La Mujer De Ovarios

Ese sábado, la fiesta de Lorena era un compromiso al que no podía faltar. Me encontraba en el departamento de Ale, que incluso era más grande que el lorena, un lugar lujoso y elegante que reflejaba la riqueza de su propietaria. Ale era mucho más adinerada que Lorena, pero en ella había una calidez y una humildad que Lorena jamás tendría.

—¿Qué te gustaría hacer esta tarde? —pregunté después de que terminamos de desayunar.

Ale, siempre con su tono juguetón, me respondió con una sonrisa traviesa:

—¿Qué tal si nos damos un baño juntas y después salimos a caminar?

Me reí ante su propuesta, que me parecía tan natural. Habíamos compartido momentos íntimos antes, pero no por obligación, sino porque la atracción y la conexión que había con ella fluían con una facilidad que no me esperaba. Su cuerpo era cálido, su toque siempre reconfortante, y cada vez que estaba cerca de ella, sentía que todo a mi alrededor desaparecía. Esa mañana nos bañamos juntas, entre risas y complicidad, y luego nos preparamos para la tarde, que terminaría en la fiesta de Lorena.

Escogí unos pantalones de vestir beige de tiro alto, unos tenis cómodos y una blusa blanca. Ale optó por algo similar: un pantalón y una blusa, abrigándonos lo mejor que podíamos, ya que el frío de diciembre se sentía intenso. Afuera, la nieve caía suavemente, cubriéndolo todo de blanco.

Decidimos ir a un centro comercial a disfrutar del ambiente navideño. Había un árbol de Navidad gigantesco, decorado con luces brillantes y adornos de colores. Ale se quedó mirándolo, su rostro iluminado por la fascinación. Aproveché el momento para tomarle una foto.

—¿Qué estás haciendo? —me preguntó al darse cuenta.

—Capturé el momento. Estás tan feliz… tan linda. —Le mostré la foto, y ella sonrió antes de acercarse a mí para darme un beso en los labios, algo suave pero lleno de ternura.

De la mano, paseamos por el centro comercial. A pesar de no ser una pareja, parecíamos una. Ale me compró algunos regalos de Navidad e insistió en comprarme un bolso caro. Me negó la compra varias veces, pero ella seguía sonriendo, entendiendo que prefería ganarme las cosas por mí misma. Lorena me compara constantemente bolsos, ropas, zapatos de marca, eso es algo que me había ganado por soportar tanto tiempo.

Esa noche, Ale me llevó al departamento de Lorena, donde la fiesta estaba en pleno apogeo. La música resonaba en las paredes y el bullicio de la gente era inconfundible. Nos acercamos a Lorena, y le di un beso en la mejilla, buscando mantener las apariencias. A pesar de que todo a mi alrededor parecía normal, sabía que lo que estaba pasando entre Ale y yo era todo lo contrario.

—Cariño, ya llegué. Te traje un regalo —dije con un tono lo suficientemente alto como para que los demás lo escucharan.

Lorena me miró, sonriendo de forma forzada.

—Gracias, amor mío, lo abriré más tarde. Acompáñame a dejarlo en mi habitación.

Al llegar a la habitación, me recosté en la cama mientras ella comenzaba a curiosear el regalo.

—¿Qué es? —preguntó, ansiosa.

—Un bolso. Lo vi en el centro comercial y pensé que te gustaría.

—Sabía que no te esforzarías en buscarme algo más. —Su tono era un tanto crítico.

Dejé escapar un suspiro y me levanté de la cama.

—Si eso es todo, me voy.

Intenté salir, pero Lorena me detuvo. Me abrazó, pegando su cabeza a mi pecho, como si intentara inhalar mi fragancia.

—Hueles tan bien —dijo, su voz casi un susurro.

—Será el perfume que me regaló Ale. —Respondí, sin darle mayor importancia.

Lorena se tensó al escuchar el nombre de Ale.

—¿Desde cuándo esa mujer te da regalos? Todo lo que necesites, yo te lo compraré.

—Prefiero los regalos de Ale. Son más auténticos. —Le respondí, con frialdad.

La ira apareció en sus ojos.

—Es una zorra, ¿sabías? Acostarse contigo sabiendo que estás comprometida.

—No estoy comprometida, estoy atada, cariño.

Lorena parecía enfurecida, pero al mismo tiempo, algo de inseguridad asomaba en su rostro.

—Dime la verdad, ¿te acuestas con ella?

—Ya te lo he dicho, sí, en algunas ocasiones.

Hubo un silencio incómodo entre nosotras. Finalmente, Lorena murmuró:

—Parece que ella es más linda que yo.

—¿Qué quieres que te diga? —respondí, sin expresión.

Su tono se volvió más grave.

—Esto ya me está cansando, Cristina. Eres realmente irritante.

—Entonces déjame ir. No tengo problema con eso.

Sabía que, a pesar de su enojo, no me dejaría ir. Su miedo a perderme era mucho mayor que cualquier orgullo que pudiera tener.

—No lleguemos a esos extremos, pero sabes que tengo necesidades. Y como mi futura esposa, debes cumplirlas.

Cerró la puerta de la habitación y me acorraló en el umbral.

—Ya te cumplí anoche. ¿Qué más quieres?

—Quiero que duermas conmigo todas las noches. Deja de ir tanto al departamento de Ale. Aquí tienes tú casa.

—Más que una casa, parece una cárcel. Así que ya basta.

Lorena me miró con una determinación peligrosa.

—Habla en serio, Cristina. Cumples o le diré a mi padre que me eres infiel.

Sacó su teléfono y me mostró una foto de Ale y yo tomadas de la mano en el centro comercial. No sabía cuándo había capturado ese momento, pero sabía que tenía el poder de destruirme si quería.

Suspiré, derrotada.

—Está bien. Dormiré contigo todas las noches, como quieras.

Lorena sonrió satisfecha y desbloqueó la puerta. Me alejé de la habitación y volví al salón de fiestas. Ale me esperaba afuera, con una mirada preocupada. Al ver mi rostro, me abrazó en silencio, sabiendo lo que había sucedido. Permanecí a su lado el resto de la noche, convencida de que, aunque este sacrificio pareciera inútil, algún día todo esto valdría la pena.

Autora : Esperó se la pasarán genial en la fechas navideñas 🤓 hoy es les traigo este capitulo, espero les guste 💞