Patricia Álvarez siempre ha creído que con trabajo duro y esfuerzo podría darle a su madre la vida digna que tanto merece. Esta joven soñadora y la hija menor más responsable de su familia no se imaginaba que un encuentro inesperado con un hombre misterioso, tan diferente a ella, pondría su mundo de cabeza. Lo que comienza como un simple encuentro se convierte en un laberinto de secretos que la llevará a un mundo que jamás imaginó.
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Una alianza peligrosa
Punto de vista de Richard
Cuando me enteré de que Patricia estaba en esa habitación con él, la furia me nubló el juicio. Alejandro Montenegro era mucho mayor que ella, un hombre acostumbrado a tener la mujer que quisiera, y ahora parecía estar obsesionado con mi novia.
Me llené de valor y caminé hacia esa habitación, sintiendo que explotaría solo de pensar en lo que podrían estar haciendo. Aproveché un descuido de Alicia, quien ya me tenía harto. No sé en qué momento se me ocurrió meterme con ella, pues ahora no me la puedo quitar de encima. Me escabullí hasta la habitación, y con furia, llamé a la puerta.
Cuando se abrió y vi que Patricia estaba realmente sola con el idiota de Alejandro Montenegro, mi sangre hirvió. Sin medir mis palabras, la encaré, pero no esperaba que él la defendiera con tanto ahínco. Me dejó fuera de lugar, como si fuera un simple obstáculo, y se puso en el papel de su salvador.
No tuve más remedio que irme, pero las cosas no se quedarían así. Esos dos pagarían muy caro por haberse burlado de mí. Seguramente Patricia llevaba tiempo saliendo con ese sujeto mientras se mostraba conmigo como una mujer íntegra, pero solo era porque no quería que me diera cuenta de que ya se estaba revolcando con otro. Y quién sabe si con otros más.
En el pasillo me encontré con la tonta de Alicia y una idea se formó en mi mente: ella sería mi llave de entrada a la vida de Patricia y mi cómplice para arruinarla.
—¿Te diste cuenta de lo santa y pura que es la mojigata de mi hermana? —preguntó Alicia con malicia en la voz.
—No me extraña que las hermanas sean igual de z**** —dije con sarcasmo.
—¡Auch!, eso me dolió —respondió ella, cargada de burla.
—Aunque, la verdad, fue más inteligente de lo que esperaba. Mira nada más con quién se está revolcando. Alejandro Montenegro es uno de los solteros más cotizados del país, pero también uno de los más inalcanzables. —Sus ojos se llenaron de algo que no reconocí: ¿celos?, ¿envidia?
—Tu hermana no es tan especial como para que alguien como él se enamore. Una vez se canse de su cuerpo, la desechará como hace con todas —dije con seguridad.
Alicia guardó silencio, como si en su pequeña y maquiavélica cabeza estuviera tramando algún plan.
—Te sorprenderías de lo que una carita de estúpida puede lograr... debemos unir fuerzas para separar a esos dos antes de que Alejandro se enamore de la puritana de Patricia.
Alicia era astuta, aunque pegajosa, pero por el momento tendría que aguantarla para estar cerca de Patricia y cobrar lo que no me dio en todo el año que perdí detrás de ella.
—Es un trato. Entre los dos, lograremos derribar ese castillo que tu hermanita está construyendo.
Una sonrisa maliciosa se dibujó en mi rostro y también en el de Alicia. El trato estaba hecho. Le di la mano para sellar nuestro pacto, pero ella la tomó con demasiada fuerza. Se acercó a mí, su aliento a menta golpeando mi cara, una combinación que me pareció nauseabunda.
—¿Entonces? ¿Cuál es el plan? —preguntó, con los ojos brillando de emoción. La idea de hacerle daño a su propia hermana parecía darle un placer indescriptible.
—Debemos empezar por lo obvio —respondí, separándome un poco de ella. —Necesitamos información. Todo lo que Patricia y Alejandro hagan o digan. Sus movimientos, sus encuentros... todo.
—Será fácil, puedo acercarme a ellos aprovechando mi preocupación por mi madre —dijo Alicia, con un tono conspirador.
—Siempre estaré atenta a lo que hace Patricia. Además, siempre estaremos "casualmente" en los mismos lugares que ella.
Me reí.
—Perfecto. Tú me mantendrás al tanto y te encargarás de vigilarla. Yo me aseguraré de que Alejandro se canse de ella más rápido de lo que piensa.
Alicia asintió con una sonrisa. Se veía tan patética con esa cara de felicidad.
—Entonces, ¿qué hacemos? No te puedes ir a casa sin un plan.
—Tranquila. Sé exactamente qué vamos a hacer —dije. A lo lejos, vi a los médicos. —Primero, necesitamos ver qué pasa con tu mamá. Esa mujer es su debilidad. Si algo le pasa, su castillo se desmoronará en segundos.
Alicia y yo nos separamos. Me dirigí a la cafetería para llamar a unos viejos contactos. Sabía que tenía que ser más inteligente si quería arruinar la vida de Patricia. No me importaba el costo, solo quería verla sufrir.
Mientras esperaba a que me contestaran la llamada, volví a recordar la cara de Alejandro, su mirada de superioridad. No me importaba el dinero que tenía, yo también era alguien y él no tenía ningún derecho a meterse en mis asuntos. Patricia era mi novia y yo la recuperaría, por las buenas o por las malas.
Un sonido me sacó de mis pensamientos. Era mi contacto, un periodista, un viejo amigo.
—¿Qué pasa, Richard? —preguntó con una voz perezosa, como si lo hubiese despertado.
—Necesito un favor. Quiero que me ayudes a hundir a Alejandro Montenegro.
Del otro lado de la línea el silencio reino, sabía que mi pedido era la muerte para cualquier persona, pero no le tenía miedo a Alejandro Montenegro, él me había quitado algo y eso debía pagarlo.
—¿Estás seguro de lo que quieres hacer? —Finalmente respondió mi amigo.
—Sí, estoy más que seguro. Alejandro Montenegro debe aprender que no es un dios y que no le debemos pleitesía, —mi voz llena de confianza.
—Te puedo ayudar, pero no quiero que me relacionen en nada de esto, sabes que tengo que mantenerme bajo perfil.
Una sonrisa maliciosa se dibujo en mi rostro, ahora solo era cuestión de tiempo para encontrar lo que destruirá a Montenegro y así tener a Patricia solo para mí.
Que buena está la novela