Primer libro de la saga Lobo.
⚠️ CONTENIDO (+18)⚠️
Ella es una hermosa peliroja vendedora de flores, que trabaja duramente para la mujer que la recogió después de la trágica muerte de su familia, la cual fue cruelmente asesinada.
Él es el futuro líder de la mafia italiana y para poder posicionarse en ese puesto primero su padre le exige matar a un traidor, y luego le exige también una Dama que gobierne a su lado. Un día cualquiera conoce a una vendedora de flores que lo deja cautivado desde el primer instante, se obsesiona con ella y la rapta para que sea su Dama, su Reina, su esposa...
Lo que ambos no saben es que tanto su pasado como su futuro están relativamente unidos.
¿Nacerá el amor o el odio?
¿Podrán perdonar o condenarse?
¿Podrán olvidar y superar?
NovelToon tiene autorización de Rosa Verbel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Nadie se mete con lo mío
🚨🔞⚠️ Capítulo sensible — no apto para menores de 18 años ni personas sensibles a la violencia. ⚠️🔞🚨
••••••🌺•••••••
Angélica Moretti.🌺
No he parado de pensar en mi amiga; solo espero que se encuentre bien y sea feliz con su novio. Ojalá me llame pronto.
Salgo muy temprano a entregar varios pedidos en dos restaurantes y luego vuelvo a casa; tengo mucho por hacer antes de irme. Estoy limpiando la cocina cuando, de pronto, recuerdo al mafioso, pero ya me voy a librar de él porque acepté irme a vivir con Dionisio a Brasil. No quiero ser la mujer de un mafioso. No voy a negar que ese hombre produce ciertas sensaciones en mí que a veces me gustan, pero también me asustan: su mundo es muy peligroso y me niego a vivir rodeada de asesinos.
La amenaza de la pesadilla vuelve a mi mente y siento cómo se me eriza la piel cuando recuerdo los dos besos que dio. Dionisio también pasa por mi cabeza y me pierdo en mis pensamientos. Una mano me sacude el hombro y, de la impresión, dejo caer la loza al suelo; se rompe en varios pedazos. Me agacho a recoger los fragmentos y una patada impacta en uno de mis costados.
—Esos platos me los pagas —amenaza doña Berenice señalándome con el dedo—. No sé en qué diablos estás pensando; hoy estás como en las nubes. —Vuelve a golpearme.
—¡Ya no más! —grito y me pongo de pie—. Estoy cansada de sus malos tratos y de los golpes. Yo también soy un ser humano; me equivoco, tengo fallas como cualquiera. Le agradezco lo que hizo por mí durante todos estos años, pero ya no más: me largo de aquí.
Subo las escaleras con la rabia a mil. No solo exploté por los planes de irme con Dionisio, también lo hice porque estoy harta del maltrato de doña Berenice. Trabajo duro noche y día, todos los días, sin descanso; sea ella enferma o no, siempre es lo mismo. Busco mi maleta y empaco mis cosas; saco el dinero que me dio el mafioso, guardo la mitad en el bolsillo de mi falda y la otra la llevo en la mano para entregársela a doña Berenice. Mis ahorros los guardo entre los senos. Reviso que no se quede nada y salgo de la habitación con la respiración agitada.
—¿En verdad te irás? —me pregunta doña Berenice, cruzada de brazos y con burla en la cara.
—Sí, me voy con mi novio. Gracias por todo, y aquí tiene por la loza que rompí. —Le entrego los billetes y los cuenta de inmediato, rápido.
—¿De dónde sacaste tanto dinero? —pregunta asombrada.
—De mi trabajo. Adiós. —Tomo el asa de mi maleta e intento salir, pero sus palabras me detienen.
—Eres una malagradecida. Ahora te vas después de todo lo que hice por ti. Te di un nombre, un techo, comida y todo lo que eres —me recrimina.
—Todo lo que me dio fue compensado con mi sudor. Trabajé diariamente para usted durante doce años, así que no le debo nada. Le agradezco por lo que hizo por mí, pero ya me cansé; deseo algo mejor para mi vida.
No la dejo seguir hablando; salgo con mi maleta a la calle. Faltan dos horas para el encuentro con Dionisio y lo esperaré en el parque de siempre. Lloro y siento que el pecho me arde, pero ya le di muchos años de mi vida a doña Berenice.
Le escribo un mensaje a Dionisio cuando estoy en el parque; él me responde enseguida diciendo que no me mueva, que pronto vendrá por mí. Me siento rara y observada; miro a todos lados y no veo nada sospechoso.
