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Entre Luces De Seúl

Entre Luces De Seúl

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Reencuentro / Poder equitativo / Pareja destinada / Completas
Popularitas:215
Nilai: 5
nombre de autor: Rose Marquez

En el corazón vibrante de Corea del Sur, donde las luces de neón se mezclan con templos ancestrales y algoritmos invisibles controlan emociones, dos jóvenes se encuentran por accidente… o por destino.

Jiwoo Han, un hacker ético perseguido por una corporación tecnológica corrupta, vive entre sombras y códigos. Sora Kim, una apasionada estudiante de arquitectura y fotógrafa urbana, captura con su lente un secreto que podría cambiar el país. Unidos por el peligro y separados por verdades ocultas, se embarcan en una aventura que los lleva desde los callejones de Bukchon hasta los rascacielos de Songdo, pasando por trenes bala, mercados nocturnos, templos milenarios y festivales de linternas.

Entre persecuciones, traiciones, y escenas de amor que desafían la lógica, Jiwoo y Sora descubren que el mayor sistema a hackear es el del corazón. ¿Puede el amor sobrevivir cuando la memoria se borra y el deseo se convierte en código?

NovelToon tiene autorización de Rose Marquez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La sombra del conglomerado

El amanecer se filtraba por las ventanas del hanok, tiñendo de dorado los bordes de madera y los cojines bordados. Jiwoo estaba despierto desde hacía horas, sentado frente a las pantallas encendidas, con la mirada fija en una secuencia de datos que se desplegaba como un mapa de guerra. Sora, aún envuelta en una manta, se incorporó lentamente, su silueta iluminada por la luz suave del sol.

—¿Dormiste algo? —preguntó ella, acercándose con pasos silenciosos.

—Lo justo para no colapsar —respondió Jiwoo, sin apartar la vista de la pantalla—. El símbolo que encontramos en el templo… coincide con una división secreta de Daesan Tech. Se llama Proyecto Namsan.

Sora se sentó a su lado, su cabello castaño aún húmedo por la noche anterior. Vestía una camiseta negra de Jiwoo que le quedaba ligeramente grande, y sus ojos almendrados recorrían los datos con rapidez.

—¿Qué hace exactamente ese proyecto?

Jiwoo amplió una imagen: una red neuronal simulada, conectada a perfiles emocionales de miles de ciudadanos.

—Es una red de control mental basada en algoritmos predictivos. Usan datos para manipular decisiones, inducir emociones, incluso alterar sueños. Lo disfrazan como innovación en salud mental, pero es ingeniería del comportamiento.

Sora frunció el ceño. Su expresión era más analítica que sorprendida.

—¿Y cómo lo detienes?

—Con más datos. Pero necesito acceso al servidor central. Está en la Torre Lotte World, nivel 87. Sala de mantenimiento oculta tras el panel de control climático.

Sora se levantó y caminó hacia su mochila. Sacó una carpeta con credenciales, planos y una pulsera inteligente.

—Yo puedo entrar como arquitecta. Tengo autorización por mi tesis sobre estructuras inteligentes. Me dieron acceso temporal hace unos meses.

Jiwoo la miró con asombro.

—¿Tienes planos?

Sora desplegó un holograma desde la pulsera. El edificio apareció en tres dimensiones, con rutas de evacuación, sensores, y nodos de red marcados en rojo.

—No solo planos. Tengo acceso a la red interna de diseño. Si entramos por el nivel de mantenimiento, podemos llegar al servidor sin pasar por los puntos de control principales.

Jiwoo se acercó, sus ojos brillando con una mezcla de admiración y urgencia.

—Eres más peligrosa de lo que pareces.

—Y tú más vulnerable de lo que admites.

Ambos sonrieron. Jiwoo tomó su mano.

—Entonces lo haremos juntos.

Una alerta apareció en la pantalla. Un rostro conocido: el hombre del chip, ahora identificado como Min Jae, director de seguridad de Daesan. Su ubicación: a menos de dos kilómetros del refugio.

—Él sabe que estamos cerca —dijo Jiwoo.

—Entonces debemos acercarnos más —respondió Sora.

