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Oro

Oro

Status: En proceso
Genre:Intrigante / Malentendidos / Pareja destinada / Secretos de la alta sociedad / Viaje a un mundo de fantasía / Edad media
Popularitas:49.4k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Sexto libro de la saga colores.

Tras seis años encerrada en un convento, Lady Tiffany Mercier encuentra la forma de escapar y en su gran encrucijada por conseguir la libertad, se topa con Chester Clark, un terrateniente que a jurado, por motivos personales no involucrarse con nadie de la nobleza.

NovelToon tiene autorización de thailyng nazaret bernal rangel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

9. Un sutil atrevimiento

...TIFFANY:...

Recogí mis hábitos del suelo, desde que me lo quité los había dejado en una esquina de la habitación y no me atreví ni siquiera a mirarlos, pero ya era hora de hacer algo al respecto con esos trapos.

Salí de la habitación y me acerqué a la chimenea de la sala, busqué leña y la acomodé, rocié con queroseno y la encendí.

Tomé el atizador para avivar las llamas.

Observé mis hábitos.

Esas prendas significaban todo lo malo de mi vida, eran cadenas, grilletes, cansancio, golpes y quemaduras, gritos y humillaciones, sollozos ahogados y... Un cuerpo mancillado y manchado.

Aventé el manto primero y disfruté de verlo quemarse, la túnica fue la siguiente y por último, el crucifijo.

Lo aventé mientras las lágrimas caían por mis mejillas.

— ¿Qué es ese olor?

Me levanté de golpe y limpié mis lágrimas.

Leandro entró a la sala, estaba sudado y lleno de tierra, sin botas.

Observó hacia la chimenea y luego volvió su atención a mí.

— ¿Estás llorando?

— ¿Dónde está Chester? — Quise desviar la conversación.

— En los sembradíos, subí por un poco de agua para tomar, pero olía a rostizado — Observó la chimenea y se aproximó — ¿Estás quemando algo?

Asentí con la cabeza.

— Son mis hábitos.

Me observó detenidamente — ¿Qué fue lo te sucedió?

Enterré las manos en la falda de mi vestido.

Empecé a sollozar antes de poder darme cuenta.

Mi primo se acercó — ¿Por qué lloras?

— Fue horrible — Confesé entre lágrimas.

Se desconcertó — ¿Qué cosa?

Sentía que necesitaba confesarle a alguien.

— En el convento, me quemaban la piel con cera, me daban latigazos o me dejaban postrada arrodillada durante horas, pero lo peor fue cuando... Abusaron de mí...

— ¿Cómo? — Se estremeció — ¿Quién rayos lo hizo? — Se llenó de rabia — ¡Voy a matarlo!

Me sorprendí ante su reacción tan furiosa.

— Solo quiero olvidarlo, ya soy libre, es lo que importa...

— ¡No, hay que tomar venganza o seguirán haciéndole daño a otras! — Gruñó, colocando sus manos en mis hombros.

— Nadie creerá en mi palabra, soy una monja que desertó... Y ese sujeto es un obispo, el que fundó ese lugar — Susurré y maldijo entre dientes — No le cuentes a nadie...

— Maldita sea tu familia — Siseó y no salí de mi sorprendía, no conocía ese lado de Leandro — Malditos desgraciados ¿Cómo pudieron abandonarte a tu suerte? Pensé que mi tío te quería. Alber siempre fue un irresponsable y egoísta pero creí que no llegara a tal bajeza.

— Mi madre fue quien lo convenció de dejarme en ese infierno...

Me soltó y apretó los puños — Esto no puede quedarse así. Aunque tu madre fuese la responsable, ellos debieron haberte sacado de ese lugar... Me provoca ir a gritarles un par de cosas.

— No, no digas nada, lo único que quiero es paz, aquí me siento mejor... La verdad es que quiero quedarme... No quiero ver a mis padres... Nunca más...

— Puedes ir a la hacienda cuando gustes, puedes quedarte allí si algún día decides marcharte — Me ofreció.

— Gracias — Limpié mis lágrimas — Lo tomaré en cuenta.

— Le gustas a Chester — Confesó y lo observé.

— El señor Chester solo me ofreció techo y comida... Pero, él quiere que me vaya pronto — Gruñí, durante el desayuno estuvo tan odioso conmigo, era obvio que ya le estorbaba mi presencia.

— No lo creo, parece estar interesado en ti...

