¿Crees en las segundas oportunidades? Pues yo no, al menos eso pensaba antes de vivir o de morir, depende del punto de vista del que lo veas.
Lo que si puedo asegurar es que es una experiencia que te hace pensar que has perdido la razón, es doloroso recordar como tu vida se va a apagado, pero lo que más duele es que a nadie le importas, ya que todos piensan que eres la mala del cuento.
Espero que con esta nueva oportunidad de vida pueda limpiar mi nombre y desenmascarar a los verdaderos villanos...
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Capítulo II No eres mi hija
"¡Bravo!, felicidades a los novios", dije tomando una copa de vino de uno de los invitados, un hombre que ni detuve a ver quien era.
"¡Alexa!, ¿qué haces aquí?", pregunto Lissandro visiblemente sorprendido.
Lo miré con odio, mi mirada paseaba entre mi padre, la estúpida bruja de Carolina y el traidor de mi exnovio. "Siento la interrupción, sé que no fui invitada, pero quería compartir con ustedes su felicidad". Dije con sarcasmo.
"Alexa, salgamos de aquí". Mi padre caminó hasta mí tomándome del brazo.
Lo miré con desprecio, para luego soltarme de su agarre. "Disculpe señor, no lo conozco así que le prohíbo ponga sus manos sobre mí". Alfredo qieso de piedra al escuchar mis palabras. "Estoy aquí solo para felicitar a la hermosa Carolina y al que hasta hace unos minutos fue mi novio.
Las miradas de sorpresa de los invitados se posaron sobre mí, la estúpida sonrisa de Carolina se congeló y ni hablar de Sandra que estaba pálida e incrédula ante mis palabras.
"Señorita yo no la conozco, así que le.voy a pedir que por favor se vaya", Lissandro se dirigió a mí con frialdad, entonces entendí que solo fui una más en su lista.
No perdería mi tiempo con estas personas; no valía la pena, tome de un trago la copa en mis manos y salí de la casa con mi frente en alto. Una vez estuve sola me desplomé y toda la fuerza que había mostrado hace unos minutos se esfumó, me recosté en uno de los pilares de la entrada principal, el dolor en mi corazón era horrible, era como si lo tomaron en manos y lo estrujaran sin compasión. Me dispuse a irme, pero escuché la voz de Carolina detrás de mí.
"Piensas que será tan fácil irte después de lo que has hecho, sabía que eras una perra, pero nunca imagine que fueras capaz de tanto", sus palabras resonaron en la entrada principal de la enorme casa.
Sonreí con sarcasmo al escuchar sus palabras, mismas que no me importaban. "Mejor vuelve con tu prometido. No se vaya a ir con otra". Comente con firmeza.
"No te dejaré ir tan fácilmente, crees que te perdonaré el haber querido arruinar mi fiesta de compromiso. Estás muy equivocada". Respondió Carolina lanzándose encima de mí.
Empezamos a forcejear y no supe como Carolina rodó por unas escaleras que llevaban a al jardín de la entrada principal. Lissandro apareció detrás de mí agarrándome del cabello y lanzándome al piso. "¿Qué crees que estás haciendo?, Carolina está embarazada". Después de lanzarme al suelo corrió a su lado. Ella se quejaba de manera lastimera, llevando las manos a su vientre.
"Me duele, me duele mucho. Amor mi bebé, mi bebé", gritaba llamando la atención de los invitados.
"Si algo le pasa a mi mujer o a mi hijo, te juro que te arrepentirás de haber nacido". Lissandro me miro con desprecio para luego llevar a Carolina en sus brazos hasta uno de los autos estacionado en el frente de la gran casa.
Estaba asustada, yo no había hecho nada, pero quien me creería si la estúpida de Carolina antes de irse me culpo a mi de lo sucedido.
Alfredo se acercó tomándome por la barbilla y obligándome a verlo. "Pídele al cielo que no le pase nada a mi princesa, porque si a ella o a mi nieto le pasa algo lo pagaras muy caro, mxxxxxx bastarda". No entendía por qué mi padre me estaba tratando así.
Mi cuerpo temblaba por el dolor que estaba sintiendo. El golpe que recibí al caer fue muy fuerte y ahora el dolor que sentía al escuchar las palabras de mi padre.
"¿Por qué me dices eso?", pregunté con lágrimas en los ojos.
Alfredo no se volvió a dirigir a mí, solo abrió la boca para pedirle a sus hombres de seguridad que me llevaran y no me dejaran escapar.
"No puedes hacerme eso, necesito ir con mamá. Ella está muy enferma y me necesita. Por favor papá déjame ir".
"No me llames padre, entiende que no lo soy. Tú y tu madre son iguales: unas perdidas. Llévensela de aquí". Grito Alfredo con rabia. "Si a mi hija o mi nieto les pasa algo lo pagaras muy caro te haré sufrir como nunca antes y seras testigo de la muerte de tu madre".
"No, no con mi mamá no te metas. A mí puedes hacerme lo que quieras, pero a ella no". Mis palabras quedaron en el aire, pues Alfredo solo se dio la espalda y se fue. Las personas que presenciaron toda la escena me miraban con desprecio y murmuraban cosas horribles sobre mí. Pero en la multitud pude ver a un hombre que me miraba diferente, era como si estuviera compasión de mí.
Los hombres que me habían capturado arrastraron mi cuerpo hasta un auto, yo luche por soltarme de su agarre; sin embargo, mis fuerzas no eran suficientes para enfrentarme a ellos.
Las horas pasaron y yo seguía en una habitación fría llorando en el sucio suelo y suplicando por mi libertad. No sé cuanto tiempo había pasado cuando de repente la puerta se abrió dejando pasar la luz dejándome ciega por unos segundos.
"Te dije que si algo le pasaba a mi nieto lo pagarías muy caro". La voz de mi padre lleno la habitación aun sonando más fría que él mismo suelo sobre el cual me encontraba encadenada como un animal.
"Yo no hice nada, Carolina se lanzó sobre mí..."
"¡Cállate!", volvió a gritar Alfredo haciéndome callar con un fuerte golpe en mi rostro. "Pagarás la muerte de mi nieto, por lo pronto ya me encargué de tu madre. No sabes lo que disfrute viéndola morir". Cada palabra que decía me hundía en la más profunda desesperación, en mi mente me decía que él no había sido capaz de hacer algo así.
"No es cierto, no fuiste capaz de lastimar a la que fue tu esposa". Decía entre sollozos ahogados.
"Después de que termine contigo verás lo capaz que soy de lastimar a quien se mete con lo mío".
Alfredo salio de la habitación no sin antes dar algunas ordenes. "Hagan lo que quieran con ella, después quitenle la vida. Solo que antes de morir ella debe sufrir y mucho". Sin voltear a verme me dejo a merced de aquellos hombres quienes me arrancaron el alma sin piedad.
Gracias autora por actualizar.
Ojala los malos sean destruidos