Kael Walton no fue criado, fue forjado, desde niño conoció más el frío del abandono que el calor de una familia. A los quince años quedó huérfano, y su refugio fueron las calles, los trabajos mal pagados, y los silencios largos que solo entienden los que han sobrevivido más de lo que han vivido.
El ejército le dio estructura, disciplina, y una nueva identidad: soldado, protector, fantasma. A los 25 años, pensó que había encontrado la única guerra que valía la pena luchar: el amor. Pero la felicidad duró poco. Su esposa fue asesinada por un mafioso al que todos temían, excepto Kael. Desde entonces, el amor quedó enterrado junto a ella.
Años después, en medio de una misión de venganza donde logran su cometido, cuando al fin reina la paz para el solo era el inicio de un caos y encanto, llamado Nadia Drake.
Podrá Nidia Alojarse en el corazón de Kael?
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Capítulo 11
... PRIMERA VEZ...
Después de esa noche tan complicada para Kael, y tan alucinante para Nadia, llego un día prometedor para ambos, aunque aún no lo sabían.
Una vez que Kael, atendió todos sus asuntos de trabajo, quedo mirando su teléfono como si de ello dependiera su vida.
Lo pensó, una, dos, tres y muchísimas veces más, la llamaba o no la llamaba.
Cuestionándose internamente si lo hacía que le diría y si no lo hacía era un completo estúpido y cobarde.
Varios Minutos después, por fin lo había logrado, tal vez no una llamada como lo deseaba, pero si un mensaje.
“Nadia, me gustaría mucho que aceptes cenar esta noche conmigo, ehm no se si tal vez te gustaría ir a bailar, o si prefieres solo caminar, sé que soy un completo estúpido, pero aceptas?”
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Desde su apartamento, Nadia leía el mensaje con una cara de asombro, llevaba cinco minutos procesando la información.
— Creo que este chocolate ya se derritió, es la primera vez que me escribe, no lo puedo creer... NO LO PUEDO CREEERRR — grito Nadia, como si estuviese loca, demente.
Si lo estaba, pero por ese hombre maduro, con el que soñaba todas las noches, era una atracción indescriptible, la edad para ella no era problema así él tuviese ochenta y ella sesenta seguiría siendo el amor de su vida, Kael es su alma gemela, su otra mitad, de eso estaba completamente segura.
Nadia sentía que Kael era su polo a tierra, aunque tuviese miedo, y ella era el de él, jamás imagino un amor a primera vista y hoy en día puede afirmar que existe.
Es un sentimiento extraño, pero que sin pensarlo se aloja en el corazón y sin manual para saber manipularlo.
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La noche había llegado, Nadia se esmeró mucho en arreglarse, no quería parecer ofrecida, pero tan poco sencilla, después de estar toda la tarde de cabeza en el closet al fin estaba lista, radiante como siempre.
Kael toco el timbre y Nadia al abrir la puerta quedo embelesada, estaba apuesto, hermoso, con un aroma exquisito y aunque ambos estaban nerviosos, trataban de disimularlo.
Kael la llevo a un hermoso restaurante, uno que permitía observar las hermosas luces de la ciudad, con un aire íntimo y elegante.
La noche transcurría de manera amena, ambos un poco silenciosos, más de lo normal, no parecía una cita amorosa sino una de negocios.
El restaurante estaba casi vacío cuando la tensión entre ellos alcanzó su punto más peligroso.
Quedaban solo una pareja de ancianos y dos camareros recogiendo copas vacías.
El aire estaba impregnado de olor a vino y perfume. La música de fondo había cambiado a un suave piano que sonaba como el eco de un corazón latiendo despacio.
Kael y Nadia, se levantaron de sus sillas sin decir palabras, solo para agradecer la atención, hasta que Kael rompió la burbuja.
— Te gustaría caminar? — Pregunto Kael en tono bajo.
— Si no tienes problema, me encantaría, siempre caminar a tu lado — y ahí estaba Nadia, mandando sus mensajes cada vez que tenía la oportunidad, Kael no era tonto los entendía cada uno de esos mensajes.
