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CONTRATO CON EL CEO: PROHIBIDO ENAMORARSE

CONTRATO CON EL CEO: PROHIBIDO ENAMORARSE

Status: Terminada
Genre:CEO / Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Venderse para pagar una deuda / La mimada del jefe / Casada con el millonario / Completas
Popularitas:433.5k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Yazz García

Ella necesita dinero desesperadamente. Él necesita una esposa falsa para cerrar un trato millonario.
El contrato es claro: sin sentimientos, sin preguntas, sin tocarse fuera de cámaras.
Pero cuando las cámaras se apagan, las reglas empiezan a romperse.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Me volverás loco, Emma

...💎...

...CAPÍTULO 10...

...----------------...

...LEONARDO BLAKE...

El reloj marcaba las once de la mañana cuando noté que la casa estaba demasiado silenciosa.

No era el silencio habitual, ese orden perfecto que me daba paz, sino un incómodo vacío.

El desayuno seguía intacto.

La servilleta doblada.

La taza de café sin tocar.

—¿Susan? —llamé desde el pasillo.

Ella apareció con cara de susto, como si la hubiera pillado robando la vajilla.

—¿Sí, señor Blake?

—¿Dónde está Emma?

—Eh… salió temprano —titubeó.

—¿A dónde?

—No lo sé exactamente. Solo dijo que no se preocupara, que estaría bien.

Que estaría bien…

Respiré hondo, conteniendo la molestia.

No me gustaban las sorpresas. No me gustaban las improvisaciones. Y definitivamente no me gustaba no saber dónde estaba mi prometida en pleno día laboral.

Caminé hacia mi estudio, encendí la computadora y traté de concentrarme en unos contratos.

Pero las letras parecían moverse frente a mis ojos.

Cada minuto que pasaba sin tener noticias suyas me hacía hervir por dentro.

Emma tenía un talento innato para ponerme al límite.

Siempre lo había tenido.

Desde que la conocí, su forma de desafiarme me resultó tan irritante como fascinante.

A mediodía, Gisela apareció con una bandeja y un gesto nervioso.

—Leonardo, deberías comer algo.

—No tengo hambre.

—Tampoco tenías hambre ayer, ni el día anterior.

—No estoy en el humor para sermones, Gisela.

—Entonces dime qué pasa.

Levanté la vista del escritorio.

—No es asunto tuyo.

—Si Emma te importa tanto como aparentas, sí lo es.

Su tono me irritó, pero tenía razón.

Me importaba más de lo que quería admitir.

—No responde el teléfono —dije al fin.

—Quizá solo necesitaba un descanso.

—No se trata de descansar.

—Leonardo —cruzó los brazos—, a veces las personas necesitan respirar lejos de ti.

Esa frase me golpeó más de lo esperado, pero no respondí.

El día transcurrió lento, insoportable.

Intenté distraerme con llamadas, juntas y correos, pero todo lo que hacía era mirar el reloj.

Las cinco.

Las seis.

Las siete.

Nada.

La tensión pesaba en el ambiente.

Susan evitaba cruzarse conmigo y Gisela solo suspiraba cada vez que pasaba frente a ella.

A las ocho y media, el sonido del motor en la entrada me hizo levantar de golpe.

El corazón me dio un salto ridículo, y lo odié por eso.

Corrí la cortina y la vi.

Emma.

Bajó del auto con el cabello suelto, una sonrisa que no le conocía hace días y una chaqueta que no era suya.

El olor a perfume masculino la delató incluso antes de que entrara.

La puerta se cerró, y ella se quedó quieta, mirándome desde el umbral del salón.

—Hola —dijo, como si nada pasara.

—¿Dónde estabas? —mi voz sonó más baja de lo que quería.

—Salí —respondió encogiéndose de hombros.

Más bien, no llego, nunca llego anoche.

—¿Saliste? —repetí, acercándome lentamente—. ¿A dónde, exactamente?

—Leonardo, no empieces.

—No empiece ¿qué? —me reí sin humor—. Te has ido todo el día, sin avisar donde carajos estabas, sin contestar el maldito teléfono, y vuelves sonriendo como si hubieras ido de picnic.

Ella suspiró.

—Necesitaba despejarme.

—¿Con quién? —pregunté, aunque ya lo sabía.

—No tengo por qué darte explicaciones.

—Sí, sí las tienes, Emma.

—¿Porque firmé un contrato contigo?

—Porque eres mi prometida.

El silencio se hizo espeso.

Ella me miró directo a los ojos, desafiante.

—No te pertenezco, Leonardo.

—No —di un paso más—, pero representas mi apellido ahora. Y no voy a permitir que lo ensucien tus impulsos.

—¿Ensuciarlo? —soltó una risa amarga—. Por favor, no me hables de reputación.

La rabia me subió a la garganta.

No sabía si quería gritarle.

Su aroma mezclado con el de otro hombre me revolvía el estómago. No lo iba admitir pero me molestaba taba la idea de que estuviera viéndose con otro.

No es por celos, claro…es por el trato y para que no dañen nuetro plan con chismes…

—¿Con quién estabas? —insistí, aunque mi tono ya era una amenaza.

—No te interesa.

—Emma…

—Con Martín —dijo finalmente.

Sentí un zumbido en los oídos.

Martín.

—¿Martín? —repetí, como si el nombre me fastidiara.

—Sí. ¿Algún problema?

Me acerqué tanto que casi podía sentir su respiración.

—¿Dormiste con él?

—¿Y si sí? —susurró, levantando la barbilla.

