Logan

Salimos y, al llegar a la tienda, me siento mientras Henrique elige la ropa adecuada para mí. Nunca he sido bueno eligiendo ropa, así que dejo que el mafioso empresario las escoja por mí.

Observo a aquel hombre viril y percibo que mi corazón se acelera, suspiro y, al respirar hondo, dejo escapar un sonido gutural.

Recordé la locura que tuvimos al hacer el amor en su mansión de eventos, fue una locura, pero una locura sabrosa, mi primera vez fue inolvidable, claro que imaginaba una relación sexual llena de amor, de caricias y de besos, aquellas relaciones de libros de romance en las que el compañero dice que hará el amor.

"Yo no hago el amor, yo follo".

Las palabras de Henrique vienen a mi mente y siento que mi corazón se acelera, recuerdo que me dijo que el amor es un sentimiento y no una receta para ser hecha.

Henrique literalmente me jodió, no faltaron caricias, gemidos, besos y deseos, follamos sabroso en mi primera vez.

Me imaginaba con un chico de mi edad o, como máximo, cinco años mayor que yo, pero fui hecho por un hombre doce años mayor y me gusta la sensación que estoy sintiendo.

—Henrique, he elegido la ropa para ti, ve al probador y cámbiate por favor, pruébate todo y no tengas reparos, te quedará bien.

Hago lo que me pide, entro y hago más de cuarenta cambios de ropa.

Y con cada cambio salgo para que Henrique me vea.

Al terminar de probarme la ropa, Henrique conversa con la dependienta y ella, con la ayuda de una amiga, recoge la ropa.

—Chicas, me lo llevo todo, mi hombre estaba guapísimo y muy atractivo con ella.

Algún tiempo después fuimos a una tienda de calzado y allí Henrique me compró más de diez pares, entre sandalias, botas y zapatillas.

Al salir de la tienda ya me siento exhausto, Henrique coloca las bolsas con los zapatos junto con las de ropa en el maletero del coche.

Entramos y nos sentamos en el asiento del pasajero.

—Estoy viendo que estás exhausto, Logan.

—Un poco, Henrique, me duele la espalda y también tengo un poco de sueño.

Henrique me besa los labios, siento que mi cuerpo se estremece.

—Henrique, espera...

Soy interrumpido por un beso ardiente, no es posible, va a quererme aquí en el coche con el conductor delante de nosotros.

—Me vuelves loco, ¿sabes?

Me siento incómodo y siento que mi rostro se ruboriza.

—Logan, tengo que decirte una cosa, la baja iluminación del coche, junto con la iluminación de la ciudad, realzan tus ojos, que son muy seductores.

Al parecer, a Henrique le gusta verme sin gracia, se sienta más pegado a mí y me abraza.

—Apoya la cabeza en mi hombro, Logan, puedes dormir, estamos muy lejos de casa, en cuanto lleguemos te despertaré.

Le doy las gracias y cierro los ojos, necesitaba dormir, mientras duermo siento que la herida en mi espalda palpita.

Sueño que estoy siendo cuidado por Henrique.

—Duele mucho.

—Calma, Logan, voy a cuidarte conmigo, estás protegido.

El sueño cambia de escenario y veo a mi padre apuntándome con un arma, y escucho un disparo, cuando me doy cuenta veo a mi madre guardando su arma en el abrigo.

—Hijo, ahora eres libre de este hombre, lo amo, pero te amo más a ti, que naciste de mí.

Escucho la voz de Henrique despertándome:

—Bebé, despierta, hemos llegado.

Con dificultad abro los ojos y desembarco del coche.

El conductor nos ayuda con las bolsas, acompañándonos hasta nuestra habitación.

—Gracias, Jonas, puedes ir a descansar, buen hombre.

El conductor nos deja en la habitación y Henrique me mira en el fondo del ojo con sus ojos verdes, me siento paralizado, hasta que me da la orden:

—Logan, quiero que te quites la camisa.

—¿Para qué, Henrique, qué pretendes?

—No me saques la paciencia, que ya es poca, ¡quita la puta camisa, Logan!

Obedezco y me quito la camisa, tirándola sobre la cama.

Henrique me pide que me ponga de espaldas a él y se acerca a mí.

Siento que toca mi herida.

—Duele, bebé.

—Un poco, Henrique.

Siento que besa cada punto de mi espalda, y siento que mi corazón se dispara y sube a la garganta.

—Mis besos de amor y de deseo harán que el dolor pase.

Me siento seducido por él.

Digo que estoy mejor, él se aleja y yo me siento en nuestra cama:

—Aquí tienes, bebé, toma, es un antiinflamatorio, te pondrás bien.

Tomo el medicamento y Henrique se sienta a mi lado, y me cuenta que en el coche me oyó murmurar que me dolía.

—Estaba soñando, Henrique, y tú me cuidabas.

—Siempre te cuidaré, querido.

Invade mis labios con los suyos y me tumba en la cama delicadamente.

Mientras me besa, acaricia mi tórax, su mano está caliente.

Siento que baja la mano hacia el camino de la perdición y se detiene.

—No, no voy a excitarte, necesitas descansar, mañana haremos tus fotos para el book y la sesión de fotos es un poco larga.

Se levanta y le veo coger una pomada anestésica.

—Date la vuelta, bebé, voy a aplicar esta pomada en tu espalda para dormir sin dolor.

Hago lo que Henrique me pide y siento que me masajea la espalda muy suavemente con la pomada.

—Ahora acuéstate, Logan, y no te empeñes en discutir conmigo.

No lo hago, me acuesto y siento que el sueño llega de nuevo, es el medicamento que empieza a hacer efecto.

Siento un beso suave y tierno en mis labios.

—Bebé, buenas noches, sueña conmigo.

Me apago y no oigo nada más.

Duermo toda la noche y cuando me despierto busco a Henrique con las manos y lo encuentro durmiendo a mi lado.

Lo observo dormir y noto lo guapísimo que es. Contorno sus cejas y labios con el leve toque de mi dedo índice.