Angelice Alcott, una mujer de elegancia impecable y bondad inquebrantable, ve su matrimonio desmoronarse tras dos años de frialdad y distancia. La llegada de Judith , el primer amor de Joseph Hawthorne, y la noticia de que espera a su hijo, desatan una tormenta de desprecios y manipulaciones. Judith, consumida por celos y ambición, busca hundir a Angelice, incluso inculpándola falsamente.
La tragedia se intensifica cuando Joseph destruye la fortuna de los Alcott, llevando a su padre al infarto, pero tambien a su madre a una muerta accidental. En medio del dolor, Angelice halla refugio en un amigo recién llegado, pero Joseph, cegado por los celos, la somete a una noche de violencia que resulta en un embarazo no deseado y un aborto forzado, lo que la sume en una desesperación que la lleva al suicidio. Sin embargo, su intento falla y aparece Damian Lancaster, un magnate con una enemistad feroz hacia los Hawthorne. Y sólo algo los une 𓊈EL DESEO DE LA VENGANZA𓊉
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Capítulo 18
...El aire se sentía gélido cuando Angelice cruzó el umbral de la mansión. En sus manos, el peso de su equipaje era casi irrelevante, una carga liviana en comparación con el profundo vacío que la oprimía en el pecho. A su lado, Margaret caminaba con una presencia firme y decidida, pero en absoluto habladora; la mujer se aseguraba de que Angelice no tuviera que enfrentarse a este momento dramático en soledad. La última vez que sus ojos se posaron en la imponente casa no fue con una mirada de tristeza ni de anhelo, sino más bien una expresión de cierre, un adiós definitivo. Sin vacilar en lo más mínimo, Angelice se dirigió hacia el automóvil que la aguardaba en la entrada....
...El trayecto fue extenso, pero en completo silencio. Margaret contemplaba a Angelice, quien, a su vez, miraba por la ventana mientras la ciudad se deslizaba ante sus ojos. Todo parecía tan remoto. Era como si no fuera ella quien había vivido en esa casa durante los últimos años, como si cada recuerdo compartido con Joseph fuera ajeno a su propia experiencia. El amor continuaba presente, sí, pero ya no resultaba suficiente. Admitirlo le causaba menos dolor de lo que había imaginado. Cuando al fin arribaron a la casa de sus padres, el automóvil se detuvo de manera suave y controlada. Margaret fue la primera en descender del vehículo, mostrando una expresión de resolución en su rostro. Con firmeza, tomó una de las maletas que habían traído con ellas. Antes de dirigirse hacia la entrada de la casa, se detuvo un momento para mirarla, como si esperara un gesto de complicidad....
...—Vamos, mi niña —le dijo con un tono suave pero firme....
...Angelice dejó escapar un suave suspiro mientras salía del automóvil, ajustando su abrigo antes de acercarse a la puerta. Al presionar el timbre, el sonido resonó con una intensidad inusual, como si indicara el comienzo de un nuevo capítulo en su vida. Cuando la puerta se abrió, el rostro de su madre se iluminó con sorpresa, seguido de una mezcla inmediata de alivio y preocupación....
...—Angelice… —murmuró, mientras sus ojos se posaban en cada aspecto de su hija. Observó el cansancio que marcaba su rostro, la fatiga en sus ojos y la manera en que sostenía su equipaje, con las manos vendadas, como si hubiese pasado por una dura prueba. Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta por completo y la recibió con un fuerte y cálido abrazo....
...—Bienvenida a casa, hija. —susurró, con una mezcla de alegría y preocupación en su tono....
...Cuando entró a la casa, el cálido ambiente del lugar la envolvió por completo. Su madre, con una elegancia que siempre la había distinguido, le dio órdenes a las empleadas para que llevaran su equipaje a su habitación. Angelice, camino por los pasillos notando que cada rincón estaba igual a como lo recordaba antes de casarse. Nada había cambiado. Desde que se mudó, sus padres habían mantenido su habitación en perfecto estado, asegurándose de que siempre estuviera lista para cuando ella quisiera regresar....
...Al cruzar la puerta, se dio cuenta de que cada detalle permaneció intacto, desde los pequeños muebles de terciopelo blanco, hasta las risas blancas y su sutil fragancia que llenaba el aire con su dulce aroma. Margaret las acompaño hasta la habitación observando la reacción de Angelice, que seguía observando todo con atención....
...—Iré a preparar un poco de te —dijo, y con eso salió de la habitación....
...Su madre se acercó y le sugirió que se sentara en la cama, antes de unirse a ella. Con una mirada serena pero inquisitiva, comenzó a formular preguntas, buscando comprender cada detalle de lo que había ocurrido con Joseph. Angelice respondió sin omitir nada; cada palabra brotaba de sus labios con una mezcla de resignación y certeza, narrando cada traición, cada herida, y cada momento que marcó el final de lo que en algún momento consideró eterno. ...
...Al final, con una sensación de aprensión que le oprimía la garganta, ella reveló la última información que había descubierto. —Incluso la casa que él compró como regalo de bodas para mí… la registró a nombre de Judith. Su madre la miró en silencio, y en sus ojos se asomó un destello de una emoción difícil de interpretar. ...
...—Madre… ¿Cómo es posible que alguien que dice amarte pueda hacer algo así?...
...Su madre dirigió la mirada hacia el suelo durante unos instantes, como si estuviera sopesando cuidadosamente cada una de las palabras que estaba a punto de pronunciar. Finalmente, rompió el silencio, emitiendo una declaración que cargaba con una verdad profunda, a menudo complicada de aceptar....
...—El ser humano es capaz de amar y traicionar en un solo suspiro. Su corazón tiene la capacidad de albergar tanto el cariño más genuino como el egoísmo más desmedido al mismo tiempo. Y a veces, lo que más temo no es el odio manifiesto, sino la maldad que se presenta disfrazada de amor....
...Ángelice mantuvo su mirada fija, sintiendo cómo cada una de aquellas palabras penetraba en su ser con una intensidad y brutalidad que la sobrecogía....
...Joseph se encontraba en su oficina junto a Jonathan, narrándole los acontecimientos recientes. Su esposa había decidido marcharse. La palabra abandonado resonaba en su mente con una frialdad innegable. Jonathan, sin mostrar sorpresa alguna, lo miró con indiferencia, lo que intensificó la frustración de Joseph. ...
...—¿Y? —respondió Jonathan, carente de emociones. ...
...Joseph alzó la vista, visiblemente irritado por la reacción de su mejor amigo. —¿Cómo que y? ¡Te estoy contando que mi esposa me dejó! ¡Se fue sin más! ¿Y tú te limitas a decir? ¿“Y”? ...
...Jonathan, por su parte, mantuvo su rostro inalterable, sin dejar traslucir ninguna emoción. —¿Qué esperabas que sucediera? ¿Que ella se quedara a observar cómo la agredías sin pronunciar una palabra?...
...Joseph frunció el ceño, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en su pecho y su respiración se volvía pesada. —Ya te he explicado que no fue algo deliberado —murmuró, intentando mantener la calma—En ese momento, no estaba pensando con claridad....
...Jonathan, a su lado, soltó una risa breve y llena de sarcasmo. —Nunca parece que pienses, la verdad —replicó él— Pero esta vez realmente te pasaste de la raya, Joseph. Si su padre se entera de lo que hiciste, no dudará en hacer que pagues por ello. Pero dime, ¿Qué flores quieres que te lleve a tu funeral?...
...Joseph lo observó con expresión seria, claramente frustrado por los comentarios irreverentes que había escuchado. —No estoy para bromas. Estoy en una situación complicada y no sé qué hacer. ...