Desde antes de nacer mi cruel destino estaba escrito, soy Lucía Rivas única hija de María de Rivas, desde que mi mamá supo que vendría al mundo me odio, yo le recordaba su tragedia, yo era el fruto de una violación, debido a eso mi vida siempre ha sido un infierno, pero algún día vengare todo mi sufrimiento y ni siquiera mi madre se salvará del infierno que desatare en la tierra...
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Capitulo XV Veneno
Mauricio estaba molesto y se sentía un imbécil, él estaba trabajando en su oficina cuando Adele irrumpió sin escuchar a la secretaria, Mauricio le dijo a la mujer que no importaba y que lo dejara solo con la señorita Ferrer.
— A qué has venido?. —Pregunto, Mauricio sin emoción alguna.
— Vine porque cuando te vi en la televisión me di cuenta de que aún te amo y que fui una estúpida al dejarte ir. — Dijo Adele en forma lastimera.
— Sabes que ahora estoy en una relación con tu hermana, además tú ya no me interesas. — Respondió Mauricio en forma neutral.
— Sé que solo estás con ella porque se parece a mí, pero a la que realmente amas es a mí. — Contesto ella acercándose a Mauricio que aún se encontraba sentado, ella se abalanzó encima de él dándole un beso y en ese preciso momento entro Lucia.
Mauricio no sabía cómo explicarle las cosas, así que dejó que ella se calmara, cuando al fin decidió ir por ella, los empleados le dijeron que ella se había ido a las cuatro de la tarde, entonces él decidió irla a buscar a su casa, pero al llegar Ana le dijo que ella no estaba ahí, que no había llegado.
Mauricio empezó a marcar su número como loco, pero siempre lo enviaba a buzón, entro en desesperación pues recordó las cartas amenazantes que Lucia tenía en su mesita de noche, iba a llamar a la policía cuando la puerta del apartamento se abrió dejando ver a dos figuras de mujer apoyándose la una en la otra.
— Ana lleva a Diego a su habitación!. —Ordeno, Mauricio molesto.
Si!, señor!. — Dijo Ana llevando al niño a su habitación.
— No me digas que este es el bombón traicionero, WOW! amiga!, a este hombre yo le perdonó todo. — Dijo Saray mirando a Mauricio de arriba abajo.
— Ja, ja, ja entonces te lo regalo porque yo con él no quiero nada, yo no merezco las sobras de nadie y menos las de mi querida hermana. —Respondió Lucia.
Era obvio que ambas mujeres estaban ebrias, Ana salió de la habitación de Diego, ya que el niño se había quedado dormido.
— Has visto la hora Lucia, estaba a punto de llamar a la policía, pensé que te había pasado algo. — Regaño Mauricio.
— Aún es temprano, además también tengo derecho de divertirme no lo crees. — Dijo Lucia tambaleándose.
— Ana por favor pídele un taxi a la señorita, yo me hago cargo de tu jefa. — Dijo Mauricio.
—No es necesario, Saray se quedará en la habitación de invitados. A verdad no tengo de esas ja, ja, ja te tocará el sillón, amiga. — Dijo Lucia desvariando.
— Has lo que te pedí Ana, pero mejor dile a mi chófer que la lleve.
Si! señor!. Contesto Ana
Ana llevó a Saray al estacionamiento donde el chófer de Mauricio estaba, Ana le dio las instrucciones y ayudó a subir a la chica al auto, luego que se marcharon Ana volvió a subir, pero ya no encontró a Lucia ni a Mauricio en la sala, ella no era quien para intervenir en su relación así que le echo un vistazo a Diego y luego se fue a dormir.
En la habitación de Lucia, Mauricio metió a la chica en la regadera y empezó a echarle agua para que se le bajara la borrachera, una vez estuvo más sobria la ayudo a quitarse la ropa, ella lo dejo hacerlo, pues necesitaba esta cercanía con él.
— Entre Adele y yo no hay nada. — Hablo de repente Mauricio.
— No me importa lo que haya entre ustedes dos, por mí se pueden ir por una tubería. — Respondió ella apartando a Mauricio.
— Ella fue la que se abalanzó sobre mí y no me dio tiempo de apartarla cuando tú entraste. — Explico Mauricio.
Lucia no era tonta y sabía de lo que era capaz esa bruja, pero tampoco quería salir lastimada de nuevo, ella quería sentir lo que era hacer el amor por última vez con Mauricio, pues ella había decidido irse del país al día siguiente.
Apartó su amargura y beso profundamente a su amado.
— Estás ebria y no me voy a aprovechar de ti. — Susurro Mauricio a su oído.
— No estoy ebria y yo quiero esto. — Respondió Lucia acariciando su pecho.
— No sigas, porque no respondo de mí. — Advirtió él.
— Eso es lo que quiero. — Respondió Lucia.
Mauricio acarició su rostro y la llevo a la cama, la beso en la frente y la dejo ahí en la cama.
Cuando estés en tus cinco sentidos te prometo que te haré el amor de la manera más dulce que te puedas imaginar, te deseo Lucia, pero no quiero que sea así, te amo mi amor. Después de decir esas palabras Mauricio salió de la habitación encontrándose con Ana preocupada.
— Qué pasa Ana?. — Pregunto, Mauricio preocupado.
— Diego tiene mucha fiebre y se queja de un dolor, iba a buscar a la señora para llevarlo al hospital.
Lucia escucho esas palabras y se levantó de un tirón de la cama, los tres entraron a la habitación de Diego y en efecto estaba prendido en fiebre, Mauricio lo cargo y lo llevaron al hospital, apenas el personal vio que era un Lombardi se apresuraron a llevar al niño con un doctor.
El doctor de la familia procedió a hacerle una evaluación física y después mando a realizarle unos análisis de emergencia, en su sangre se encontraron rastros de un veneno muy potente, pero que no actuaba inmediatamente después de haberlo ingerido, lo bueno fue que lo trajeron a tiempo al hospital y los doctores le administraron el antídoto correspondiente.
Pasaron a Diego a una habitación privada, Mauricio y Lucia entraron con él, mientras que Ana y los abuelos del niño se quedaron afuera esperando noticias.
— Quien pudo hacerle algo así a mi pequeño. — Dijo Lucia acariciando la carita de su hijo.
— No lo sé, pero te prometo que lo averiguaré y lo haré pagar por esto.
— Si Ana no hubiera entrado a tiempo a su habitación, mi hijo ya no estaría conmigo.
—No pienses así, amor, gracias al cielo Ana lo encontró a tiempo y nada peor sucedió.
Los padres del niño pasaron toda la noche al pendiente de su hijo, no durmieron ni un segundo, solo pensaban en las consecuencias de sus niñerías.
no me gusta cuando se van haci sin averiguar nada