Desde hace mil años, una guerra silenciosa consume los reinos: las Bestias, criaturas feroces que prosperan en la oscuridad, buscan venganza contra las Hadas, cuya diosa, Madre Naturaleza, se atrevió a castigar a su propio dios, Némesis.
Esta guerra oculta una verdad mucho más profunda que la simple rivalidad.
Arthur, un lobo alfa nómada, ha viajado por años, prefiriendo la soledad y los placeres sin compromiso a la idea de una pareja destinada.
En el Reino de las Hadas,Titania creció en una cuna de oro que se convirtió en una sofocante prisión.
Una guerra que se desató hace mil años ha sobrevivido porque la verdad sobre su origen fue silenciada.
Cuando la inocencia se encuentra con la oscuridad, la línea entre el deseo y la destrucción se desdibujo.
Arthur y Titania están en el centro de un torbellino de intriga, magia y una atracción tan intensa que podría ser su perdición.
Libro final del Mundo de Reina Luna 🌙
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Orgullo vs Soberbia
Titania miraba desde el coche el lugar donde Arthur había estacionado, era un lugar apartado de la ciudad y cerca del bosque.
—Será solo un rato, necesito darle indicaciones a mi Beta —dijo Arthur, desabrochándose el cinturón de seguridad.
Titania asintió y lo imitó. Ambos bajaron del coche. Un hombre se acercó a Arthur, un hombre alto se acerco al verlos, pudo deducir que se traba del beta de Arthur.
Arthur y Matías se apartaron unos pasos del coche, mientras que Arthur iba tecleando en su teléfono.
—Gástalo sabiamente, no tienes idea de lo difícil que ha sido este trabajo —dijo Arthur, al terminar de transferirle la paga que había recibido por la protección de las hadas. Era una suma generosa que aseguraría la tranquilidad de su manada por un tiempo.
—Sí, me imagino lo difícil, Alfa —respondió Matías.
El Beta no pudo evitar desviar su mirada hacía Titania, ella no parecía tomar importancia a él, pues su mirada estaba fija directo en el bosque, observando detenidamente.
Arthur se dio cuenta de la mirada de Matías, era obvio que ella llamaría la atención de su beta, y estaba seguro que no sería del único, en su manada había hombres fuertes que no pasarían desapercibidos ante la belleza de la princesa hada. Dio un par de indicaciones a Matías y después se alejo de él para acercarse nuevamente a Titania quien seguía con su mirada hacía el bosque.
—Princesa —Dijo al estar cerca de ella— Necesito ir por algunos objetos personales a mi tienda. —Dijo con una sonrisa cómplice, esperando en llevarla con él para disfrutar un intimo momento.
—Bien, aquí lo espero —respondió Titania, sin darle importancia a la intención de sus palabras, ella no podía apartar su mirada del bosque, sentía una extraña sensación, como si algo en el bosque estuviera llamándola.
Arthur frunció el ceño ante esa respuesta que no era la que esperaba, pero no dijo más solo asintió y se giro hacia Matías. .
—Encárgate de su protección. Volveré enseguida —ordenó con voz cortante y se dirigió hacia su tienda, a pasos firmes mientras era saludado con respeto por los integrantes de su manada.
Titania, caminó lentamente hacia el inicio del bosque. Se detuvo a unos centímetros de la entrada , sus ojos seguían fijos sin parpadear la sensación como si algo la estuviera llamándola seguía latente .Dio un paso más para descifrar esa sensación, pero el grito de un niño la saco de sus pensamientos.
Se giró de inmediato, encontrando a un grupo de niños rodeando a otro que estaba en el suelo, llorando. Suspiró. Se acercó a él. No era una herida grave, solo una raspadura en la rodilla, pero para un niño pequeño era como si el mundo se acabara.
Titania decidió curar la herida. No era nada del otro mundo y tampoco necesitaría de sus hierbas medicinales; solo usaría un poco de su magia. Colocó su mano suave sobre la rodilla raspada del niño, su magia comenzó a rodearlo de manera que se concentro en sus dedos, era de un tono verde similar al de sus ojos, de inmediato la herida desapareció como si nunca hubiera existido
Todos, incluyendo los adultos que estaban cerca, observaron con asombro esa magia curativa que poseía la hermosa mujer.
Matías estaba cerca, cumpliendo con la orden del Alfa de protegerla. La Princesa, sin pensarlo ya había llamado la atención de todos los presentes de la manada y no simplemente por su belleza, sino también por su poder curativo.
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Arthur estaba guardando algunas de sus pertenencias personales en una mochila negra. No sabía con exactitud cuánto tiempo estaría protegiendo a las hadas y tampoco era como si quisiera que ese deber se acabara pronto, pues tenía un delicioso motivo para seguir cerca de ellas, es decir la princesa Hada, Titania.
