Liz, una joven de 22 años, quedó embarazada muy pronto y fue expulsada de su casa por sus padres, viéndose obligada a vivir con el padre de su hijo en la comunidad de La Chapa.
Tras el nacimiento de su hijo, empezó a sufrir todo tipo de abusos y humillaciones por parte de su marido.
Hasta que, inesperadamente, será salvada por quien menos imagina y vivirá una historia de amor llena de pasión, altibajos y mucha emoción.
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Capítulo 11
— Estás perturbando mi mente, niña, estoy fuera de control.
Él hablaba en voz baja, jadeando, con la voz cargada de deseo.
Yo estaba completamente entregada en ese momento, ya había perdido la noción.
Estaba hipnotizada con esos ojos verdes profundos y brillantes y esa boca deseable.
Cerré los ojos y sentí su perfume.
Me empujó contra la pared, sujetó mis manos por encima de mi cabeza y atacó mi boca, me besó de una forma que nunca antes había experimentado, haciendo que mi cuerpo hormigueara. Continuó sosteniendo mis manos con una mano y con la otra actuó, explorando mi cuerpo, apretó mis pechos por encima de la camiseta y siguió bajando hasta llegar a mi trasero, donde me apretó. No pude contener un gemido que le hizo sonreír en mi boca.
Él mordía mi cuello, mi mandíbula y nuevamente invadió mi boca con su lengua.
En un momento determinado se detuvo y bajó la cabeza.
— Liz, no quiero forzar las cosas....
Puse mi dedo en sus labios.
— Shiiiiu, yo quiero, Gael, quiero a ti. Dije casi sin aliento.
Crucé mis piernas alrededor de su cintura y él me llevó a la cama.
Me quitó la camiseta y luego besó mi pie, hizo una trayectoria de besos hasta llegar al medio de mi muslo. Abrió mis piernas y tocó mi intimidad por encima de la braga, que era simple de algodón y ya estaba empapada.
Él besó por encima de la braga.
— Vagina caliente, mojada.
Movió la braga a un lado y dio una lamida deliciosa.
— Vagina dulce.
Continuó chupando mi intimidad. Yo estaba entregada al placer de ese momento, nunca había sido chupada antes, al principio sentí un poco de vergüenza, pero me entregué, y qué sensación maravillosa, veía a ese hombre guapo entre mis piernas, parecía un sueño.
Él colocó mis piernas sobre sus hombros mientras yo me retorcía y gemía sin pudor.
— Gael, Gael aiiiiih ahhhhh. Gael...
— Goza, princesa, goza en mi boca, soy todo tuyo.
Nunca había tenido un orgasmo, ni sabía cómo se sentía.
— Sentí un hormigueo en medio de mis piernas seguido de una sensación maravillosa y un relajamiento.
Gemí en voz alta y Gael siguió chupándome.
— Dulce, deliciosa y mía.
Subió besando mi cuerpo, se posicionó entre mis piernas y comenzó a empujar su miembro lentamente. Era grande, grueso, me llenó por completo, empezó el movimiento de entrar y salir. Colocó su cabeza en mi cuello.
— Me estás volviendo loco, Liz, me has destrozado la cabeza, ¿ves cómo estoy? Rendimiento por ti.
Continuó con los movimientos.
— Gael, más rápido, más...
Él aumentó el ritmo y llegué al orgasmo nuevamente, pero esta vez más intenso.
— ¿Volviste a gozar, princesa? Empapaste a mi padre, ¿eh? Dijo entre gemidos.
Siguió un tiempo más y sentí un chorro caliente dentro de mí.
Me abrazó y me besó con pasión.
— Vamos a bañarnos.
Me tomó en brazos como si fuera una pluma, acosté mi cabeza en su pecho, estaba tan relajada.
Al entrar en la ducha, él me habló, me besó y me abrazó. No quería que ese momento terminara nunca.
Terminé mi baño y salí envuelta en la toalla, me puse la camiseta, cuando fui a recoger la braga él lo hizo primero.
— Ponte otra, esta es mía. Olfateó la braga y la puso debajo de su almohada.
— Buenas noches, Gael. Comencé a salir de la habitación.
Él me jaló para un beso.
— ¿Duermes conmigo?
— No puedo, Dedé, puede despertar y asustarse por estar solo.
Él movió la cabeza asintiendo.
Nos dimos un beso pequeño y me fui a mi habitación. Mi hijo dormía como un ángel.
Me acosté en la cama y no pude quitarme la sonrisa del rostro, qué noche, qué hombre...
COBRA
Liz salió y yo me acosté en la cama tratando de procesar lo que había pasado, el plan de controlarme se fue por la borda, su olor me vuelve loco, sin control.
Tomé la braga y la froté sobre mi pene recordando nuestros momentos.
Sé todo lo que ha pasado, pero la quiero, la necesito. Estoy adicto a su olor, a su voz, a su toque...