Me sonrojé — Eso no es cierto, el señor Chester tiene una mujer y... En estos momentos no estoy pensando en nada así...

— ¿Otra? Él no mencionó nada.

— Es una institutriz — Gruñí, recordando como lo tocaba y lo besaba.

— Pero, él...

— Deja de inventar cosas, Leandro — Lo interrumpí — Tal vez considere mudarme contigo.

— Piénsalo bien — Me dió una sonrisa amigable — Espero que puedas superar esto.

— Yo también, de todas formas, si quisiera, no podría regresar a la sociedad... Ningún noble querría a alguien mancillada, nadie querrá estar conmigo...

— No necesitas a ningún inútil noble — Dijo, con expresión firme — Lo que te sucedió no fue tu culpa y si no son capaces de entender en sus mentes cuadradas, entonces se lo pierden. Donde te sientas segura y cómoda es el lugar donde debes estar.

— Gracias, Leandro, eres muy noble y considerado.

— No sería yo si no lo fuera — Caminó hacia la salida cocina.

Ojalá todos pensaran igual.

Estaba segura de que la madre superiora había informado a mis padres sobre la huida y seguramente ellos pensaban lo peor de mí.

No iba regresar donde no me querían.

...****************...

Ambos hombres volvieron para el almuerzo y comieron como salvajes.

Leandro seguía molestando a Chester y él parecía mucho más enojado que antes, ni siquiera me dedicó ni una mirada, me trataba cortante.

Después de la cena empecé a colocar los libros sobre la mesa de la sala.

Leandro se quedó a dormir en la única habitación disponible.

— Hoy no habrá lecciones, estoy cansado, me voy a bañar para dormir — Gruñó Chester, pasando de largo hacia el baño.

Fruncí el ceño.

No iba a permitir que se atrasara solo porque no me toleraba.

Me metí al corredor y esperé allí.

Me apoyé de la pared, cruzada de brazos cerca de la puerta de su habitación.

Después de unos minutos él apareció, los faroles de la pared iluminaron su cuerpo tallado.

No llevaba camisa.

Me tensé al ver el pecho amplio con pectorales marcados y vello esparcido como pinceladas color café en su piel, bajé mi mirada hacia el abdomen repleto de cuadros tallados en fila.

Había dos líneas uve que desaparecían por debajo de los calzones, también había un poco de vello más abajo de su abdomen.

Las piernas eran largas y también musculosas, con más vello en los muslos y pantorrillas.

El señor Chester me estaba pareciendo más guapo que Sebastian y sentí la boca seca.

Me observó al acercarse para entrar en su habitación.

— Acordamos que las lecciones serían todos los días, después de la cena — Gruñí cuando me ignoró.

Se detuvo frente a su puerta y me evaluó de reojo. El cabello despeinado me tenía distraída, todo en él me estaba poniendo nerviosa y no era miedo, si tuviera miedo ya habría corrido a mi habitación.

— Ya le dije que no estoy dispuesto.

— Lo tomaría en cuenta si no me tratara como lo hace — Dije y frunció el ceño, girando su cuerpo.

— ¿Cuál es el trato que según usted le estoy dando?

— Se que se porta amargado y cortante porque quiere que me vaya, pero debería tomar en consideración que aún no he reunido ni la primera pieza para desaparecer de su vista — Siseé y sus hombros se cuadraron, mi corazón empezó a latir más a prisa cuando los pectorales se le movieron.

— ¿De dónde saca que me molesta su presencia?

— Es evidente — Elevé mi barbilla — Usted no me tolera.

Empezó a avanzar hacia mí y retrocedí, sentí la pared en mi espalda.

Se detuvo frente a mí y me observó desde su altura, como si yo fuese una hormiga.

— Es usted quien siente desagrado.

— No entiendo de que habla — Mi voz se volvió jadeante, sentí un nudo en el estómago.

— Creí que se portaba así por ser monja, pero con Leandro es todo lo contrario — Chasqueó la lengua.

— ¿De qué rayos habla?

— Le hace ojitos al lord — Puso los ojos en blanco — Es muy diferente cuando está con él, así que no venga a escandalizarse por encontrarme besando a una mujer cuando usted también pretende andar en las mismas con Leandro.

Solté un jadeo de furia.

— Está loco, yo no ando haciéndole ojitos al lord.

— No me importa si lo hace — Cortó.

Me quedé desconcertada.