Ambos caminaban uno al lado del otro, no demasiado cerca, pero tampoco lejos, lo suficiente para que los dedos de sus manos casi se rozaran con cada paso.
Nadia soltó una risa suave, no de burla, sino de complicidad. Kael la miró de reojo, esa risa siempre le hacía algo en el pecho.
Como si le abriera una herida vieja y al mismo tiempo le soplara para aliviarla.
—¿Esta es nuestra primera cita Kael? — preguntó de pronto, sin mirarlo—. Porque si no es así, me gustaría que me explicaras que es.
Él se detuvo y ella también.
—No lo sé... — respiro profundo, como tomando valor — Ehm, si es nuestra primera cita — respondió, con la voz más baja de lo normal —. No sé qué me pasa, pero creo que también me puse celoso, supongo que no me gustó cómo te miraba ese tipo.
—¿Luca?
Él asintió.
—¿Y si te dijera que me gusta cómo me mira?
Kael tensó la mandíbula, tragó saliva, se tomó un segundo antes de responder.
—Entonces diría que tienes mal gusto.
Ella sonrió, no por el comentario, sino porque sabía lo que realmente significaba.
—Kael… ¿Te das cuenta de que cada vez que estamos más cerca, me gustas más, y pareces un fantasma?.
— ¿un fantasma.?
—Si claro, estas, pero no te veo, quieres, pero a la vez no.
—Eso no es justo, no soy ningún fantasma, soy de carne y hueso y estoy aquí — respondió él, algo molesto.
—No — dijo ella, acercándose un poco —. Lo que no es justo es que me mires como si me desearas y luego actúes como si no sintieras nada, me dejas confundida y no soy una niña, Kael.
La forma en que lo dijo fue suave, pero firme, sin acusación, sin drama, solo la verdad.
Él la miró, fijamente, como si quisiera decirle todo lo que no se atrevía.
—Tienes veintiún años, Nadia.
—Y tú cuarenta, ya lo sé, y estoy cansada de que me lo repitas como mantra, como si fuera una barrera infranqueable.
—Es que lo es.
Ella se cruzó de brazos, todavía muy cerca.
—¿Por qué? ¿Por qué la gente va a murmurar? ¿Por qué crees que me vas a hacer daño?
Kael bajó la mirada.
—Porque no sé cómo estar con alguien como tú sin arrastrarte a mi oscuridad.
—¿Y si yo ya conozco mi propia oscuridad? — susurró ella —. ¿Y si lo único que quiero es que alguien no me tenga miedo?.
Kael cerró los ojos, respiró hondo y cuando los abrió, todo en su rostro era una mezcla de deseo contenido y dolor.
—Nadia… no tienes idea de lo que podrías estar dejando atrás por seguirme a mí, no soy un premio, no soy un comienzo, soy lo que queda después de la tormenta.
Ella se acercó un poco más, ahora solo los separaban unos centímetros.
—¿Y si a mí me gustan las tormentas? — dijo con una media sonrisa, desafiante, dulce, peligrosa.
Kael levantó la mano y, la tocó con una ternura que desentonaba con su dureza habitual.
Sus dedos rozaron la mejilla de ella, luego una hebra de su cabello.
Los ojos de Nadia se cerraron apenas, como si ese gesto, ese roce, fuera todo lo que había estado esperando.
Kael bajó la mirada a sus labios, ella también lo hizo.
El mundo se detuvo.
Fue un momento frágil, suspendido en el aire.
Los rostros se acercaron, lentos, cuidadosos, como si estuvieran midiendo el borde de un abismo.
Sus labios se rozaron.
Y entonces, justo en ese preciso instante… Ocurrió lo que tanto deseaba, un Beso, el beso más tierno, tranquilo y suave del mundo, un beso que transmitía, miedo, dudas, pero también deseo, ilusiones y un amor que apenas estaba dando sus primeros pasos.
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Mis amores gracias por leer esta novela, gracias por apoyar con sus 👍, con sus 🎁, sus votos y comentarios!!
que decepción
así me gusta que no tengan tantos capitulos 💯