó la mano por el cabello de Patrícia, profundizando el beso. Era una mezcla de deseo y una ternura incomparable.
Pero entonces, la puerta se abrió de golpe.
Caroline entró, y el sonido de la puerta golpeando contra la pared fue como un jarro de agua fría. Patrícia y Josiane se separaron inmediatamente, ambas jadeantes y visiblemente nerviosas. Patrícia intentó arreglar la camisa de Josiane rápidamente, mientras Josiane se pasaba las manos por el rostro, intentando parecer serena.
Caroline se detuvo en la puerta, sorprendida, pero controlada. Sus ojos analizaron la escena por un instante demasiado largo antes de hablar finalmente.
— Disculpen. — Su voz era fría, casi inquisitiva—. ¿Va todo bien aquí?
Patrícia respiró hondo, luchando por recuperar la compostura.
— Sí, todo bien. — Dijo, intentando sonar firme, pero la voz le salió temblorosa.
Caroline las miró a ambas una vez más antes de dejar un sobre encima de la mesa.
— Solo venía a traer estos informes. — Su voz tenía un tono neutro, pero la mirada fija en Patrícia dejaba claro que había notado lo que había ocurrido.
Salió, cerrando la puerta con cuidado, pero el silencio que dejó tras de sí era casi ensordecedor.
Patrícia se apartó de Josiane, evitando su mirada.
— Esto… no debería haber ocurrido. — Dijo con dificultad, pasándose la mano por el cabello—. Fue un error.
Josiane, aún jadeante, bajó la mirada. El dolor era evidente en su rostro.
— Si fue un error… ¿por qué pareció tan correcto? — Preguntó con la voz baja, casi un susurro.
Patrícia cerró los ojos por un instante, luchando contra sus propios sentimientos.
— Tenemos que terminar la sesión por hoy. — Dijo, intentando sonar firme, pero su voz transmitía más dudas que certezas—. Por favor, vete.
Josiane asintió lentamente, arreglándose la camisa antes de salir por la puerta sin mirar atrás.
Cuando se quedó sola, Patrícia se sentó en el sofá, con las manos temblando. Sabía que había cruzado una línea que nunca debería haber cruzado. El sabor del beso aún estaba en sus labios, y el tacto de la piel de Josiane aún le quemaba en las manos. Por mucho que quisiera olvidarlo, sabía que sería imposible borrar lo que había pasado.