— Ser amable no me hace una cualquiera o no significa que me interese su hermano, pero, es obvio que iba pensar de esa manera.

— Evita mis acercamientos, pero le toma la mano a otro — Gruñó, alejándose hacia la puerta.

¿Tomarle la mano? Caí en cuenta.

Nos observó mientras hablábamos, pero si hubiese escuchado nuestra conversación, ya habría reclamado por mis mentiras.

En todo caso ¿Por qué le importaba tanto que le tomara la mano a otro?

— No es lo que cree — Gruñí detrás de él — En cambio lo que ví yo es más que obvio, esa mujer le tenía agarrado el...

Se giró de forma abrupta y choqué contra su pecho firme.

Me quedé inmóvil al estar tan cerca, con el rostro a centímetros de sus pectorales.

— ¿Por qué no termina la frase?

Su voz gruesa retumbó en mí.

Elevé mi rostro hacia el suyo y mi garganta se agitó.

— No hace falta que lo diga, sabe a lo que refiero.

Elevó una comisura — No parece querer olvidar eso.

— ¿Cómo podría olvidar algo tan bochornoso?

Bajé mi mirada hacia su cuerpo y mis dedos se movieron a mis costados.

¿Qué podría suceder si lo tocaba? ¿Se quedaría quieto como con la institutriz?

Sentía un poco de miedo de que reaccionara abruptamente, no quería provocarlo, pero quería saber como se sentía su piel bajo mis dedos.

Un palpitar extraño se asentó entre mis piernas, una zona que consideraba muerta.

Mi respiración se tornó pesada ante su mirada intensa, ante la cercanía y el olor de su esencia, esa que también estaba plagada en mi cuerpo debido a que la usaba sin su permiso.

Elevé una mano y rocé su abdomen con timidez, sintiendo que era suave y firme.

El señor Chester apretó su mandíbula, soltó una larga y costosa respiración.

¿Qué estaba haciendo? Debería correr a mi habitación antes de que él perdiera el control, antes de que...

Elevé la mano, trazando sus músculos hasta los pectorales.

Bajé mi mirada, me tensé un poco al percatarme del bulto prominente bajo sus calzones.

Esa cosa enorme y larga que seguramente lastimaba mucho.

El palpitar entre mis piernas se hizo más insoportable.

¿Por qué no me asustaba?

Rodeó mi mano y la alejó de su cuerpo.

Hice ademán de marcharme pero interpuso su cuerpo.

Me quedé inmóvil, observando hacia la piedra del suelo cuando su respiración rozó mi cabeza.

Se inclinó más cerca y elevé mi mirada, observando su rostro.

Rozó su nariz en la mía.

Cerré mis ojos, con el corazón en la boca.

Sentí algo suave en mis labios.

Abrí mis ojos.

Era su boca.

Solo fue un segundo, un toque pequeño.

El señor Chester se alejó y entró a su habitación, cerrando rápidamente la puerta.

...CHESTER:...

Había que ir a la escuela, así que me levanté temprano, vistiendo mi capa y un sombrero, salí hacia el patio.

Antes de cruzar por la puerta me percaté de la ceniza en la chimenea y me agaché al ver algo que llamó mi atención.

Tomé el atizador para escarbar.

Una cruz.

La cruz del crucifijo de Tiffany, también había botones de ropa.

¿Quemó su hábito?

Me levanté, desconcertado.

Seguí mi camino al patio.

— ¿Vas a quedarte o volverás a la hacienda? — Pregunté a Leandro, quien estaba entretenido, sentado en el suelo, tocando a los perros.

— Creo que volveré más tarde.

— Cuida propiedad, deja todo cerrado.

Caminé hacia los establos para buscar mi caballo y volví.

La señorita Tiffany estaba hablando con Leandro, se quedaron callados al verme acercarme.

Ella me observó y sus mejillas se tiñeron de carmesí.

Ni siquiera yo podía sentirme cómodo con lo que pasó la noche anterior, no contaba que tomaría la iniciativa para tocarme y es que esa condenada mano era tan delicada, sus dedos me rozaron como si fuese una vajilla de porcelana fina.

El miembro se me endureció de nuevo.

Al ver su boca me sentí más tenso.

Le dí solo un toque pequeño, pero es que no pude contenerme. Huí antes de cometer una locura, no iba a mancillarla, es lo que quería, deseaba hundirme en ella, no podía mentirme a mí mismo, pero no era apropiado.

Si esto que sentía era solo deseo, no podía hacerlo.

