Entre Sombras Y Traiciones.

Valeria se había convertido en la capitana de la sede de la Falange Oscura de la Cosa Nostra, la más capaz de todos los capitanes; la veían con respeto. Llevaba un año en el puesto y era una verdadera arma letal que la Cosa Nostra no quería soltar.

Valeria hacía su mejor esfuerzo, ganándose el respeto y la admiración de todos a su alrededor. Su destreza en el combate y su habilidad para completar misiones de espionaje la habían posicionado como la asesina número uno de la organización. Sin embargo, su vida no solo giraba en torno a la violencia y el peligro; también había espacio para algo más, algo que no esperaba: el amor.

Alphonso Bettucchi, el hijo del capo di tutti capi, había estado trabajando junto a Valeria en varias misiones. Desde el primer momento, hubo una conexión innegable entre ellos, una chispa que se encendía cada vez que sus miradas se cruzaban. A medida que trabajaban juntos, esa chispa se convirtió en una llama.

Una noche, después de una misión de espionaje particularmente complicada, Valeria y Alphonso se encontraron en la sala de operaciones, revisando los detalles de su éxito. La tensión en el aire era palpable, pero no solo por la adrenalina de la misión.

—Hiciste un trabajo increíble hoy —dijo Alphonso, rompiendo el silencio mientras observaba a Valeria con admiración. Ella se sonrojó.

—Gracias —respondió Valeria, sin poder evitar sonreír—. No podría haberlo hecho sin tu apoyo —dijo por decirlo, porque ella era genial trabajando sola.

Alphonso se acercó, sus ojos grisáceos brillando con una intensidad que hacía que el corazón de Valeria latiera más rápido. Necesitaba algo más que muerte en su vida; sus amigos, que eran ese toque cálido en su vida, habían tomado rumbos diferentes y ni esa amistad tenía.

—Sabes, Valeria, cada vez que trabajamos juntos, siento que hay algo más entre nosotros. Algo que va más allá de las misiones y la lealtad a la Cosa Nostra —dice acercándose más a ella.

Valeria lo miró, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Sabía que sus sentimientos por Alphonso eran reales, pero también sabía que su relación podría ponerlos en peligro.

—Yo también lo siento, Alphonso —admitió finalmente. Pero esto es complicado. —Estamos en un mundo donde las emociones pueden ser una debilidad— dijo con sinceridad, mirándolo y sintiendo su pulso acelerado.

Alphonso tomó su mano, sus dedos entrelazándose con los de ella.

—No creo que sea una debilidad, Valeria. Creo que es nuestra fuerza. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa —dijo y no se aguantó, la tomó de sus mejillas y le dio el primer beso de Valeria, su primer roce, su primer amor.

—Mmm, los labios más deliciosos que he probado en toda mi vida —dijo al separarse y la volvió a besar; esta vez fue más intenso, menos torpe y con más confianza.

—Alphonso... Creo que...— él no la dejó hablar y rodeó su cintura con sus fuertes brazos para luego besarla de nuevo; ella no se resistió, era algo muy hermoso, una luz en medio de la penumbra.

—Valeria, ¿quieres ser mi novia, mi reina? Preguntó y ella solo pudo asentir. Eran uno solo; ambos sentían lo mismo. Alphonso la deseó desde el primer momento que la vio.

A partir de ese momento, su relación comenzó a florecer. Entre misiones de espionaje y entrenamientos, encontraban momentos para estar juntos, para compartir confidencias y sueños. Cada misión completada con éxito solo fortalecía su vínculo, y cada desafío superado los acercaba más. Eran una pareja explosiva, eran mente y ejecución; así pasó el tiempo y su relación era muy intensa; eran dos líderes unidos.

Una noche, después de una misión particularmente peligrosa, Valeria y Alphonso se encontraron en el jardín de la mansión Bettucchi. Bajo la luz de la luna, Alphonso la abrazó, susurrándole al oído.

—Te amo, Valeria. Y haré todo lo que esté en mi poder para protegerte y estar a tu lado.

Valeria sintió una calidez en su corazón, una sensación de seguridad que nunca había experimentado antes.

—Yo también te amo, Alphonso. Juntos, somos invencibles; jamás dejaré de amarte y no haría nada para dañarte jamás. — Alphonso la besó, mientras la luna era testigo y mientras a lo lejos dos ojos observaban todo; la piovra veía la escena con buen ojo. Con esa mujer babeando por su hijo, jamás los dañarían. Otra persona que los observaba era Navila Ricardi, ahijada e hija de otro mafioso poderoso. Ella quería a Alphonso para ella, pero al parecer se le habían adelantado.

—Te ves hermosa esta noche, mi amor. Ella sonrió y lo hizo caer al césped.

—¿Te parezco hermosa, toda alborotada y sudada? Él solo sonrió.

—Te ves muy sexy, mi amor, mi reina hermosa. —Otro beso unió sus labios; las rosas eran únicas entre ellos, los momentos eran cada vez más maravillosos.

Todos los días ella se encargaba de asignar y liderar las misiones; una organización del gobierno les estaba pisando los talones y eran incorruptibles. Habían intentado de todo, pero no lo habían logrado; solo quedaba que ella fuese y se infiltrara. Tenía que saber qué tanto sabía esa gente y acabar con los que más pudiera.

Semanas después, la piovra llamó a Valeria para hablar con ella.

—Señor... — dijo y él asintió.

—Piccola, siéntate, necesitamos hablar. —Como sabrá, la OMSG está pisándonos los talones y necesito que acabe con varios, no sin antes averiguar qué tanto saben de nosotros — ordenó el capo de capos.

—Sí, señor, como ordene, me encargaré de descubrir dónde demonios queda su sede; usted sabe que si alguien puede, soy yo— El hombre sonrió.

—Lo sé, Piccola, por eso eres tú a la que estoy enviando. Ella asintió y se dio la vuelta; debía organizar todo y buscar la manera de coincidir con ellos.

—Un momento, Piccola, esta noche te quiero hermosa. —Vendrán grandes socios y amigos; quieren ver si por fin mi ahijada atrapa a Alphonso — dijo, borrándole la sonrisa de la cara a Valeria. Ella asintió y se retiró de inmediato; estaba molesta.