Por un segundo, todo se detuvo.

El control, la calma, la compostura… se rompieron como cristal.

—Ten cuidado con lo que dices —murmuré entre dientes.

—¿Por qué? ¿Me vas a castigar, señor Blake?

Esa provocación me incendió.

Apreté la mandíbula y di un paso atrás.

No podía tocarla. No debía.

—Eres increíble —dije, riendo sin alegría—. Ni siquiera sabes lo que está en juego.

—Claro que lo sé —replicó—. Pero ya me cansé de vivir con miedo.

—¿Por eso volviste tan tarde? ¿Por despecho? Sé que haces esto por lo que hice ayer con Bianca. ¿No crees que es muy infantil de tu parte?

— ¿Sabes que es infantil? Querer tener todo bajo control y cuando no sale nada como se le da su maldita gana, ponerse a hacer berrinches como un niño pequeño.

Me quedé callado.

Ella aprovechó ese silencio para subir las escaleras, decidida.

La vi caminar por el pasillo, con ese vestido arrugado que aún llevaba desde la noche anterior. No sé si lo hizo por descuido o por desafío, pero cada pliegue en esa tela me hablaba de ella, de su caos, de su fuego. La seguí sin apurarme. Sabía que no tenía a dónde escapar.

Cuando giró la esquina, aceleré. La alcancé justo antes de que pudiera abrir otra puerta. La acorralé contra la pared, sintiendo su respiración agitada, su cuerpo tenso.

—Mi querida Emma… —le dije, rozando su mejilla con la mirada—. No sé cómo haré para que entiendas que cualquier tontería que hagas puede arruinar nuestro trato. ¿No necesitas el dinero para tu hermana?

Vi cómo sus ojos se encendían, no de miedo, sino de rabia. Me encantaba cuando se defendía. Me encantaba más cuando dudaba.

—También tengo derecho a tener una vida privada —me dijo—. A saciar mis propias necesidades.

Ah… ahí estaba. Me acerqué más, dejando que mis dedos exploraran su rostro, su cuello. Sentí cómo se estremecía. Sin embargo, no me apartó. No me detuvo.

—¿Ese es el problema? —susurré, acariciando la línea de su mandíbula—. Pensé que me odiabas… pero por lo que veo, necesitas que te atienda.

Un gemido suave escapó de sus labios. No necesitaba más pruebas. Su cuerpo hablaba por ella.

Me incliné hasta su oído, dejando que mi voz se hundiera en su piel.

—Querida… si el problema era sexo, me lo hubieras dicho.

No terminé de saborear la frase cuando sentí el golpe seco en mi mejilla. Una cachetada furiosa, directa, sin titubeos.

Me dejó completamente helado. Ninguna mujer se había atrevido a hacer eso.

Emma me miraba con los ojos encendidos, la respiración agitada, el cuerpo firme como si acabara de romper una cadena.

—A mí me respetas —escupió, con una voz que no admitía réplica—. Si vuelves a tocarme sin mi permiso, mando al carajo el trato. El dinero, tu poder, este show, todo. ¿Entendiste?

No dije nada. No podía. Por primera vez, ella tenía el control.

Se giró sin esperar respuesta y caminó hacia su habitación. Cerró la puerta con fuerza, dejándome solo en el pasillo, con la mejilla ardiendo y el ego hecho trizas.

Me quedé allí, en silencio, sintiendo cómo el deseo se mezclaba con algo más profundo. Respeto. Miedo. Fascinación.

Emma de algún forma…me estaba volviendo loco.

1
Ax
Jajajaja trabajo de investigación
Ax
😪
Linilda Tibisay Aguilera Romero
peeo.qiw le.conto que nosotras no emteradas
Linilda Tibisay Aguilera Romero
si Leo fue con ella como fué al principio con Emma en verdad no la.amaba porque por Emma.wl.cambio y Olivia no debe ser injusta ella.se.guw sin decirle que iba a tener un hijo y no le.puwse negar sus derechos de padre
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Noah no tenía por iqe odiar a su papá ya que Leo ni sabía de su wxistencia
Linilda Tibisay Aguilera Romero
no saques conclusiones si ese hijo es se él, ahora es que se está enterando que tiene un hijo es.maa esa mujer supuestamente estaba muerta
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hablale de tu pasado ya que Martin como que quiere contarle y tú Emma dile que Martin quiere hablar contigo la confianza y la sinceridad es el.swcreto.en.una relación
Linilda Tibisay Aguilera Romero
bueno ojalá el papá cambien y encuentre su camino y ellas puedan después compartir con el
Linilda Tibisay Aguilera Romero
bueno Leo no la embarres otra vez
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hay será que ahora sí porque los dos se han montado cacho claro el ha Sido.maa descarado
Linilda Tibisay Aguilera Romero
fuerte este capitulo
Linilda Tibisay Aguilera Romero
ella sabe que está embarazada
Linilda Tibisay Aguilera Romero
hay Leo sincerarte con lonqoe sientes y has las cosas bien
Linilda Tibisay Aguilera Romero
jajajajajajaja hay tienes Leo
Linilda Tibisay Aguilera Romero
muy bueno Pero espero que no valla para donde Martin
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Gigi y Abel son tal para cual
Linilda Tibisay Aguilera Romero
es muy interesante me gusta mucho
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Sofía no te dejes de esas envidiosa
Kelly Gomez
No entiendo, tiene doble personalidad, son familia Martin y Leo?
Kelly Gomez
Cláusula 7 querido recuerda 🤭
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