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Nueve Meses Y Un Destino

Nueve Meses Y Un Destino

Status: Terminada
Genre:Romance / Vientre de alquiler / Padre soltero / Madre por contrato / Malentendidos / Completas
Popularitas:43
Nilai: 5
nombre de autor: Duda Silva

Mariana siempre fue una joven independiente, determinada y llena de sueños. Trabajaba en una cafetería durante el día y estudiaba arquitectura por las noches, y se las arreglaba sola en una rutina dura, viviendo con sus tíos desde que sus padres se mudaron al extranjero.
Sin embargo, su mundo se derrumba cuando decide revelar un secreto que había guardado por años: los constantes abusos que sufría por parte de su propio tío. Al intentar protegerse, es expulsada de la casa y, ese mismo día, pierde su trabajo al reaccionar ante un acoso.
Sola, hambrienta y desesperada por las calles de Río de Janeiro, se desmaya en los brazos de Gabriel Ferraz, un millonario reservado que, por un capricho del destino, estaba buscando una madre subrogada. Al ver en Mariana a la mujer perfecta para ese papel —y notar la desesperación en sus ojos—, le hace una propuesta audaz.
Sin hogar, sin trabajo y sin salida, Mariana acepta… sin imaginar que, al decir “sí”, estaba a punto de cambiar para siempre su propia vida —y la de él también.

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Capítulo 22

Capítulo 22 – Confesiones y Comienzos

La tarde era agradable, el cielo estaba despejado y una brisa suave entraba por las amplias ventanas de la casa de Gabriel. Marianna llegó acompañada de Luísa, que estaba eléctrica, hablando sobre el encuentro que tendría con Davi esa noche.

—Ya verás, se va a derretir por ti —comentó Marianna, sonriendo, mientras abría la puerta de la casa—. ¡Y si no se derrite, yo misma me encargo!

Entraron y enseguida fueron recibidas por Romeu, que tomaba su café en la terraza.

—Mira quién llegó… —dijo con una sonrisa sincera, los ojos iluminándose al ver a Marianna—. Mi niña favorita.

—¡Hola, Romeu! —Marianna corrió hacia él y lo abrazó con cariño—. ¡Qué ganas de verte!

—Yo también te he echado de menos. Menos mal que has vuelto. Esta casa se quedó más silenciosa sin ti.

Luísa rió, quitándose los zapatos.

—Demasiado silenciosa, por cierto.

Mientras Romeu volvía a su rincón con el periódico, Marianna y Luísa subieron a la habitación de Luísa.

Marianna sacó un vestido de tirantes delicado, sandalias de tacón y maquillaje ligero para Luísa. Estaba deslumbrante.

—¡Uau, amiga! —dijo Marianna, orgullosa, después de pasarle el pintalabios a la amiga—. Vas a matar a Davi del corazón.

—Ay, Mari… estoy nerviosa.

—¡Y yo estoy ansiosa por chismorrear contigo después! Ahora ve a arrasar.

Al final de los preparativos, ya estaban bajando las escaleras cuando la puerta se abrió. Gabriel entró con la camisa de vestir doblada en los antebrazos, los ojos se abrieron al ver a Marianna allí.

—¿Mari? —sonrió, yendo hacia ella—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Vine a ayudar a esta princesa a estar aún más guapa —señaló a Luísa, que giró con gracia—. Y aproveché para esperarte.

—Bueno, entonces… qué suerte la mía. —Pasó los brazos alrededor de la cintura de Marianna y besó su frente.

Luísa cogió el bolso y corrió hasta la puerta.

—¡Deseadme suerte! —gritó, riendo—. ¡Y nada de empezar a chismorrear sin mí!

Marianna rió e hizo un gesto con la mano. Cuando la puerta se cerró, Gabriel se giró de nuevo hacia ella.

—¿Vas a dormir aquí hoy?

—Depende… ¿me vas a convencer?

Él la atrajo hacia sí, los labios rozando los de ella.

—Con placer.

Ella rió, sonrojándose.

—Ok, convencida. Pero quiero detalles de la noche de tu hermana después.

—Yo también tengo curiosidad. Pero ahora… ven, voy a preparar algo para que comamos.

Mientras tanto, Luísa llegaba al restaurante indicado por Davi. Era elegante, con luces amarillentas, música suave de fondo y una vista al mar. En cuanto ella entró, él se levantó, sonriendo con el corazón en los ojos.

—Uau… estás preciosa.

—Tú también —respondió ella, tímida.

La noche fue amena. Conversaron sobre todo: infancia, estudios, la vida en la casa con los hermanos, sueños. Davi le tomó la mano sobre la mesa con delicadeza.

—Lu, no voy a fingir que esto es solo amistad. Me gustas desde hace tiempo. Pero si quieres ir despacio… está bien.

—Tú también me gustas, Davi. Desde mucho antes… solo tenía miedo. Pero quiero intentarlo. Solo… creo que es mejor mantenerlo entre nosotros por ahora. Hasta que hablemos con Gabriel, ¿sabes?

—Claro. Haremos todo bien.

Se miraron por un momento y, como si fuera inevitable, él se inclinó despacio, juntando los labios con los de ella en un beso tranquilo, dulce, lleno de cariño… y al mismo tiempo con una intensidad de quien estaba esperando aquello hacía tiempo.

A la salida, él la llevó a casa. En cuanto aparcó, se giró hacia ella.

—Te llevo mañana a donde quieras. Solo llámame.

—Está bien…

Él se inclinó nuevamente, pero esta vez el beso fue más lento, más largo, más envolvente. Cuando se separaron, los dos estaban sonriendo como adolescentes enamorados.

—Buenas noches, Lu.

—Buenas noches, Davi.

Ella bajó del coche con el corazón acelerado y una sonrisa en los labios.

De vuelta a la casa de Gabriel, Marianna y él estaban tumbados en el sofá, con los pies enrollados en una manta, viendo una película cualquiera… pero prestando poca atención.

—Sabes, Mari… —susurró él—. Nunca pensé que este acuerdo loco me traería tantas cosas buenas.

—Ni yo. —Ella sonrió y entrelazó los dedos con los de él—. Pero ahora que lo ha traído… creo que no quiero volver atrás.

Se miraron y se entendieron en silencio.

Porque, en el fondo, sabían que no era solo un contrato.

Era el comienzo de una vida juntos.

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