Elise, una joven de la nobleza rica, vive atada a las estrictas reglas de su familia. Para obtener su herencia, debe casarse y tener un hijo lo antes posible.
Pero Elise se niega. Para ella, el matrimonio es una prisión, y quiere tener un hijo sin someterse a un esposo impuesto.
Su decisión audaz la lleva al extranjero, a un laboratorio famoso que ofrece un programa de fecundación in vitro. Todo parecía ir según lo planeado… hasta que ocurre un error fatal.
El embrión implantado no pertenece a un donante anónimo, sino a Diego Frederick, el mafioso más poderoso y despiadado de Italia.
Cuando Diego descubre que su semilla ha sido robada y está creciendo en el cuerpo de una mujer misteriosa, su ira estalla. Para él, nadie puede tocar ni reclamar lo que es suyo.
¿Logrará Elise escapar? ¿Y conseguirá Diego encontrar a la mujer que se llevó su heredero?
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Capítulo 11
La habitación del hospital se sentía silenciosa. Solo el sonido del tic-tac del reloj se mezclaba con el soplo del viento del aire acondicionado.
En la cama, Alex se apoyaba en el respaldo mientras miraba la pantalla del portátil en su regazo. Su rostro parecía serio, sus dedos se movían rápidamente rastreando las fotos que se mostraban en la pantalla.
Tres fotos de hombres estaban expuestas allí. La primera, un presidente francés con una mirada aguda y un carisma fuerte.
La segunda, un joven príncipe del Reino Unido que se veía elegante.
Y la tercera, un científico de renombre conocido por sus descubrimientos.
Alex miró la pantalla durante mucho tiempo mientras pensaba en silencio.
"¿Será que uno de ellos es mi padre biológico?", murmuró suavemente. "¿O tal vez mi padre es solo una persona común que nadie conoce?"
Alex se quedó en silencio de nuevo. Un pensamiento extraño cruzó por su mente.
"¿O será que mamá huyó después de quedar embarazada de un hombre equivocado? ¿Un gamberro, tal vez?" Alex se estremeció de horror al imaginar eso. Rápidamente cerró su portátil.
"Imposible. No puedo ser hijo de alguien así", se dijo a sí mismo para convencerse.
Sin embargo, la curiosidad persistió en su corazón. Quería preguntarle a su madre, pero le preocupaba herir sus sentimientos.
Al otro lado de la habitación, Elise se sentaba en una silla pelando una naranja. Observó a Alex varias veces antes de finalmente preguntar con un tono suave, "¿Qué estás haciendo, cariño?"
Alex sonrió levemente. "No es nada, mamá. Solo buscando algo. Mamá, ¿cuándo puedo irme a casa?"
Inconscientemente, el pequeño cuchillo que sostenía Elise se resbaló y cayó al suelo, haciendo un fuerte ruido. Rápidamente se inclinó para recogerlo.
"¿Estás bien, mamá?", preguntó Alex preocupado.
Elise sonrió torpemente. "No es nada, cariño. Solo me asusté un poco".
Alex no le creyó tan fácilmente. Sintió que su madre estaba ocultando algo.
¡Tsk! ¡Su madre era realmente buena fingiendo, como si todo estuviera bien!
"Mamá no ha pagado la cuenta del hospital, ¿verdad?", preguntó Alex entonces.
Elise guardó silencio durante unos segundos antes de asentir levemente.
"Lo siento, mamá. Mi dinero no es suficiente. Pero prometo buscar y pagar todas las facturas", dijo con pesar.
Alex se bajó inmediatamente de la cama. Luego caminó hacia Elise.
"Entonces, vámonos a casa. Alex ya está curado, ¿ves?", dijo mientras saltaba un poco. "No tenemos que estar aquí".
Elise miró a su hijo con los ojos enrojecidos. "Cariño, no podemos irnos a casa hasta que se pague la cuenta del hospital", susurró.
"¿Qué clase de hospital es este? ¿Por qué impiden que un paciente que ya se ha curado se vaya?", refunfuñó Alex molesto. Se irguió con las manos en las caderas con una expresión decidida que era mucho más madura que su edad.
"Entonces, deja que Alex hable directamente con el doctor".
"¡Alex, espera!"
Clic.
La puerta se abrió antes de que Elise pudiera detener a su hijo.
El sonido de zapatos de cuero resonó en el suelo de la habitación. Un hombre alto de aspecto impecable entró con una fuerte aura de autoridad. Detrás de él, otro hombre lo seguía con una expresión nerviosa.
Elise enderezó su cuerpo espontáneamente. Su mirada se fijó en la figura que acababa de llegar. Ojos azules penetrantes con un rostro inexpresivo, y un aura que hacía que el aire pareciera tensarse.
"¿Él otra vez? ¡¿Por qué tiene que estar aquí?!", maldijo Elise en su interior.
Alex miró al hombre con curiosidad. No había miedo en sus ojos, solo una mirada analítica, como si estuviera evaluando a alguien que conocía por primera vez.
Diego se acercó, cada paso firme y pesado. Su mirada se trasladó del niño pequeño a Elise.
"Voy a pagar todas las facturas del hospital de tu hijo", dijo con frialdad, con un tono que no dejaba lugar a la negativa. "Incluso, puedo garantizar la vida de los dos".
Diego se detuvo a un paso de Elise. Su mirada penetrante atravesó la mirada de la mujer con la marca en la mejilla.
"Pero, con una condición", dijo suavemente pero con presión.
Alex dio un paso adelante, mirando a Diego directamente sin inmutarse. "¿Qué condición?", preguntó.
Diego miró al niño durante mucho tiempo, y algo dentro de él pareció temblar. Esos ojos azules se parecían tanto a los suyos cuando era niño. Una mirada aguda, llena de cálculos como la suya.
"¡Tsk! ¿Será él el hijo de mi vendedora y su marido genial?", pensó Diego molesto en su interior. Intentando disipar el extraño sentimiento que empezaba a surgir en su mente.
"Señor, ¿por qué se queda callado? ¡Le estoy preguntando! ¿Qué condición quiere?", exclamó Alex sin inmutarse.
Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Diego. Su mirada ahora se dirigió a Elise.
"¡Divórciate de tu marido!", dijo fríamente.
La habitación quedó inmediatamente en silencio. Elise se congeló, mientras Alex miraba al hombre con una cara inexpresiva.
"¿Divorciar a la mamá de su marido?", su voz se elevó. "Pero mamá ni siquiera tiene un—"
Antes de que Alex pudiera terminar de hablar, Elise se apresuró a silenciar los labios de su hijo.
"¡Alex, no digas tonterías!", susurró Elise, advirtiéndole.
Alex apartó suavemente la mano de su madre y luego dio un paso adelante. Miró a Diego con una mirada aguda.
"¿Y quién es usted para atreverse a ordenar a mamá que se divorcie de papá?"
Diego guardó silencio, mirando al niño durante mucho tiempo. Por primera vez en su vida, Diego Frederick, un mafioso temido en varios países, no sabía qué decir.
Su lengua parecía entumecida para simplemente responder a las palabras de un niño.
"Niño pequeño, parece que te has equivocado de oponente. Acabas de desafiar al gobernante del inframundo. ¡Incluso sin el menor temor! ¡Después de esto, tu historia terminará!", murmuró Jimmy negando con la cabeza al ver la tensión entre ellos.
