Alessandra creía que estaba sola en el mundo, pero nunca se dio cuenta de que siempre estuvo rodeada de personas que la amaban. Ahora, como Diana, debe averiguar como llegó a este mundo, y en el camino aprender a expresar y defender el amor que siente por los que la rodean.
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Visita
La semana terminó para Diana muy tranquilamente, aunque sus compañeros la evitan por sus antecedentes, la verdad no le interesa mucho hacer amigos, sólo quiere estudiar y el maestro Sinclair es muy bueno con ella. De hecho, en realidad es miembro de la Torre de Magos y su padre le consiguió un puesto académico para que esté pendiente de ella y dé continuidad a sus clases para el manejo de su magia.
Además, se unió al taller de Lectura y, como dijo el Duque toman “clases” en la biblioteca, lo que le permite explorar a fondo el lugar para conseguir información sobre cómo salir de este mundo.
Del club, pues se unió al que tenía menos personas y ese fue el de cocina, según le comentó Emily es uno que casi nadie quiere porque cocinar se considera una actividad de plebeyos y en la escuela todos quieren subir su estatus, no bajarlo… ella nunca fue muy buena, pero tampoco era mala, así que va a tratar de aprender tanto como pueda. A lo mejor, al regresar a casa pueda abrir un restaurante con las recetas que aprenda en este mundo.
El que no tuvo una buena semana fue el Príncipe William, no sólo el profesor Wellington lo regañó, todos sus maestros lo acusan de estar distraído y sólo pensar en la señorita Donnelly, todos lo malinterpretan, pues a él no le interesa ella como mujer, sólo quiere averiguar cuáles son sus planes, van cinco días de escuela y ha estado más que callada, es algo extremadamente raro… ella suele parecer un mosquito que lo ronda y molesta todo el tiempo… sabe que está preparando algo contra Susana, pero qué es…
Además, toda la semana dejó plantada en la biblioteca a Susana, sin querer claro está, por lo que hoy acordaron verse nuevamente ahí, ella le dijo que sólo él puede ayudarla y claro que lo hará para evitar que Diana le haga algo malo.
Sin embargo, cuando salía rumbo a la biblioteca una voz llamó su atención… sí, ella estaba ahí, era Diana, pero ¡otra vez está con ese tipo…! ¿qué está pasando? ¿A dónde van? ¿Por qué no ha volteado a mirarlo? Está seguro de que ella lo vio de reojo, porque sintió cuando sus miradas se cruzaron… pero por qué no voltea a verlo… ¿otra vez la acompañará a su carruaje?
Esto no puede dejarlo pasar… él ha averiguado y se trata de un profesor del tercer grado, sólo es un plebeyo y definitivamente está aprovechándose de ella, ah, qué molestia… seguramente ella le habla porque cree que es alguien importante, pero qué niña más tonta; el hecho de que no tenga amigos es porque siempre ha sido mala con otros, pero ¿acaso el Duque no le ha dicho que ese tipo es un simple plebeyo? Hey… a lo mejor no lo sabe… Así que debe ir al ducado para advertirles que deben tener cuidado.
En el ducado Donnelly
William Ares: Dígale al Duque y a la señorita Diana que tengo que hablar con ellos.
Edgar: Majestad, el Duque fue al Palacio, pero permítame ver si la señorita Diana ya regresó del colegio.
William: [Claro que regresó del colegio, yo venía siguiendo su carruaje… cómo puede mentirme tan descaradamente]… Dígale que tengo poco tiempo, sólo la esperaré cinco minutos y me voy.
Edgar: Como usted diga Majestad.
Cuando llegó Edgar a la biblioteca, Diana y Tomas hablaban muy animadamente sobre las leyes de la gravedad, cómo se aplican y ahora entiende que están directamente relacionadas con la magia en este mundo, definitivamente estudiar física en su vida pasada fue lo mejor que le pudo pasar.
Edgar: Señorita, su Majestad el Príncipe heredero se encuentra en la sala de estar, dice que tiene que hablar con usted y que la esperará sólo cinco minutos.
Diana: En serio… qué egocéntrico… si sólo tiene cinco minutos, dile que lamento mucho no poder atenderlo, pero su visita no fue programada y yo estoy ocupada buscando cómo tejer alas para hadas en Chat GPT, así que lamento mucho no poder atenderlo.
Un muy desconcertado Edgar dio el mensaje al Príncipe quien se molestó pues Diana ni siquiera se molestó en ir a verlo, sólo mandó un mensaje y… ¿alas para hadas? ¿En serio? Estaba por gritarle al pobre mayordomo cuando entró en la sala el Duque. Rápidamente Edgar le contó lo sucedido y se retiró.
Duque: Vaya, vaya, vaya… ahora sé que JAMÁS es muy poco tiempo… (dijo sarcásticamente, pues el mismo William le había asegurado que nunca buscaría a su hija).
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