Jiwoo activó un protocolo de evacuación. Las pantallas se apagaron, los servidores comenzaron a desmontarse automáticamente. En menos de cinco minutos, el refugio parecía una casa vacía.

—¿A dónde vamos? —preguntó Sora, mientras guardaba el cuaderno con los algoritmos.

—A un punto de acceso en Gangnam. Desde allí podemos infiltrarnos en la red de Daesan sin levantar sospechas.

Salieron por la puerta trasera, vestidos con ropa neutra, mochilas livianas y rostros decididos. La ciudad comenzaba a despertar, pero ellos caminaban como sombras entre la multitud.

En el metro, Sora se apoyó en Jiwoo. Él la rodeó con el brazo, protegiéndola del frío artificial del vagón. No hablaron. No hacía falta. La conexión entre ellos era silenciosa, pero firme.

Al llegar a Gangnam, se dirigieron a un edificio de oficinas abandonado. Jiwoo activó un panel oculto en el sótano y accedió a una terminal segura. Desde allí, comenzaron a simular credenciales, rutas de acceso y patrones de movimiento.

—Tenemos una ventana de cuarenta minutos —dijo Jiwoo—. Después de eso, el sistema se reinicia y nos detectará.

—Entonces entremos antes de que el mundo se dé cuenta —respondió Sora, ajustando su chaqueta.

Jiwoo la observó mientras se cambiaba de ropa: blusa blanca, chaqueta formal, gafas de diseño. Sora parecía otra persona. Profesional, precisa, impenetrable.

—Pareces parte del consejo directivo.

—Y tú pareces mi guardaespaldas personal.

Ambos rieron. Jiwoo se puso una chaqueta oscura y lentes de contacto que alteraban su patrón ocular. Sora le ajustó el cuello con delicadeza.

—Listo para entrar en el corazón del monstruo.

—Contigo, sí.

La Torre Lotte World se alzaba como un coloso de vidrio y acero. Entraron por el acceso de mantenimiento, usando las credenciales simuladas. Pasaron por pasillos silenciosos, escaleras de emergencia y túneles de ventilación.

En el nivel 87, llegaron al núcleo de servidores. Jiwoo conectó el dispositivo que Hyejin les había entregado. La red comenzó a desplegarse como un mapa tridimensional.

—Aquí está —dijo Jiwoo—. El algoritmo central. Si lo extraemos, podemos exponer todo.

Sora vigilaba la puerta. El sonido de pasos se acercaba.

—Rápido. No estamos solos.

Jiwoo aceleró el proceso. El dispositivo comenzó a parpadear. Una barra de progreso avanzaba lentamente.

—Veinte segundos —murmuró.

Los pasos se detuvieron frente a la puerta. Sora tomó una herramienta de mantenimiento y la sostuvo con firmeza.

—Si entran, improvisamos.

La barra llegó al cien por ciento. Jiwoo desconectó el dispositivo y lo guardó. Sora abrió la puerta con calma. Dos guardias los miraron, confundidos.

—Inspección de humedad en los servidores —dijo ella, con voz firme.

Los guardias dudaron. Jiwoo activó un protocolo de seguridad que simulaba una alerta de temperatura. Los sensores comenzaron a parpadear.

—Todo en orden. Gracias por su cooperación —dijo Jiwoo.

Los guardias se alejaron. Sora cerró la puerta y exhaló.

—Eso fue demasiado cerca.

—Pero lo logramos.

Salieron por la misma ruta, mezclándose con el personal de mantenimiento. Al llegar al exterior, la ciudad seguía su curso, ajena a lo que acababa de ocurrir.

En un café cercano, Jiwoo conectó el dispositivo a su tablet. Los datos comenzaron a desplegarse.

—Tenemos todo. Nombres, transacciones, algoritmos, pruebas.

Sora lo miró. Sus ojos brillaban con emoción, pero también con miedo.

—¿Y ahora?

Jiwoo tomó su mano.

—Ahora decidimos si lo revelamos. O si lo usamos para cambiar las reglas.

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Rodrigo L
Me gustó este primer capítulo. Ojalá sigas publicando más, quiero saber cómo continúa esta historia.
Rose Marquez: Gracias Rodrigo. Por supuesto, pronto más capítulos 😂
total 1 replies
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