Daniel, un joven curioso, intenta robar un libro misterioso, pero todo sale mal y, en lugar de escapar, es transportado a Nova, un mundo maldito cubierto por agua. La única forma de regresar a su mundo es salvar Nova de la maldición, pero no será fácil. Enfrentará a poderosos enemigos y luchará por sobrevivir, mientras descubre secretos sobre el mundo y su propia tripulación. Con un futuro incierto, Daniel deberá encontrar una manera de romper la maldición y regresar a su hogar, antes de que sea demasiado tarde.
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El joven de la leyenda
El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y morados, cuando el barco retomó su curso hacia Marine. La tripulación estaba agotada después del enfrentamiento, pero una sensación de alivio reinaba entre ellos tras el rescate exitoso de Josh. Sin embargo, Daniel y Josh se mantenían apartados, sentados en un rincón de la cubierta, sus rostros serios.
—Tenemos que decirles la verdad —murmuró Josh, mirando al suelo. Su voz estaba cargada de frustración.
Daniel asintió lentamente, jugueteando con una cuerda entre sus manos.
—Lo sé, pero no será fácil. Kora ya me mira como si quisiera clavarme una espada. Y Doria... ella sospecha algo.
Josh suspiró profundamente, pasando una mano por su cabello desordenado.
—No tienes opción. Tarde o temprano lo descubrirán. Pero, antes de eso, necesitan entender por qué pasó todo esto.
Daniel lo miró con curiosidad.
—¿Por qué no pudiste usar el aura de Naou? Pensé que tenías más control sobre esa energía.
Josh apretó los puños, sus ojos reflejando una mezcla de rabia y vergüenza.
—Ese tipo, Kora... me provocó. No sé cómo, pero su aura interfería con la mía. Era como si bloquease cada intento de conectarme con la energía de Naou. Nunca me había pasado antes. Es como si este cuerpo no estuviera hecho para soportar el poder que debería tener.
Daniel guardó silencio por un momento, procesando las palabras de Josh. Había algo extraño en todo esto, algo que no terminaba de encajar.
—¿Crees que tiene que ver con la maldición? —preguntó finalmente.
Josh asintió.
—Todo está relacionado. Este mundo, estos cuerpos, incluso las decisiones que tomamos… todo parece estar ligado a algo más grande, algo que aún no entendemos.
El Viaje Nocturno
Mientras el barco navegaba bajo la luz de las estrellas, la tripulación comenzó a retirarse a sus camarotes para descansar. La brisa marina traía un aire fresco y tranquilo, pero en la mente de Daniel, la tormenta seguía rugiendo.
Se recostó en una pequeña litera improvisada, intentando calmar sus pensamientos. Cerró los ojos, pero el sueño lo envolvió rápidamente, llevándolo a un lugar oscuro, mucho más allá de su comprensión.
El Sueño Oscuro
Daniel se encontró de pie en un vasto espacio negro, donde no había cielo ni suelo, solo un vacío interminable. Miró a su alrededor, desconcertado. No había nada, ni luz, ni sombras, solo la abrumadora sensación de estar completamente solo.
—¿Dónde estoy? —susurró, su voz resonando como un eco infinito.
De repente, una figura comenzó a materializarse a lo lejos. Era un hombre alto, con un porte imponente y una expresión de desdén. Daniel lo reconoció al instante: Steven, el verdadero Steven, con su característico aire de superioridad.
—¡Tú! —exclamó Daniel, dando un paso atrás instintivamente.
Steven avanzó hacia él, sus ojos brillando con furia.
—Sí, soy yo. Y tú, intruso, estás arruinando mi reputación.
Daniel tragó saliva, sintiendo el peso de la presencia de Steven.
—¿Tu reputación? —preguntó, tratando de mantener la calma—. Yo no pedí esto. Si supiera cómo devolverte tu cuerpo, lo haría.
Steven se detuvo frente a él, cruzando los brazos.
—Eso no es suficiente. No tienes idea del daño que estás causando. Me haces ver débil, ¡débil! Y para alguien como yo, eso es inaceptable.
Daniel levantó las manos en un gesto de rendición.
—Mira, estoy haciendo lo mejor que puedo. Pero, sinceramente, tampoco entiendo qué está pasando. Si quieres culpar a alguien, culpa a quien me trajo aquí.
Steven lo miró fijamente, su expresión suavizándose ligeramente.
—¿Quieres volver a tu mundo, verdad?
Daniel asintió rápidamente.
—Más que nada.
Steven suspiró, como si estuviera considerando algo importante.
—Hay una leyenda... una que mi padre solía contarme cuando era niño. Habla de un joven que llegaría de otro mundo para salvar a Nova.
Daniel arqueó una ceja.
—¿Salvar a Nova? ¿De qué?
Steven extendió un brazo, señalando hacia el vacío.
—De la maldición que lo cubre todo. Este mundo, Nova, no siempre fue un océano interminable. Hubo un tiempo en que había tierras, montañas, y vida más allá del mar. Pero una maldición lo cambió todo.
—¿Y qué tiene que ver eso conmigo? —preguntó Daniel, todavía incrédulo.
Steven lo miró directamente a los ojos, su tono más serio que nunca.
—Tú eres ese joven. Si quieres volver a tu mundo, debes romper la maldición.
Daniel dio un paso atrás, sintiendo que el peso de las palabras de Steven caía sobre él como una losa.
—¿Cómo se supone que haga eso?
Steven sonrió levemente, pero no era una sonrisa de burla, sino de comprensión.
—La respuesta está en la Gran Ruta. Allí encontrarás lo que necesitas para salvar a Nova... y para devolverme mi cuerpo.
El Despertar
Daniel se despertó sobresaltado, su respiración entrecortada y su corazón latiendo con fuerza. Miró a su alrededor, recordando dónde estaba: en el camarote del barco, con el sonido de las olas golpeando el casco.
Josh, que estaba sentado cerca, lo miró con preocupación.
—¿Estás bien? Pareces haber visto un fantasma.
Daniel se pasó una mano por el rostro, tratando de calmarse.
—No fue un fantasma... fue Steven.
Josh se inclinó hacia él, intrigado.
—¿Steven? ¿El verdadero Steven?
Daniel asintió lentamente.
—Hablé con él en un sueño, o al menos eso creo. Me dijo que hay una leyenda sobre un joven que salvará a Nova, y que la clave está en la Gran Ruta.
Josh frunció el ceño, claramente escéptico.
—¿Y crees que eres tú ese joven?
Daniel lo miró fijamente, sus ojos llenos de determinación.
—No lo sé, pero si eso significa que puedo volver a mi mundo y arreglar todo esto, no tengo otra opción.
Josh suspiró, recostándose en su silla.
—Entonces, supongo que tendremos que enfrentarnos a la Gran Ruta después de todo.
Ambos se quedaron en silencio, mirando las estrellas por la pequeña ventana del camarote, conscientes de que el camino que tenían por delante sería el más difícil que jamás habían enfrentado.
--¿y como crees que iremos a la gran ruta?--preguntó Daniel
--Tomando un barco prestado, tenemos que ir nosotros dos solos, nadie irá con nosotros-- dijo josh
--¿Estás loco?, vamos a morir, primero que todo, además esa Doria está enamorada de mí, bueno de mí no sino de Steven y si ve que me voy vendrá con nosotros-- dijo Daniel
--Mejor, alguien que conoce el mundo, es mejor para nosotros-- dijo Josh