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Bajo La Mentira Del Diamante

Bajo La Mentira Del Diamante

Status: En proceso
Genre:Matrimonio arreglado / Amor-odio / CEO / Romance / Casada con el millonario / Matrimonio contratado
Popularitas:2.3k
Nilai: 5
nombre de autor: D.R.OLIVIERI

Una heredera perfecta es obligada a casarse con un hombre rudo y desinteresado para satisfacer la ambición de sus padres, solo para descubrir que detrás de su fachada de patán se esconde el único hombre capaz de ver su verdadero yo, y de robarle el corazón contra todo pronóstico.

Damián Vargas hará todo lo posible por romper las cadenas del chantaje y liberarse de su compromiso forzado. El único problema es que ahora que la tiene cerca, no soporta la idea de soltarla.

Valeria Montenegro es la hija ejemplar: elegante, ambiciosa y perfectamente educada. Para ella, casarse con un Vargas significa acceder a un círculo de poder al que ni siquiera su familia puede aspirar alcanzar el estatus . Damián dista mucho de ser el hombre que soñó para su vida, pero el deber familiar pesa más que cualquier anhelo personal. Desear su contacto nunca formó parte del plan… y mucho menos enamorarse de su futuro esposo.

NovelToon tiene autorización de D.R.OLIVIERI para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo: 10 Valeria llega a la mansión Vargas

Adrián soltó una risa suave antes de disculparse y unirse a otro grupo. **¿Por qué no podía mi compromiso ser con alguien como él?** Educado\, encantador y lo suficientemente adinerado como para complacer a mis padres. En cambio\, me había tocado un hombre que se comunicaba más con los puños que con las palabras.

Dejé mi copa vacía y empecé a explorar el ático. Era sorprendentemente acogedor para ser Damián. No era el minimalismo frío que imaginaba de un soltero rico, sino un espacio lleno de muebles artesanales, alfombras persas y terciopelos profundos que enmarcaban ventanales con vistas al parque del Retiro. Pasé por varios salones antes de llegar a la galería principal, donde colgaban las obras más valiosas.

Y entonces lo vi.

Damián estaba al otro lado de la sala\, conversando con un par de coleccionistas. Sonrió ante un comentario\, una expresión genuina y relajada que nunca me había dirigido a mí. **Una punzada inexplicable de celos me atravesó.** Preferí pensar que era solo el efecto del champán.

Parece que sintió el peso de mi mirada, porque alzó la vista. Nuestros ojos se encontraron a través de la multitud, y su sonrisa se desvaneció al instante, reemplazada por una frialdad tan intensa que casi podía sentirla en la piel. Mi corazón comenzó a latir más rápido.

Damián se excusó y empezó a cruzar la sala hacia mí. **Su avance era implacable\, como el de un depredador que ha localizado a su presa.** Cada fibra de mi ser me gritaba que huyera\, pero mis pies parecían estar pegados al suelo. **Me había armado de valor para venir\, y ahora estaba lista para enfrentar la tormenta.**

 —No pasa nada. No te matará en público. Seguramente. Supongo —me repetía en mi mente mientras observaba a Damián cruzar la sala hacia mí con esa elegancia felina que parecía ser tanto una amenaza como una promesa.

Cuando se detuvo frente a mí, el aire a nuestro alrededor se volvió denso. Con una sonrisa que esperaba que sonara más segura de lo que realmente me sentía, tomé una copa de champán de una bandeja cercana y se la ofrecí.

—Bonita fiesta. Me temo que mi invitación se perdió en el correo, pero aquí estoy —dije, tratando de mantener la voz firme—. ¿Champán?

—No se perdió ninguna invitación\, *mi cara* —respondió\, y el apodo sonó como una caricia envenenada en sus labios. Ignoró la copa que le ofrecía—. ¿Qué haces aquí?

—Disfrutando del arte y de la compañía —mentí, llevando la copa a mis labios y tomando un sorbo. El alcohol me dio el valor que necesitaba—. Tienes un gusto exquisito, aunque tus modales podrían usar un poco de refinamiento.

Una sonrisa severa se dibujó en su rostro. —Es curioso que critiques mis modales cuando eres tú quien aparece sin invitación a un evento privado.

—Estamos prometidos —le respondí, yendo directo al grano—. No hemos intercambiado palabra desde aquella cena, y se supone que debo mudarme aquí en una semana. No espero declaraciones de amor ni rosas diarias, pero sí un mínimo de cortesía y comunicación. —Terminé mi copa y la dejé en una mesa cercana—. Y no lo tomes como una auto-invitación. Considera esto como una aceptación anticipada de tu oferta. Al fin y al cabo, fuiste tú quien accedió a que viviera aquí. Solo quería ver mi nuevo hogar antes de comprometerme.

Aunque mis palmas estaban húmedas y mi pulso acelerado, mantuve un tono uniforme. No podía mostrar debilidad. Si lo hacía, se aprovecharía.

Damián sonrió con falsedad. —Vaya discurso. En la cena no parecías tener tanto que decir.

Su voz adquirió un tono áspero y sedoso mientras sus ojos recorrían mi cuerpo con una deliberada lentitud. Había cambiado mis perlas y tweed por un ceñido vestido de cóctel negro, tacones altos y mi pintalabios rojo favorito. Bajo su mirada, me sentí tan expuesta como si estuviera en ropa interior en medio de una iglesia.

