Betsabet Kohler es teniente del ejército de Alemania y ha destacado por su papel en la reacción rápida contra el narcotráfico. Considerada la mejor teniente de su unidad, pasó tres años en Estados Unidos desmantelando grupos dedicados al narcotráfico. Al regresar a su país, su coronel le asigna una misión como infiltrada en la organización liderada por Salvatore Müller. Su tarea consiste en integrarse en su vida y en su hogar para ganarse su confianza y enamorarlo, con el objetivo de obtener pruebas que permitan llevarlo ante la justicia y desmantelar la organización. Sin embargo, lo que comienza como una operación se convierte en un juego peligroso en el que se entrelazan el deseo, la traición, el odio, la demencia y el amor.
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Capítulo 13 volviendo a casa 1/2
Betsabet kohler
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-Al día siguiente, me desperté a las cuatro de la mañana. Tras darme una ducha y cambiarme, salí de la casa para comenzar a trotar. Me percaté de lo hermoso que era el entorno y continué corriendo durante treinta minutos. Al regresar, empecé a inspeccionar el lugar y, al caminar detrás de la casa, descubrí una piscina y un gimnasio al otro lado. Una gran emoción me invadió. Comencé a hacer ejercicio durante más de dos horas. Al finalizar, el sol ya había salido y se acercaba la hora de las siete de la mañana.Me dirigí a mi habitación, me duché y me cambié. Luego, comencé a guardar ropa en un bolso, ya que aprovecharía esa semana para pasar unos días con mi hermana. Justo en ese momento, recibí una notificación en mi teléfono; era de mi coronel, solicitándome que me reuniera con él en su apartamento en una hora. Guardé ambos teléfonos en el bolso y salí de casa en busca de mi moto.Al salir, noté que había varios hombres cerca de la entrada. Uno de ellos, el chofer, me dijo- Buenos días, señorita. Si desea salir, espere un momento, buscaré el auto para llevarla.
-Le respondí-No es necesario, puedo ir sola.
-Él insistió-Señorita, es mi trabajo llevarla a donde desee, son órdenes del señor.
-Yo simplemente respondí-Entiendo, pero quiero salir sola, así que puedes quedarte aquí.
-Él replicó-Lo siento, pero órdenes son órdenes.
-Respiré hondo y le dije-Está bien, por favor llévame a donde vivía antes.
-A lo que él accedió-Claro, señorita.
-Lo observé alejarse, preguntándome si realmente intentaría seguirme. Aunque no debería sorprenderme, sabía que lo importante era perderme de su vista. El automóvil se detuvo y entré, sentándome en el asiento trasero. Durante el trayecto, no dije nada, pero noté que otro vehículo nos seguía. Después de unos minutos, llegamos a mi destino. Le dije-No me demoro.
-Me bajé del auto, caminé hacia el lugar donde estaba mi moto, me puse las gafas y recogí mi cabello en una coleta. Decidí acelerar al salir del estacionamiento y, al llegar a la calle, manejé a toda velocidad. Mirando por el retrovisor, vi que me estaban persiguiendo. Tomé las calles principales, aprovechando el tráfico y los semáforos en rojo para perderlos de vista.
Manejé durante más de veinte minutos, dando vueltas, hasta que me detuve. Saqué el teléfono que me había dado Salvatore y lo apagué por si tenía algún rastreo. Lo guardé nuevamente y me dirigí a una tienda para comprar un casco. Realicé la compra, me lo puse y continué mi camino a toda velocidad hasta el apartamento de mi coronel.Al llegar y tocar el timbre, él me abrió la puerta y me dijo-Por favor, pasa.
-Entré y cerró la puerta detrás de mí. comento-¿Cómo estás? Me enteré de que hubo un incendio en el edificio y tu apartamento quedó devastado.
Así es, señor, -respondí.-Sin embargo, ahora estoy viviendo en una casa que me proporcionó el objetivo. Poco a poco estoy ganando su confianza. Espero enamorarlo pronto. Él viaja, no sé a dónde, pero puedo asegurarte que ese hombre está rodeado de personas muy importantes de este país también de extranjeros.
-Mi coronel asintió-Sí, todos los grandes empresarios y políticos están a merced de él y su familia. Sabemos que su madre es una Vannecelli, otra familia poderosa de Italia. Vas por buen camino, Betsabet, en tu misión. Tengo algo que preguntarte- ¿tu decisión de irte a Estados Unidos fue por mi culpa?
-Le respondí-Mi coronel, creo que hablar del pasado ya no tiene relevancia. Lo único que importa es el presente. Si no tenemos nada más de qué hablar, es preferible que me retire.
-Él dijo-Betsabet, lamento lo que ocurrió ese día. Quizás no supe expresarme adecuadamente. Lo siento; estaba pasando por un mal momento.
-Me detuve y le dije-No tengo nada que perdonar. Usted fue sincero conmigo. Yo cometí un error, así que realmente no tiene por qué disculparse.
-Salí del apartamento. En realidad, una de las razones por las que me fui por él.al ingresar al ejército a los dieciocho años, lo conocí. Con el tiempo, empecé a sentir algo por él, un amor que iba más allá de la admiración. Me había enamorado de su forma de ser, tan correcta. Me trataba tan bien que no pude evitarlo. Finalmente, me decidí a confesarle mi amor, pero él me rechazó, diciéndome que esos sentimientos eran un error. Me pidió que recapacitara y que no dijera tonterías. Me di la vuelta y me alejé, sintiéndome humillada y rechazada. Cuando me ofrecieron la solicitud para ir a Estados Unidos como apoyo, acepté sin pensarlo. Me parecía lo mejor, no podía enfrentarme a él de nuevo, pero nunca sentí enojo o rabia hacia él. Ahora lo trato y lo veo simplemente como mi coronel.
Salí del edificio, me subí a la moto, me coloqué el casco y manejé a toda velocidad hasta que decidí detenerme, ya que mi estómago sonaba de hambre. Entré en un restaurante, pedí comida y, mientras esperaba, encendí el teléfono. En pocos segundos vi unas llamadas perdidas de Salvatore, así que procedí a devolver la llamada.le dije-Hola, noté que había unas llamadas perdidas.
-Él responde-Chloe, ¿por qué tenías el teléfono apagado? ¿Por qué perdiste de vista a los escoltas? ¿Dónde te encuentras?
-Le respondo-No me di cuenta de que estaba apagado; se me agotó la batería. Tampoco noté que había perdido a los escoltas, pero no los necesito, señor Salvatore. Estoy en un pueblo atendiendo unos compromisos personales, y aquí la señal es deficiente, por lo que normalmente no tengo cobertura.
-Él me dice-Debes tener escolta; ellos tienen la orden de cuidar de ti. Dime en qué pueblo estás y los enviaré.
-Frustrada, comienzo a hablar entrecortadamente para inducirle a pensar que la señal es mala. Le digo- Sí, hola, señor Salvatore, no lo escucho bien; la señal es pésima. Hola...
-Cuelgo la llamada y apago el teléfono. Respiro hondo; el desayuno me ha sentado bien. Mientras como, saco mi otro teléfono y le escribo a Gisel para informarle que voy en camino a su casa a pasar unos días con ella. Ella me responde que me espera.Al terminar de comer, me retiro del restaurante y subo a la moto. Después de unos minutos, llego a la casa donde una vez viví. Recordar a mis padres me inunda de nostalgia. Estaciono la moto y toco la puerta. Enseguida, ella la abre, me abraza y me pide que pase.-