No sin asumir mi responsabilidad de casarme.

Ella seguramente sintió curiosidad y por eso me tocó.

— Es hora de irnos — Gruñí, mejor era ignorar lo que pasó.

— ¿No iremos en la carreta? — Preguntó, un poco nerviosa.

— No, tengo que arreglarle una rueda — Subí a mi montura — Adiós Leandro.

— Hasta luego.

— De prisa — Dije, cuando ella no se movió.

Llevaba un lindo vestido floreado color verde con mangas largas, a juego con un sombrerito del mismo diseño.

Lo llegué a ver en mi madre un par de veces.

Estaba muy bonita.

— Adiós, señor Leandro.

— Hasta luego, señorita Tiffany, un gusto conocerla.

— Igualmente — Dijo y fruncí el ceño.

Tomó mi mano.

Su rostro seguía rojo al subir al al asiento.

Rodeó mi cintura y me estremecí.

Sacudí las riendas para salir de la propiedad.

Hubo mucho silencio, sus manos aferrándose a mí me tenían distraído y muy endurecido.

Me detuve con abrupto.

— ¿Por qué nos detenemos? — Preguntó.

Me giré un poco y me observó, desconcertada.

Rodeé su cuello con una mano y se estremeció. Era tan delgado que mi mano podía cubrirlo por completo.

Le dí un otro beso corto para que se fuera acostumbrando.

Esos labios eran tan malditamente suaves.

— ¿Por qué me besa?

— ¿Por qué me tocó? Solo le devuelvo su atrevimiento.

No respondió a mi pregunta y empezó a temblar.

Acaricié su cuello.

La solté y volví a girarme.

Rodeó mi cintura nuevamente, enterrando las manos en mi camisa, creí escuchar su respiración agitada.

1
Stella Maris Santabaya
Excelente
Letizia Mar
yo creo que William si amo a Cari a su manera un amor diferente al que sentía por Celia, el acepta que fue muy especial le devolvió la vida le dio un hijo, compañía y la hizo feliz.
es justo que trate de rehacer su vida y que mejor que con quién dejo una historia inconclusa.
lo que siente Chester es lógico para el su padre era su única familia y compañía se siente desplazado, pero era cuestión de comunicarse y aclarar sus sentimientos
Stella Maris Santabaya
Que lindo Chester 💕
Guadalupe Vargas Casarrubia
El lo que sintió por Carie fue agradecimiento nunca la quiso y tampoco la amo ella vivió bajo la sombra del amor de William por Celia. Triste la vida de la madre de Chester
Guadalupe Vargas Casarrubia
El lo único que quiere es estar con su amor Celia y su amado hijo del amor de su vida
Guadalupe Vargas Casarrubia
Nunca estuve de acuerdo que William volviera con Celia porque el único que está sufriendo es Chester porque el piensa que su padre nunca quiso a su madre y es la verdad ya que Celia es el amor de la vida de William.
Guadalupe Vargas Casarrubia
Que hombre tan cínico y miserable nunca la amo
Guadalupe Vargas Casarrubia
Estoy de acuerdo con Chester por fin se dio cuenta que su padre nunca valoró y quiso a su madre
Katsof Muri
maravilloso capítulo 💝💝💝
Sandra Passano valencia
Esta muy buena
Katsof Muri
jajajajajajja maravilloso la viejuja quedó plop cuando vio a Sebastián.
Katsof Muri
jajajajajajja maravilloso la viejuja quedó plop cuando vio a Sebastián.
Paulina Ruiz
me llegó directo al corazón, y más porque yo no conocí a mi papá 😭😭😭😭
Micaela Alcaraz
/Whimper//Whimper/ay Chester, me siento muy, muy, muy identificada con vos. Error de los padres de pensar que ya no lo necesitamos o que por nuestra personalidad piensan que podemos con todo o que nada nos afecta /Grievance/
Orozco Beatriz
🥰😍 tan lindo Chester necesita a su papi
Olga Ortiz
en el fondo Chester está celoso, se siente desplazado, aunque lo niegue
Melisuga
Me emociona que Chester haya escuchado a su padre. Fue una linda confesión.
Liliana Diaz
los hijos así crezca y hagan su vida necesitan de sus padre
Mara Gamez
la mamá de Tiffany abra pensado: plebeyo pero sabroso
Rosa Lryton Ramirez Leyton
bien escrito ,bien narrado gracias ,por escribir
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