{Publicaciones los LUNES/MIÉRCOLES/VIERNES}
Elizabeth era una mujer adulta que vivía sola y gozaba a pleno de su sexualidad, cuando muere por un accidente de tránsito, reencarna en un libro de época antigua que leyó antes de morir. Ella al saber cómo se darán las cosas, comienza a preparar y claro, a formar su propio harén, porque ¿para que conformarse solo con uno cuando se puede tener a seis?. Elizabeth tendrá que enfrentar muchas cosas y personas para lograr sus objetivos, además de enfrentarse a la diferencia de época y creencias sociales...
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Capítulo 2
Elizabeth se siente como si estuviese flotando, absorta en la nada, no ve ni siente absolutamente nada.
A lo lejos cree percibir una luz, algo brillante y atrayente. Siente que debe ir ahí, por lo que avanza con todas sus fuerzas hacia la luz.
Cuando la atraviesa, siente como está recostada, y al abrir los ojos es esa luz que veía antes. La luz de una habitación.
Elizabeth mira a su alrededor y nota que todo está muy bien ordenado, pulcro. La habitación era linda, sencilla aunque todo era bastante antiguo, ni siquiera había tele o lámparas.
Elizabeth se levantó de la cama con un poco de dolor, se revisó el cuerpo y vio que estaba en perfectas condiciones, cosa que no podía creer después del tremendo golpe que se había pegado en el accidente.
También noto ciertas inconsistencias en su cuerpo, sus muslos eran más pequeños, su trasero y senos también, había lunares que no están en su lugar, todo le pareció muy extraño, por lo que se acercó a un espejo de cuerpo para verse bien, pero al verse, quedó impactada.
No era ella misma, no era su cuerpo siquiera, ni su rostro. La única característica que conservaba era su largo cabello blanco platinado. Pero gracias a ello, supo dónde estaba
Elizabeth Wilson
Al parecer, luego del accidente ella había muerto, y reencarnado en la última novela que leyó, la cual odio, ya que era muy desagradable, contrario a sus gustos. Nada más la había comprado porque la protagonista tenía el mismo color de cabello que ella, pero vaya chasco se llevó al leerla.
De pronto comenzó a sentir un fuerte dolor de cabeza, era como si miles de espinas se le clavaran de golpe. Cada una, achacada a recuerdos, recuerdos de la verdadera Elizabeth Wilson, la protagonista de esa novela.
Podía ver en aquellos recuerdos como su "madre" y "hermana" la hostigaban todo el tiempo, golpeándola, humillándola y encerrándola en ese cuarto que no era ni de sirvientes. Por sus humillaciones, ninguno de los sirvientes de la casa la atendía como correspondía, y se burlaban de ella.
Tenía un hermano también, Arthur. Pero él o no se daba cuenta de lo que pasaba o hacía la vista gorda, ya que jamás había hecho nada para defenderla o molestarla, solo se ocupaba de su entrenamiento y nada más, el resto le era indiferente.
Por otro lado, su padre, el duque Robert Wilson, era un buen hombre, que no estaba enterado de absolutamente nada de lo que pasaba en su casa, ya que se la pasaba viajando por negocios. Él era un hombre de familia que amaba a sus tres hijos y esposa por igual.
Elizabeth Wilson, la verdadera, había sido muy débil, permisiva, se dejaba tratar como ellos querían, incluso cuando su padre no estaba, ella hacía las tareas del hogar, hacía lo que le correspondía a las sirvientas, además de ello la verdadera Elizabeth era muy infantil para hablar vestirse y aunque era un poco inteligente, no lo era lo suficiente, y no se molestaba por querer estudiar o saber más.
Ella viendo toda la situación pensó que la situación no daba para más, ella no era la verdadera Elizabeth Wilson y no se dejaría tratar de esa forma, aprovecharía que es la hija del duque y cambiaría las cosas a su favor. Además, ella tenía la ventaja de que sabía lo que iba a pasar en la novela, era un punto a su favor.
Recordó porque estaba en la cama acostada. Su hermana mayor Amelia la había empujado de las escaleras provocándole una fuerte contusión cerebral, pero lo que ellos no sabían, era que realmente al caer, Elizabeth había muerto, por lo que su alma había ocupado ese cuerpo por motivos que ella desconocía.
Aún estaba viéndose en el espejo cuando la puerta se abrió de golpe, era su hermana Amelia junto a una sirvienta, la cual también la molestaba. Ambas entraron muy altaneras, rebajándola de pies a cabeza.
-¡Oh, vaya!, parece ser que la bella durmiente por fin despertó - se rio con burla Amelia
Amelia Wilson
-Ay señorita, seguramente quería hacer drama y saltarse los deberes que tiene en la casa - habló la sirvienta soberbia
-Eso creo, pero mira Elizabeth, no te saltearás tus deberes por andar de holgazana y dramática - advirtió Amelia acercándose de forma amenazante a Elizabeth
Elizabeth al ver la situación, sonrió satisfecha, ahora les demostraría quien era ella en esa casa.
-¿Y por qué motivo debería hacer yo los deberes de las sirvientas? - sonrió burlona Elizabeth mirando con desagrado a su hermana y a la sirvienta, que no podían creer que les estuviera respondiendo, ya que por lo general solo agachaba la cabeza temerosa
-Porque es lo que ¡yo!, digo y punto - respondió soberbia Amelia
-Aja, ¿y vos quien sos exactamente para decirme lo que tengo que hacer? - replicó con su sonrisa Elizabeth
-Soy la hija mayor del duque - respondió Amelia con el mentón en alto - ¿y desde cuándo vos me cuestionas a mí? - preguntó molesta ya
-Yo también soy la hija del duque, y me niego a hacer lo que vos me digas, además te respondo porque quiero - se rió sarcástica Elizabeth
-¡Cómo te atreves a hablarle así! - gritó furiosa la sirvienta queriendo pegarle a Elizabeth, pero se sorprendió al recibir primero el golpe de ella.
Elizabeth al ver que le iban a pegar, dió el primer golpe, claro, puño cerrado para mayor impacto
-¡Bestia!, ¿cómo te atreves? - gritó Amelia acercándose rápidamente y dándole una sonora cachetada a Elizabeth
Elizabeth en lugar de enojarse, sonrió y como si el diablo se apoderará de ella, tomó a Amelia de los pelos junto a la sirvienta, las llevó fuera de la habitación y, ya que estaban en la primera planta, las llevó rápidamente al salón. Todos los sirvientes salieron a ver lo que sucedía al escuchar los gritos de las chicas, no lo podían creer. Ella las tiró a ambas al suelo con todas sus fuerzas y una vez ahí las uso de demostración.
-¡Miren todos lo que sucede a quienes no me respetan y me tratan como una simple empleada! - gritó con fuerzas mirando a todos a su alrededor. Y luego tomo del cabello a la sirvienta, levantando su rostro lloroso y comenzó a darle golpes a puño cerrado, le dió alrededor de diez golpes dejándola sangrante y con la nariz rota, luego se giró hacia su hermana y repitió lo mismo.
Elizabeth sonreía satisfecha, limpiándose la sangre de la mano en la ropa de su hermana.
-¡Ahora quiero que me lleven a mí habitación, no a esa pocilga dónde estaba y más les vale traerme algo adecuado y decente para comer! - ordenó a los demás sirvientes, al hacerlo, también notó a su hermano Arthur entre los sirvientes, observó todo pero no interfirio ni dijo nada, por el contrario, vió lo que secedia y se marchó.