*Actualizaré diariamente*
Noah, es un cirujano cardíaco, que vive su vida sin preocupaciones, tomando el sexo como una herramienta para disfrutar en lugar de una muestra de afecto. Es entonces que conoce a alguien que le hace cambiar su forma de ver el amor y la vida.
*Atención, está es una historia "Yaoi" ”Ga1s" si no te gusta este género, por favor, no sigas adelante y no hagas comentarios agresivos sobre este género, gracias ❤️
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Capitulo 2- ¿el Doctor sin corazón?
Una cosa llevó a la otra. Después de salir del hospital, me refugié en mi departamento, intentando no pensar en nada. Tal vez una noche viendo una película o leyendo un poco, porque uno nunca termina de adquirir suficiente conocimiento. Mientras estaba sentado, en algún lugar del mundo, alguien estaba haciendo un descubrimiento, tal vez una cura o una nueva forma de prevención.
Aun así, con esos pensamientos en mente, terminé saliendo a un bar de moda. Tras un par de tragos suaves, mi mirada recorría el lugar en busca de una nueva presa. Debía haber alguien por ahí que quisiera pasar una noche de pasión a mi lado.
Y lo encontré. Era un joven de no menos de 30 años, que aparentaba ser tímido, pero sabía que eso cambiaría poco a poco. Los que fingían ser así solían ser unos maniáticos del placer.
Así, una cosa llevó a la otra. Tras acercarme y conversar un poco, le sugerí que había mucho ruido en el lugar. ¿Y cómo terminamos? Pues en su departamento, que estaba a solo unas cuadras del bar. Me perdí en su cuerpo, en su interior. Fue una experiencia de absoluto placer; ninguno de los dos mencionó el compromiso, algo que agradezco eternamente, porque muchos lo hacen y resulta agobiante.
Era de madrugada cuando mi teléfono comenzó a sonar. Quería dejarlo sonar, pero estiré el brazo mientras bostezaba.
—Es demasiado temprano para llamar —dije, pues no debían ser ni las 6 de la mañana y tenía precisamente esa mañana libre. Leí el remitente y vi varios mensajes—. Maldición, ¿es una broma? ¿Un caso de emergencia a esta hora?
Un movimiento a mi lado me hizo volver la vista al joven que tenía a mi lado. Estaba durmiendo plácidamente. Miré alrededor.
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Saqué un bolígrafo y un pequeño papel de un bolso que solía llevar conmigo y dejé una nota: "Gracias, realmente me divertí anoche. Te llamaré". Luego, tras vestirme, salí de su casa y me dirigí al estacionamiento del bar. Tomé mi moto y conduje lo más rápido que la seguridad me lo permitió. Apenas llegué al hospital, varios enfermeros me estaban esperando.
—¡Doctor Prada, está aquí! —comenzó a decir una enfermera que traía un informe en la mano—. Lamentamos llamarlo tan temprano, Doctor. Hubo un accidente con un autobús turístico.
—Está bien, denme la historia del paciente.
—Doctor, muchas personas resultaron heridas en el choque. Muchas de ellas necesitan ser operadas inmediatamente.
—Sostenme esto —dije, entregándole el casco de moto a otra enfermera que estaba presente.
Empecé a caminar rápidamente mientras recibía el informe del paciente que debía operar.
—El nombre del paciente es Yohan. Tiene 59 años, es un hombre con el cráneo fracturado, muchas laceraciones a lo largo del cuerpo y otras heridas por el choque. Apenas está respirando.
—Vale —dije, mirándola fijamente a los ojos—. Llévenlo a la sala de operaciones inmediatamente.
Una de las presentes se quedó ensimismada, observando al elegante doctor con esa mirada penetrante y cautivadora. Pero ambas se reprendieron; no era el momento para pensar en esas cosas.
Cuando todo estuvo preparado, el doctor comenzó la operación. Podía escuchar el constante "bip... bip... bip..." de la máquina que monitoreaba el ritmo cardíaco.
—Succión —ordenó el doctor, estresado pero concentrado.
