Un mundo fantástico, lleno de seres que jamás creíste poder ver, a excepción de los libros, las películas y relatos. Ahora has llegado a este sitio, donde no solo puedes verlos, tocarlos y hablar con ellos, sino que estás dentro del cuerpo de uno de ellos.
Mi nombre es Dagny y está es mi historia. Entré al cuerpo de un ser místico y mágico, nunca entendí por qué, pero no pude tener mejor suerte que esta, al amar todo tipo de historias de fantasía, intentaré vivir bien y vivir feliz.
¿Podré hacerlo?, ¿Tendré dificultades como en el pasado?, ¿Deberé cambiar mi forma de ser para que me acepten?
Sigue mi historia y entérate del final.
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A pesar del intenso dolor, los ojos de la albina brillaron como si hubiese visto lo más hermoso en el mundo. Siendo fan de las historias de fantasía, sus seres favoritos siempre fueron los dragones y ahora, justamente tendría la oportunidad de mirar a uno o tal vez más. No podía simplemente perder la grandiosa oportunidad de congeniar con aquellos seres, descritos como mágicos, feroces, poderosos y formidables, aunque en ese momento lamentaba no haber llegado en aquel bando, se daría a la tarea de investigar todo sobre ellos.
Volvió a tomar el libro que había dejado caer y se puso a leer, no sería el único y tampoco sabía cuándo es que irían por ella, así que utilizaría todo su tiempo en empaparse de historia, sobre el mundo de los dragones, ya que saber de los elfos no le importaba realmente, pues pronto dejaría su hogar y sería entregada a sus más grandes enemigos. Para ella sería lo mejor que pudiera pasar.
Leyó todo el día y noche, simplemente dormía un par de horas para no desvanecerse por completo y claro que comía todo lo que le llevaban, no podía permitirse volver a morir sin antes haber visto y tocado a un verdadero dragón.
Paso un día, luego dos, hasta que se cumplió una semana.
Se escuchó sonar la puerta y algunas personas uniformadas, entraron y se propusieron despertarla.
—¿Será buena idea despertarla?, deberíamos abducirla ahora mismo, así no hace ningún berrinche por no quererse ir a Athel— la voz juvenil de alguien propuso.
La albina estaba despierta desde que llegaron y entraron, no hizo ningún ruido para averiguar sobre el motivo que llevaba a esas personas visitar su habitación sin previo aviso.
Iniciaron un conjuro tal vez, se escuchaban palabras totalmente desconocidas par Dagny y enseguida la enredaron en una sabana.
—«Ahora, ¿qué es lo que pretenden hacer?. ¡No!, un momento, Athel es el reino draconiano. Ustedes sigan, no pondré objeción alguna»— al recordar de que se trataba, se relajó y solo esperaba con ansias el poder conocer aquel lugar maravilloso del que estuvo leyendo todo esté tiempo.
Así como la llevaban envuelta, la dejaron dentro de un carruaje y le indicaron al cochero y guardias a dónde debían llevarla.
No fue un día completo, pero si muchas horas en las que estuvo viajando de una manera tan incómoda, que no podía aguantar más, estaba dispuesta a descubrirse ante cualquiera que estuviese con ella dentro del carruaje y por fin comenzó a moverse. Cuando por fin pudo deshacerse de la sábana, pudo darse cuenta que su diminuta ilusión, era solo cosa de su imaginación. No había nadie ahí, simplemente eran el cochero, dos guardias y ella, lo supo porque estuvo mirando a través de la ventana.
—Como si me importara su amabilidad, yo no la tendré después de hacer lo que tengo pensado— en su rostro se mostró una hermosa sonrisa, que demostraba lo feliz que de verdad estaba por llegar a Athel y conocer a cierta persona, la única capaz de hacerse su aliada, pues al tener conocimiento de negocios, sabe perfectamente como manejar ciertos asuntos, con cierta persona.
Y así pasó otra gran parte del día, para Dagny se había hecho muy pesado, el tener que viajar así, sin siquiera poder salir a caminar un poco, pero sobretodo, la comida y agua que había estado comiendo en el camino, ya que lo encontró dentro del carruaje, estaban haciendo efecto y necesitaría ir al baño lo más pronto posible.
De un momento a otro, se sintió como el carruaje se detuvo, fue tanta la sorpresa que Dagny chocó contra la ventanilla que daba al frente del carruaje.
—¿Pero que carajos?— se le ocurrió gritar, se le olvidó por completo el hecho de que las personas afuera, creían que aún estaba inconsciente.
Pronto se escuchó como la puerta del carruaje se abrió de manera abrupta.
—Alteza, veo que ya está despierta— habló un hombre de edad madura, de más de 30 años.
—Fue por el fuerte freno del carruaje, ¿qué ocurrió?— era inteligente y pudo responder sin sospechas.
—Nos cruzamos con un árbol tirado, debemos moverlo para continuar, eso nos llevará algo de tiempo, solo espere para que continuemos con el viaje, aún falta para nuestro destino— con el ceño fruncido, le explicó
—Muy bien— se bajó del carruaje, casi empujando al hombre. —Haré un par de cosas mientras ustedes hacen esto— comenzó a caminar hacia una zona con matorrales y plantas algo grandes.
Los guardias vieron esto y uno de ellos apuntó su espada en contra de la chica. —Mejor regrese al carruaje, lo cerraremos con llave para que no pueda escapar— regañó
—¿Te atreves a alzar tu arma en contra de la única persona que puede salvarlos de perder la guerra en contra de los dragones?, no seas patético, además si quisiera huir, lo hubiera hecho sin que se den cuenta, ahora quita tu espada y déjame ir a hacer mis necesidades— su rostro blanco y terso, se había transformado en uno rojo y lleno de furia. Miró directamente al hombre y a éste no le quedó más opción que dejarla continuar, pues tenía razón, nadie más podría ocupar su lugar.
Los tres hombres comenzaron con la labor de mover el árbol, afortunadamente no era tan grande y tampoco obstruía todo el camino.
Mientras tanto, Dagny se tomó su tiempo para hacer lo que debía, jamás imaginó hacer algo como eso, siempre fue alguien de la alta sociedad y justo ahora estaba sentada ahí, haciendo sus necesidades y con miles de dudas del como debía limpiarse más adelante.
—Esta es tu vida ahora, acostúmbrate— se reprendió a si misma
Pasados largos minutos, la albina regresó y los hombres también estaban terminando lo que habían empezado. Subió al carruaje nuevamente y un par de minutos después, el camino continúo.
Pasaron otras cuatro horas para que por fin el carruaje volviera a detenerse.
—¿Hemos llegado?— preguntó desde dentro
—Falta muy poco, por favor cámbiese de ropa para que se vea presentable frente a quienes la presentaremos.
Uno de los guardias le entregó un vestido, zapatos adecuados y todo lo que necesitaba para estar presentable, pues por la manera en como la sacaron, apenas si llevaba un camisón lo suficientemente grande que cubría casi todo su cuerpo y si, estaba descalza.
Para recibir las cosas, salió del carruaje y por obra del destino, cerca se escuchaba correr agua, por lo que decidió irse a bañar, no pensaba presentar sus respetos a los reyes de Athel así como estaba, después de lo que había pasado.
—Me bañaré, espérenme aquí—
—La acompañaremos— al unísono hablaron los guardias
Dagny torció los ojos, por supuesto no le gustó para nada aquella insinuación. —Pasaré por alto que son un par de pervertidos y no haré nada cuando sea Reina, así que quédense en el lugar que están— con una sonrisa sarcástica y hablando entre dientes, les dijo.