Teresa es una joven de campo que se enamora del hijo de su patrón, este se tiene que ir a la ciudad por sus estudios y le promete que regresará para casarse con ella...
Su corazón se rompe cuando él llega y no lo hace solo, sino con una joven modelo, quien llama su prometida y les dice que está embarazada...
Unos días después ella decide casarse con su mejor amigo quien está enamorado de ella desde niños, pero sucesos terribles la hacen quedar viuda a poco tiempo, al quedar sola y a cargo de la herencia de su esposo, su determinación la lleva a convertirse en una fiera para defender su honor y no bajar la cabeza ante nadie. ¿Quién fue el asesino de su esposo? ¿Quién es el que quiere verla arruinada?
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Un accidente.
Un mes había pasado y por fin había llegado el gran día de la boda de Luis José con Samantha, la susodicha estaba que no podía de la felicidad, la señora Margaret había tirado la casa por la ventana contratando organizadores de boda, maquillistas, estilista y demás, aunque trató de que la boda no se alargara pues se veía mal, que al poco tiempo de morir el Señor Mendoza, estén festejando.
La ceremonia por civil, fue algo sencillo, cumplieron con los requisitos, escucharon las leyes y recomendación del abogado, firmaron los documentos y tuvieron un pequeño almuerzo con los familiares.
En cambio, la boda por la iglesia fue más deslumbrante, los adornos y decoración estaban impecable, las rosas eran naturales, se notaba que gastaron un dineral para que todo estuviera perfecto, luego de dar los votos y decir el sí acepto, se retiraron a la Finca donde todo estaba listo para el festejo.
Samantha estaba agotada, pero totalmente feliz por casarse con el hombre que le dará la mejor vida, no tendrá que mover un dedo, todo será como ella lo desee, bailaron un poco, conversaron con algunos familiares, socios y amigos, la noche ya estaba en su pleno auge cuando decidieron irse a una posada en el pueblo que ya Luis José había alquilado, para pasar su noche de boda ardiente.
Una vez llegaron a la posada, Luis José llevo a su ahora esposa, en brazos de forma nupcial, entraron entre risas y coqueteos en la habitación, la ayudo a quitarse el vestido y cuando iba a quitar su ropa, su teléfono sonó con un mensaje entrante, era uno que estaba esperando con ansias.
Xxx: El trabajo está hecho, te espero en el lugar acordado junto a mi recompensa.
L~M: Allí estaré, dame media hora.
Una vez envía el mensaje, abraza a su esposa de espalda, le da vuelta apoderándose de su boca, está comienza a gemir mientras lo ayuda a quitar la ropa, una vez ambos desnudos se suben a la cama entre besos ardientes y caricias, el acto sexual solo duró unos cinco minutos cuando ya ambos habían llegado al clímax.
Samantha: ¿eso fue todo?
Luis José: debe ser por el cansancio, tranquila mujer, que ahora lo que tendremos es tiempo.
Ella se sube nuevamente a su cuerpo besando su cuello, acaricia su pecho y menea sus caderas para volver a entrar en acción
Luis José: jajaja, ¿quieres una segunda ronda? (pregunta coqueto)
Samantha: ujum (gime una vez él la nalguea).
Aprieta su trasero haciendo que sus movimientos sean mas exquisitos, ella gime su nombre una y otra vez por el roce, mete su mano entre ellos acariciando su clítoris sin penetrarla, mientras devora su boca fuertemente hasta dejarle los labios hinchados.
Samantha: Ah, si, si, Luis José (gime llegando a su segundo orgasmo)
Cae desplomada en los brazos de Luis José y este la retira a un lado, se levanta colocándose nuevamente la ropa, Samantha frunce el ceño en disgusto al verlo vestirse con prisa.
Samantha: ¿A dónde vas?
Luis José: Tengo un negocio que atender.
Samantha: es nuestra noche de boda.
Luis José: es algo rápido, regresaré antes que despiertes, ya verás (la besa dulcemente y camina hasta la puerta)
Samantha: ¡Luis José! ¡No te atrevas a dejarme sola en nuestra noche de boda! (exclama enojada)
Luis José sale sin prestar atención a los gritos de su esposa, estaba contento y nada ni nadie va a cambiar eso, su trabajo estaba hecho, así que debía esperar para confirmar que todo haya salido según sus planes.
En otra parte, una asustada Teresita despierta sobresaltada al sentir que alguien se arroja en su cama, enciende la luz rápidamente, los quejidos de la persona la hicieron salir de la cama y fijarse de quién se trataba.
Teresita: Pedro Emilio, ¿que te sucedió?
Pedro Emilio: shu, haz silencio, no quiero que tus padres se despierten y menos que me vean en tu habitación.
Teresita: dime qué te sucedió (murmura)
Pedro Emilio: tuve un accidente.
Trata de levantarse, pero no puede ni levantarse, se queja una vez que Teresita lo trata de ayudar a sentarse.
Teresita: esto no parece un accidente, dime la verdad, ¿que fue lo que sucedió?
Pedro Emilio: no es nada, solo me caí, es todo.
Ella levanta su camisa aún con las quejas del hombre, su ceño se frunce en preocupación al ver aquellos morados casi azules en su torso.
Teresita: esto no es una caída, te golpearon ¿verdad? (se queda callado) Pedro Emilio, esto es obra de Luis José ¿cierto? (pregunta asustada)
Pedro Emilio: no fue él, al menos no en persona, quizás mandó a alguien, no puedo asegurarlo.
Teresita: Dios mío, ¿que vamos a hacer? Pongamos una denuncia, viste el rostro de quién te golpeó.
Pedro Emilio: no... Agh... Estaba ya de noche, me interceptó en los matorrales cerca de acá, sabes que es oscuro ese paso... Ahh... no pude verlo, pero me dijo que me alejara de ti.
Teresita: Dios santo, ¿esto es mi culpa? Solo te traje desgracia Pedro Emilio.
Pedro Emilio: shu... No digas eso mi amor, sabes que te amo, esto solo es obra de personas envidiosas, no quieren vernos felices.
Teresita se sienta a su lado, coloca una mano en su mejilla con delicadeza mirándolo con pena, este toca su mano y le deja un beso en su palma, le sonríe con amor.
Teresita: Vámonos Pedro Emilio (sugiere)
Pedro Emilio: ¿A dónde? (pregunta confundido)
Teresita: A la ciudad, allá nos casamos y vivimos un tiempo hasta que todo se calme, ese hombre no se va a atrever a hacernos nada si estamos lejos.
Pedro Emilio: no dejaré que nada malo te pase, te lo juro.
Teresita: él no quiere que estemos juntos, busca separarnos.
Pedro Emilio: nunca Teresita, eres mía mi amor, ningún hombre pondrá sus sucias manos en ti.
La abraza a su cuerpo aguantando un quejido, para estar con ella es capaz de soportar todo, la única manera de que Luis José pueda quitársela es estando muerto, un recuerdo de lo sucedido llega a su mente.