—Doctor, su presión sanguínea sigue descendiendo.
—Lo sé, pero aún no he encontrado la fuga. —La vida de la persona dependía de él y sentía que esa vida se escapaba de sus manos. El estado del hombre era crítico—. Su estado está empeorando. Pásame la pinza hemostática —dijo, mientras el ritmo del monitor se aceleraba—. Sigan abasteciendo sangre. Administren norepinefrina... Hay sangrado excesivo... Drenenlo.
—Su presión sanguínea ha descendido peligrosamente, doctor —dijo la enfermera después de un breve silencio, salvo por la máquina—. Doctor, está sufriendo un paro cardíaco.
—Maldición... No me hagas esto, Yohan... ¡Quédate conmigo! ¡Lucha por tu vida! ¡Mierda! ¡Lo estamos perdiendo! ¡Traigan el desfibrilador! —ordenó, mientras colocaba el dispositivo—. Carguen... Fuera...
Después de la larga operación, colocó sus manos frente al lavadero para doctores, respiró profundamente. En ese momento, la puerta se abrió y entró una doctora.
—Oh, Doctor Prada... Lamento todo esto. La has tenido difícil desde la mañana —dijo mientras se situaba a su lado—. Todo el hospital está desbordado por el accidente: doctoras, enfermeras... Incluso están llamando al personal de Franco. —Luego de mirarlo unos segundos, agregó—: Aunque, tu caso en particular... El paciente ya sufría lesiones graves antes de llegar. A pesar de todo, él había pasado su mejor momento. Hiciste todo lo que pudiste.
—Sí... Gracias, estaré bien, no te preocupes.
—Ahora que lo pienso, creo que te vi anoche en el bar "Dinamite"... No sabía que eras el tipo de persona que disfruta de ese ambiente —su tono adquirió un deje sensual.
—Tengo mis días. No lo frecuento con regularidad, solo cuando necesito un descanso o me siento aventurero.
—A mí me gusta pasar el rato allí —dijo la mujer, animada—. ¿Te gustaría ir juntos algún día? Como dicen, cuanto más, mejor.
—Aprecio la propuesta, pero yo prefiero estar solo.
Sin más que decir, salió de la pequeña habitación tras secarse las manos, dejando a la doctora Clara mirando hacia la puerta.
—Supongo que los rumores son realmente ciertos —dijo con una mueca—. Es una pena. ¿Por qué todos los hombres guapos son gays?
Noah, por su parte, fue a su habitación a cambiarse para hablar con los parientes del hombre que acababa de operar.
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Noah respiró hondo, abrió las pesadas puertas y se acercó con paso firme a una joven pareja.
—Hola. ¿Están aquí por el señor Yohan?
Ambos lo miraron y se levantaron, colocándose frente a él.
—Sí —dijo el hombre—. Somos parientes. ¿Usted fue quien lo operó, verdad?
—Sí —comenzó a decir la mujer con cara suplicante—. ¿Cuál es el estado de mi padre?
—Mi más sentido pésame. Hicimos lo mejor que pudimos. El paciente ya estaba en un estado crítico y tenía lesiones graves en el torso, lo que provocó una seria pérdida de sangre.
La joven se llevó la mano a la boca, las lágrimas comenzaron a caer y se tapó la cara con ambas manos.
—Oh no... Por favor, ¡no! ¡Mi papá no puede estar muerto! —se empezó a derrumbar poco a poco, apoyándose en su esposo para no caer—. Esto no puede ser cierto... ¡Acabamos de hablar por teléfono esta mañana!
—Todo está bien, cariño —dijo el hombre mientras la abrazaba fuertemente—. Estaré a tu lado, no estarás sola... Llora todo lo que necesites.
Mientras tanto, un joven que observaba la escena desde lejos, sonrió levemente al ver el rostro del doctor.
—Esto sí es interesante —dijo, recostándose levemente en la pared—. Un hombre sin corazón con la carga de ser portador de malas noticias... Un rostro sin expresión... Con una mirada fría, completamente carente de emociones...