—Casi no te reconozco —murmuró, y la intimidad de su tono me provocó una oleada de calor. Sus ojos bajaron, estudiando cada curva y línea de mi cuerpo con una intensidad que casi podía sentir. Mi garganta se secó. Un fuego familiar se encendió en mi vientre, y de repente deseé haber optado por un atuendo más conservador.

—Hay que vestirse acorde a la ocasión —logré decir, arqueando una ceja con una falsa seguridad—. Tal vez deberías intentar eso alguna vez. Podrías caerle mejor a la gente.

—Si me importara lo que piensan los demás, lo haría —respondió, elevando su mirada hacia la mía con una expresión burlona—. A diferencia de algunos de mis invitados, mi autoestima no depende de las opiniones ajenas.

Sus palabras me golpearon como un puñetazo, transformando el calor en un frío glacial en un instante. Nadie como Damián Vargas para pasar de tolerable a insufrible en un abrir y cerrar de ojos.

—Bien —espeté—, porque te aseguro que lo que piensan de ti no es precisamente halagador.

Conteniendo la ira, tomé aire y continué: —Por más encantadora que sea esta conversación, debo irme. Espero recibir toda la información para la mudanza por correo mañana al mediodía. Sería catastrófico que llegara y evidenciara tu incompetencia ante los vecinos. —Toqué el diamante en mi cuello—. Imagina lo bochornoso que sería que se supiera que el gran Damián Vargas no puede manejar algo tan simple.

Su mirada podría haber derretido el oro de los marcos. —Quizá no te importe tu reputación, pero en los negocios, eso lo es todo. Si no puedes manejar tu casa, ¿cómo esperas manejar una empresa?

Saqué una tarjeta de visita y la deslicé en el bolsillo de su americana. —Ya sabes cómo contactarme, pero por si acaso. Espero tu correo.

Me fui antes de que pudiera responder, sintiendo el calor de su furia en mi espalda. Pero no antes de captar algo nuevo en sus ojos: respeto.

***

Horas más tarde, en la suite que sería mía, las palabras de Damián aún resonaban en mis oídos mientras observaba los símbolos de nuestro "acuerdo" sobre la mesilla de noche.

—"Tu habitación está al final del pasillo izquierdo" —había dicho con voz fría al entregarme las llaves—. "He dispuesto una tarjeta Black para tus gastos personales en la mesilla. No esperes que esto sea más de lo que es: un contrato."

Ahí estaban, reluciendo bajo la luz tenue: la tarjeta de crédito negra, ilimitada, y junto a ella, una caja de terciopelo. Al abrirla, encontré un anillo de compromiso con un diamante solitario tan frío e impresionante como el hombre que me lo daba. Una joya perfecta para sellar un trato: valiosa, imponente y completamente carente de calor.

La tarjeta Black, sin embargo, era lo más revelador. Era su manera de decirme mi precio, de cuantificar mi valor en su mundo. Vivienda de lujo, acceso ilimitado a fondos, joyas exquisitas... todo menos lo que realmente anhelaba: respeto, autonomía, quizás, con el tiempo, algo que se pareciera al cariño.

Mis dedos se cerraron alrededor de la tarjeta de plástico negro, sintiendo su superficie lisa como si fuera un veneno. Este sería mi campo de batalla, comprendí de pronto. Mientras estuviera atrapada en este acuerdo, usaría cada recurso que se me ofreciera. La tarjeta, el anillo, este ático... todo sería un arma en la guerra silenciosa que acababa de declarar.

Dejé la tarjeta sobre la mesilla\, pero me puse el anillo. **Quería que entendiera el mensaje: aceptaba sus términos\, pero no me rendiría.** Si Damián Vargas pensaba que iba a ser una esposa decorativa\, se iba a encontrar con una oponente que sabía cómo usar sus propias armas en su contra.

La guerra fría entre prometidos acababa de encontrar su campo de minas perfecto: **el lujo sería mi refugio\, y su desprecio\, mi impulso.**

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🇻🇪💕Jennifer Rodriguez💕🇻🇪
Sin palabras👏👏
🇻🇪💕Jennifer Rodriguez💕🇻🇪
Súper interesante, sigue así ☺️
🇻🇪💕Jennifer Rodriguez💕🇻🇪
Me encanta, el relato es fluido y todo va encajando perfecto 👏👏👏
🇻🇪💕Jennifer Rodriguez💕🇻🇪
Ya me estoy quedando sin uñas y apenas vamos comenzando
🇻🇪💕Jennifer Rodriguez💕🇻🇪
Un primer capítulo cargado de emociones y ansiedad, 👏👏 me encanta ☺️
Gabriela Kienzler
excelente
Gabriela Kienzler
excelente... me gusta esta obra, sigue asi 👏👏👏🥰
Marita Araya
primer capítulo muy emocionante, ¡me encantó! esperaré que actualices más para leer todo de corrido, pero conociéndome como me conozco seguiré leyendo, jajaja me encantó el primer capítulo.. ❤️
Marita Araya: sigue escribiendo tienes mucho talento. ❤️
total 2 replies
🔥ana_omi🦊🍃
🤩🤩 No puedo creer lo buena que es tu idea, sigue escribiendo así de bien.
D.R. Olivieri: muchas gracias por tu apoyo ☺️
total 1 replies
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