La Gavia una emblemática hacienda llena de historia cerca de la capital del país, la cual solo puede ser heredada por un Sámano. A veces pensamos que es solo casualidad que sucedan los mismos infortunios para el heredero, terminando solo y consagrado a favor de mantenerla en pie. Es la segunda parte de La gavia, aquí conoceremos el destino de Matías Sámano. Sobre todo las decisiones y el cambio de Cecilia. También la traición y el engaño de parte del esposo de Cecilia, creando una enemistad con otra familia importante de la comunidad. En la guerra y el amor todo es posible, es ahí donde nace el amor entre Matías y Paulina. Sin saber el porqué de la rivalidad entre sus familias. Poco a poco quedará al descubierto la causa del conflicto entre ellos.
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Confesión
Capítulo 17
Pasaron los días y Matías no había vuelto a ver a Paulina, solo pensaba en ella, no lograba concentrarse vigilaba por las tardes la casa de su amada, en si toda la propiedad sin embargo no coincidía con ella. La que si visitaba la hacienda regularmente era Chantal, obviamente invitada por Cecilia.
—Matías, hola. pero si te la pasas trabajando. Pienso que te hace falta salir, deberíamos ir a Toluca al cine. ¿Que te parece?—
—Chantal te voy a ser honesto, sé que te la vives aquí porque mi madre intenta que entre tu y yo haya algo. Pero eso no va a suceder, lo que hubo alguna vez se acabó hace siglos. Así que ya no te esfuerces mejor consíguete una vida propia. Así que permiso te quedas en tu casa.—
—Espera Matías no tienes porque hablarme así, por lo menos revivamos las veces que me hiciste tuya.—decía mientras se le colgaba del cuello, realmente era una descarada comenzó a besarle el cuello, pero él la quitó de encima
—No gracias, me sorprende que alguien de tu nivel se rebaje ante mi. Reitero lo que tuvimos se terminó, no me interesa revivir nada.—
—Está bien, pero sabes que estoy aquí para ti.—
Cecilia apreciaba mucho a Chantal, pero tarde o temprano se arrepentiría de apoyar a esa arpía. Matías no podía seguir estando lejos de Paulina, así que tenía un plan. Mientras tanto Alejandro su hermano, había invitado a Natalia a conocer la hacienda de las tunas, se había dedicado a su mejora todo el tiempo. Mientras crecía su amistad con Natalia, se veían casi a diario cuando ella le llevaba algo de comer.
—Adelante Natalia, ya por fin terminamos.—
—Desde la entrada se nota la gran diferencia que existe, estaba demasiado deteriorada.—
—En si estaba en ruinas, ¿te gusta?—
—Si, es hermosa. ¿Ahora si te vas a mudar?—
—Si, desde antes que termináramos ya iba a mudarme. Pero han sido días difíciles en casa, mi hermano no le habla a mamá. Mi papá se la pasa con él en los establos, aunque se me hace extraño que mi padre esté tantos días aquí, por lo general viaja mucho. ¿Cómo está Paulina?—
—Triste, bastante. Lo único bueno o malo es que mi hermana también se la pasa día y noche vigilándola. He visto a Matías rondando la propiedad, siento horrible porque sé que se aman, sobre todo que quieren estar juntos.—
—No te preocupes los ayudaremos, pero antes necesito que hablemos.—
—Por supuesto dime.—respondió ella mientras le servía la comida
—Eres la mujer más maravillosa que he conocido, y todos estos meses solo he pensado en un futuro a tu lado. Natalia estoy enamorado de ti, y quiero que me des la oportunidad de tratarnos como algo más. Te quiero en mi vida cada segundo, cada minuto y cada hora del día.—ella simplemente no estaba preparada para escuchar algo así, aunque ella había puesto sus barreras, aún así nacieron sentimientos por él.
—Me halagas en verdad, pero soy mucho mayor que tú. Eres joven, puedes encontrar a alguien de tu edad para estar con ella. Mi tiempo ya pasó.—
—Por supuesto que no, a mi no me importa la edad. Contigo puedo ser yo mismo, eres mi confidente, y no puedo seguir así. Quiero que seas mi mujer, quiero amarte sin que nadie nos diga nada. Remodele la hacienda solo para recibirte a ti, tus sobrinas ya son adultas ya pueden hacerse cargo de ellas mismas. Yo te necesito, por favor te lo suplico no me rechaces.—insistía mientras la sujetaba de la mano
—Alejandro, eres maravilloso. Pero me estoy haciendo mayor y tú vas a seguir joven cuando yo me llene de canas o arrugas. Cuando eso pase tú buscarás a alguien más joven, no puedo y no quiero lastimarte, no es mi intención. Debo confesar que también estoy enamorada de ti, por eso debo rechazarte. Date la oportunidad de tratar a una mujer de tu edad y verás que solo soy una ilusión.—ella estaba apunto de llorar.—Debo irme.—se levantó de la mesa
Alejandro no podía creerlo, no entendía porque lo rechazaba si también sentía lo mismo. No podía dejarla ir, de inmediato corrió tras ella. La detuvo del brazo y la puso frente a él, sin decir una sola palabra y sin pensarlo más la besó. Fue un beso apasionado, sujetaba su rostro y rosaba sus labios con ternura. Alejandro podía sentir los latidos del corazón de Natalia, la acercaba a su cuerpo para sujetarlo con fuerza. Quería que el tiempo se detuviera para seguir sintiendo su calor, ella se entregaba a él en un solo beso.
—Te amo.—decía Alejandro agitado y sin dejar de besarla
—También te amo, pero no debemos.—respondía Natalia
—Claro que sí, no puedo separarme de ti. Dame la oportunidad de hacerte feliz.—agregó y volvió a acercarse para besarla una vez más, el jugueteo de sus labios y sus fuertes brazos rodeando a Natalia era un momento mágico.
—Lo siento, necesito tiempo.—dijo Natalia al separarse de él.
Alejandro la dejó marcharse, por el simple hecho de que si era correspondido. Sabía que sin esperarlo ella le daría una respuesta, a él no le importaba el futuro, lo que sí le importaba era vivirlo con ella.
Mientras tanto Matías esperaba paciente poder ver a Paulina, sabía que ella estaba sufriendo al igual que él. Ella lo observaba por su ventana, solo pensaba en correr a sus brazos. Pero no quería arriesgar su vida, además de que no podía salir de su habitación su madre la mantenía bajo llave. Era mejor que se olvidara de él para que pudiera encontrar la felicidad.
—Matías, si te ve mi hermana estarán en problemas. Por favor ya no la busques, créeme mi hermana es capaz de eso y más.—interrumpió Natalia sus pensamientos
—Le puede decir a mi Paulina que la amo, y que la voy a esperar hasta que podamos estar juntos. Adiós tía Natalia.—y se marchó
Natalia se entristeció al verlo, también se sentía abrumada por la confesión de Alejandro. Pensaba solo en una cosa, si Cecilia se enteraba de que su hijo estaba enamorada de ella, definitivamente le sacaría los ojos.