Quince minutos más tarde aparece Dionisio sin equipaje y me resulta raro porque se suponía que de aquí saldríamos hacia la terminal.
—Hola —me saluda con un beso en la mejilla; luego se aparta, mirando hacia los lados—. Llegaste antes de lo planeado.
—Es que me peleé con doña Berenice y quise irme lo antes posible. Quiero empezar de nuevo, ser feliz a tu lado y dejar toda esta vida atrás. ¿Has hablado con Fátima? Me gustaría despedirme de ella.
—Verás que de ahora en adelante todo será diferente; tu vida cambiará al 100% —me dice sonriendo—. Fátima te estará esperando en Brasil.
—¿En serio? —me río y lo abrazo.
No sé si son mis nervios, pero noto a Dionisio inquieto, ansioso.
—¿A quién buscas? —le pregunto cuando él mira en varias direcciones. Noto que dos camionetas blancas se acercan a nosotros, pero es tan común ver tantos autos en la ciudad que no le presto atención.
—Lo siento, Angélica —escucho la voz de mi novio.
—¿Por qué? —no entiendo.
—Yo no quería, pero me tocó. Tenía otros planes para ti, para nosotros, pero Fátima lo echó todo a perder. —No entiendo nada de lo que me quiere decir.
—Explícame, Dionisio; no te entiendo.
—No puedo explicarlo ahora. Lo sabrás cuando llegues a tu destino.
Me toma fuerte de las muñecas e intenta arrastrarme a una de las camionetas blancas que se estaciona frente a nosotros.
—¡No! —grito—. ¿Qué es lo que pasa? ¿Qué significa todo esto? —intento soltarme, pero no puedo—. ¡Dionisio, por favor, suéltame!
Seis hombres vestidos de blanco aparecen, armados; uno se ríe y los demás permanecen serios.
—¡Muy bonita esta mercancía! —grita el hombre que se reía segundos antes, y yo sigo sin entender.
Dionisio forcejea conmigo intentando meterme en la camioneta, pero yo me resisto con todas mis fuerzas. ¿Serán los mismos que mataron a mi familia? me pregunto, mientras lloro, desesperada y dolida por la traición de quien pensé que me amaba.
De repente suenan varios disparos y cuatro de los hombres de blanco caen muertos al suelo. Grito, muerta de pánico. Dionisio sigue intentando subirme a la camioneta; el hombre que se reía comienza a disparar con uno de sus compañeros: hay tiros por ambos lados. Me tiro al suelo intentando que no me alcancen; sigo sin entender qué pasa. Dionisio vuelve a ponerme de pie.
—¡Suelta a mi mujer! —gritan detrás de mí, y de inmediato sé quiénes son: es el mafioso. Reconozco su voz y no sé por qué me siento aliviada al escucharlo.
—¿Te atreviste a traerme a la mujer de mi peor enemigo? —le reclama el mafioso a Dionisio, desde el otro lado de la camioneta.
Dos hombres de blanco, como pueden, suben a una de las camionetas e intentan escapar, pero los disparos no los dejan: son masacrados dentro del vehículo, dejándome sola con Dionisio, que se niega a soltarme.
—¿Pretendías vender a mi futura esposa a ese cerdo asqueroso para que la prostituy3ra? —le pregunta el mafioso a Dionisio, que palidece al reconocer al hombre que tiene enfrente. El mafioso toma mi brazo y me aparta, soltándome del agarre del hombre que pensé que me amaba.
El mafioso entrega a uno de sus hombres el control de mi persona y le da una patada a Dionisio en el estómago. Yo lloro; tengo miedo, estoy decepcionada y no sé qué pasará a partir de ahora.
—Te enseñaré a que nadie se mete con lo mío —le dice el mafioso a Dionisio, dándole otro golpe que lo hace escupir sangre.
—Usted está equivocado, ella es mi novia —responde Dionisio intentando ponerse en pie, pero no puede.
—¿Ah sí? ¿Y por eso la querías vender a un prox3n3ta?
El mafioso le apunta a Dionisio directamente a la cabeza.
—¡No lo mate! —grito horrorizada, pero mi súplica llega tarde: una ráfaga de disparos impacta el cuerpo de Dionisio, dejándolo inerte en el suelo.
Me meten en una camioneta negra junto a dos hombres que parecen momias; me sujetan y yo pataleo, llorando. ¿Qué ha pasado? El que había sido mi amigo, mi novio, me iba a vender... y ahora está muerto.
GRACIAS, POR COMPARTIR