De repente, alguien abrió la solapa de la tienda , y entró. Antes de que Arthur pudiera reaccionar, una mujer se lanzo a sus brazos y le dio un ardiente beso en los labios. Él ni siquiera pensó en detenerla, sabía de quien se trataba, era Sandra, una de las lobas de la manada, con quien tenía sus encuentros para satisfacer sus necesidades sexuales sin ningún tipo de compromiso
—Lo extrañé, Alfa —dijo la mujer de cabellos castaños y ojos claros una vez que terminó aquel beso, con una gran sonrisa en sus labios, mientras sus manos ya estaban acariciando el perfecto torso del Alfa.
—Hola, Sandra —dijo, y sus manos ya estaban masajeando firmemente sobre sus glúteos.
Ella soltó un suspiro, lo empujó hacia una silla. Él se sentó sin oponer resistencia. Sandra se arrodilló frente a él y comenzó a desabotonarle los pantalones. Su erección creciente ya estaba lista, esperando el contacto de ella.
Las caricias de Sandra no se hicieron esperar, lo hacia con experiencia y familiaridad sin contenerse, deslizando su lengua en toda su dureza, Arthur enredó sus dedos en el pelo de Sandra y la empujó, hasta el fondo de su garganta. Comenzó a embestir con golpes bruscos y seco.
El aroma a rosas silvestres inundo sus fosas nasales, deteniendo sus bruscos movimientos de inmediato, levanto su mirada y justo en la entrada de la tienda, estaban Matías y Titania
Titania, lo miraba directamente. Aquellos ojos verdes cristalinos se fijaron en él y en la situación comprometedora en la que estaban. Por unos segundos su rostro se lleno de emociones, pero solo fue momentáneo, soltó un suspiro y recobro la compostura, con aquella frialdad que la caracterizaba.
Arthur aparto a Sandra de manera brusca y se acomodo sus pantalones rápidamente, su respiración estaba agitada y no tanto por la frustración de haber sido interrumpido, sino por esa mirada fría que Titania le dedicaba, era totalmente diferente a antes, y se sentía frustrado, pues él había ya había avanzado en destruir esa coraza la noche anterior y ahora todo se había ido al carajo por un simple desliz. .
Con la elegancia de una princesa, se dio la vuelta y se alejó. Sin decir una sola palabra y dejando a todos en un profundo silencio.
Arthur solo la vio marcharse.
Soltó una risa burlona, ante lo sucedido, paso una mano por su sedoso cabello y en el fondo estaba soltando todas las maldiciones que conocía , estaba hirviendo de ira, sabía que no debió ceder a los encantos de Sandra, debió simplemente ser paciente y satisfacerse, disfrutar con la princesa hada que ya se había entregado la noche anterior.
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Titania llegó hasta el auto y abrió la puerta con brusquedad. Se deslizó en el asiento, estaba furiosa y se sentía tan usada. La noche anterior se había entregado a él sin pensarlo, había disfrutado aquella pasión salvaje que él le había demostrado, pero ahora ese hombre la había decepcionado.
—Estúpida —soltó fríamente sabiendo del error que había cometido.
Ese lobo posesivo y sexy se había burlado de ella, eso la hacía sentirse tan humillada y sucia.
Le había entregado su pureza a un despreciable y asqueroso lobo.
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Áine acaba de terminar su comunicación telepática con Xander, él seguía insistente en ir ahí para protegerla, pero ella simplemente se seguía negando.
La puerta se abrió y entró Titania con sus medicamentos. Áine notó el rostro estoico de su hermana, más frío de lo normal, como si estuviera pasando por algo que realmente la tuviera molesta.
—¿Cómo estuvo el paseo? —preguntó Áine con calma, intentando sacar plática.
—Normal —se limitó a responder Titania, sin siquiera dar continuidad a la conversación, no tenía ganas de recordar el paseo de esa tarde.
Titania se acerco a ella para entregarle sus medicamentos. Después de lo que vio de Arthur y aquella mujer loba, el regreso al palacio fue un profundo e incómodo silencio. Todo el camino sintió asco de solo tener cerca a ese alfa.
—Sabes, Xander sigue insistente en venir… —Dijo con pesadez, recordando la conversación que acababa de tener con el caballero.
Titania le dirigió mirada. Sabía que Arthur seguiría protegiéndolas, como era su deber para eso le estaban pagando, pero ahora todo podía cambiar, alejarlo de su vista era necesaria para que ella se olvidara por completo de él y de lo que le provocaba, aunque también sabía lo que pasaría si el caballero estaba cerca, nuevamente sería vigilada y privada de la pequeña libertad que ahora tenia.
—Deberías dejarlo —dijo ella, y Áine la miró con cierta sorpresa —. Ciertamente, necesitas la protección de tus caballeros. No podemos simplemente confiarnos de los lobos.
Era su única opción según ella, pues no quería tener cerca a ese asqueroso alfa posesivo,
La simple llegada de Xander lo cambiaría todo. Sería un brutal duelo de egos, un golpe de poder entre el orgullo y posesividad del Alfa y la determinante soberbia y obsesión del caballero del Reino de las Hadas.