En un mundo donde las mujeres están infravaloradas, Una Ceo que se aferra con todas las fuerzas a permanecer y ser la mejor en el ambiente llenos de hombres.
Lara Parisi lo tiene todo:juventud, belleza,una fortuna heredada y un imperio empresarial a sus pies. Pero detrás del lujo, hay una presión silenciosa que no la deja respirar: la obligación de tener un heredero para mantener su legado y complacer las expectativas de una familia que no perdona desvíos del plan.
Cuando un viaje de negocios la lleva a Italia, una noche de pasión con un desconocido lo cambia todo. Lo que parecía ser un escape sin consecuencias se convierte en el inicio de un torbellino emocional, cuando descubre que está embarazada.. de gemelos.
Y como si no fuera suficiente, Owen Bracco, el misterioso hombre que creyó haber dejado en el pasado, reaparece como asistente de su mayor rival.
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Latidos en Peligro
Narra Lara
Aquí me encuentro, recostada en la camilla de la clínica, escuchando los latidos...
¡De mis bebés!
Sí, leyeron bien: bebés, en plural. Estoy esperando dos. ¿Pueden creerlo? Yo aún no termino de procesarlo. Pensaba que con uno ya era un gran cambio… pero ahora mi cuerpo guarda dos pequeñas vidas. Dos corazones latiendo dentro de mí. Dos razones más para seguir adelante, aunque no me sienta lista.
Han pasado tres meses desde que me enteré. Esconder los malestares, el cansancio, los mareos y ahora esta pequeña barriga que empieza a notarse... ha sido todo un reto. Si no fuera por Kassy, no sé cómo lo habría manejado. Ella ha sido mi cómplice, mi aliada, mi fuerza cuando el mundo me pesa.
Salgo de la clínica con los ecos de los latidos aún en mi mente. Me toca volver a la empresa: el trabajo me espera. Todo este tiempo he estado atrasada con muchos pendientes. Entre los vómitos, las náuseas y el agotamiento, no he logrado avanzar como quisiera.
Este fin de semana planeo visitar a mis padres. Debo decirles la verdad… aunque aún no sé cómo.
Unos golpecitos en la puerta de mi oficina me sacan de mis pensamientos.
—Adelante —digo con voz firme, sentada tras el escritorio.
Entran Aiden y Owen.
—Vi que llegaste hace poco. Te he estado esperando desde temprano —dice Aiden, cruzándose de brazos—. Necesito los documentos que debías revisar. Hay un contrato que debe cerrarse hoy.
Mierda… esos papeles siguen donde los dejé. Parte del trabajo que no he logrado avanzar.
—Van a tener que disculparme, no he podido terminarlos aún.
Aiden se ríe con burla, sin un gramo de paciencia.
—¿Cómo que no los has revisado? ¡Tienes días con esos documentos! Por eso siempre he dicho que las mujeres no deberían estar a cargo de una empresa. Son haraganas. Les falta disciplina, carácter...
Mi sangre hierve. Me levanto de inmediato, sin pensar, con los ojos encendidos.
—¿¡Qué mierda acabas de decir!? —escupo con furia—. ¿Quién te crees que eres para venir a mi oficina a hablarme así?
—Solo digo la verdad. Por tu culpa perderé un cliente. Y un contrato millonario.
—¡¿Por mi culpa?! —doy un paso al frente, mi voz retumba por los pasillos—. ¡Tú no tienes idea por lo que estoy pasando! Y aún así no es excusa para que vengas a faltarme el respeto. No tienes idea de nada, ¡nada!
Siento una punzada aguda en la parte baja del vientre. Instintivamente llevo las manos a esa zona. El dolor me inmoviliza por un segundo.
Entonces Owen interviene.
—¡No le hables así! —dice con firmeza, avanzando hacia mí—. Todos podemos cometer errores, pero si hay alguien comprometido y capaz en esta empresa, esa es ella.
Mi corazón se aprieta. Sus palabras me toman por sorpresa. No sabía que aún podía defenderme así.
—¡Tú cierra la boca! —grita Aiden furioso—. ¡Soy tu superior y me debes respeto!
—¡Y tú me debes respeto a mí! —grito con fuerza, mirando directo a Aiden—. ¡Yo soy tu jefa! ¡Y estoy harta de tu maldito machismo! ¡No voy a permitir ni un abuso más!
Pero el dolor regresa, más fuerte, más profundo. Esta vez me dobla. Un gemido de dolor escapa de mis labios. Kassy entra corriendo, alarmada. Owen corre hacia mí y me sostiene justo cuando mis piernas flaquean.
—¿Lara, qué pasa? ¿Estás bien? ¿Necesitas un médico?
—Mi vientre… —susurro, mirando hacia abajo.
Mis piernas tiemblan al ver que de entre ellas bajan gotas de sangre.
Sangre. Dios… no. Mis bebés.
—¡Esto es tu culpa, Aiden! —grita Kassy, furiosa—. ¡Eres un maldito imbécil! ¡Ella está embarazada y tú la tratas así! Si algo le pasa a esos bebés, te juro que te las verás con la ley.
Mi mente se nubla. El mundo comienza a girar, las voces se distorsionan.
Veo a Owen gritar mi nombre, pero ya no escucho nada.
Mis fuerzas me fallan.
Y el negro lo cubre todo.
¿Sobrevivirán los bebés? ¿Owen descubrirá finalmente que es el padre?
Los latidos siguen... pero ¿hasta cuándo?