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El Omega Quiere Venganza

El Omega Quiere Venganza

Status: En proceso
Genre:Romance / CEO / Posesivo / Omegaverse / ABO / Fantasía LGBT
Popularitas:36.6k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Wang Chao

Keiran muere agotado por una vida de traición y dolor, solo para despertar en el mundo del libro que su único amigo le regaló, un universo omegaverse donde comparte nombre y destino con el personaje secundario: un omega marginado, traicionado por su esposo con su hermana, igual que él fue engañado por su esposa con su hermano.

Pero esta vez, Keiran no será una víctima. Decidido a romper con el sufrimiento, tomará el control de su vida, enfrentará a quienes lo despreciaron y buscará venganza en nombre del dueño original del cuerpo. Esta vez, vivirá como siempre quiso: libre y sin miedo.

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📌 Historia BL (chico × chico) si no te gusta, no entres a leer.
📌 Omegaverse
📌 Transmigración
📌 Embarazo masculino.

NovelToon tiene autorización de Wang Chao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 09. Solo el comienzo.

—No, no, no es posible. Tú eres mudo, ¡Eres mudo, Keiran! —gritó Gabriel, su voz cargada de incredulidad y desesperación.

Keiran no respondió de inmediato. Se limitó a caminar hacia la puerta, con pasos lentos y deliberados, cerrándola con llave. La sonrisa en su rostro era escalofriante, una mezcla de burla y desafío que congeló a Gabriel en su lugar. El omega comenzó a pasear de un lado a otro, como un depredador estudiando a su presa, sin apartar la mirada del alfa. Sus ojos púrpura, casi hipnóticos, parecían brillar con una malicia que Gabriel no reconocía.

—Tú... tú no puedes ser él —balbuceó Gabriel, tratando de ponerse de pie, pero el omega se interpuso rápidamente, obligándolo a regresar al mismo lugar con un simple gesto—. El Keiran del que me enamoré es mudo y sumiso.

La carcajada de Keiran llenó la habitación, cortante y amarga. Se sentó en el sofá beige de piel con la gracia de alguien que sabe que tiene el control, cruzando las piernas con una actitud de desprecio absoluto.

—Ese Keiran está muerto —confesó, con una frialdad que heló la sangre de Gabriel. Por supuesto, el alfa nunca podría imaginar el verdadero significado de esas palabras—. El pobre omega del que abusabas, el que se casó contigo creyendo en tu amor, el que tragaba cada una de tus palabras llenas de hipocresía y mentiras... murió. Ya no soy el mismo imbécil que se arrodillaba ante ti. No más, Gabriel. Y a partir de hoy, harás todo lo que yo quiera.

Gabriel entrecerró los ojos, sus feromonas comenzando a filtrarse en el ambiente, un intento de reafirmar su dominio. Se puso de pie y caminó hacia Keiran, sujetándolo de la barbilla con fuerza, obligándolo a mirarlo.

—¿Y si no quiero hacerlo? —susurró, su aliento rozando el rostro del omega. Su tono estaba cargado de amenaza—. Sigues siendo un simple omega. A la mínima provocación de mis feromonas, abrirás las piernas para mí como debe de ser, y estarás completamente a mi disposición.

El cuerpo de Keiran se tensó de inmediato. Sabía que Gabriel tenía razón en cierto sentido. Era un omega sin marca, y Gabriel era un alfa sin escrúpulos, dispuesto a usar cualquier ventaja que tuviera. Pero Keiran no iba a permitir que eso lo detuviera. No esta vez.

—Atrévete y verás cómo te va —dijo con voz baja y peligrosa, sosteniéndole la mirada con una intensidad que desarmó a Gabriel. Sus ojos brillaban con una mezcla de arrogancia y desafío, y, por primera vez, el alfa se sintió inferior frente a él.

El alfa retrocedió un paso, intentando mantener su compostura.

—No me amenaces —gruñó, aunque su tono carecía de la firmeza habitual.

—¡No, no me amenaces tú a mí, ¿Oíste?! —espetó Keiran, poniéndose de pie de golpe y enfrentándolo directamente—. Si no quieres que esas fotografías con Shelby terminen en manos de la prensa.

Gabriel frunció el ceño, claramente desconcertado.

—¿De qué estás hablando?

Keiran sonrió, pero esta vez su sonrisa era una mezcla de ironía y astucia.

—Sabes perfectamente de qué estoy hablando —respondió con firmeza, aunque solo él sabía que estaba mintiendo. Aunque conocía la infidelidad de Gabriel con Shelby, no tenía pruebas reales. Pero su experiencia en su vida anterior, lidiando con clientes exigentes y manipulando situaciones a su favor, le había enseñado a proyectar confianza incluso en la mentira.

La expresión de Gabriel cambió radicalmente. Sus feromonas, que inicialmente habían llenado la habitación con una amenaza palpable, comenzaron a disiparse poco a poco. Keiran notó el miedo en los ojos de su esposo y se deleitó en ello.

Por primera vez en mucho tiempo, el omega sintió que llevaba las riendas, y no pensaba soltarlas.

En su vida anterior, Keiran había sido sumiso, no por falta de carácter, sino por el temor de herir a los demás. Había cumplido cada expectativa, cada exigencia, y el resultado siempre era el mismo: traición, y de quien menos lo esperaba. Esa versión de él ya no existía. Keiran había cambiado. Ese hombre ingenuo y dócil había muerto junto con su fe en los demás.

—Mi padre pronto conseguirá un especialista para mi situación —anunció con frialdad, sin molestarse en mirar a Gabriel—. No quiero que la zorra de Shelby ni Margaret se enteren de nada, así que nos mudaremos de aquí tan pronto como sea posible.

Gabriel, quien hasta ese momento permanecía en silencio, lo miró con los brazos cruzados, su postura ahora relajada pero su tono cargado de burla.

—¿Cómo sabes que no te voy a traicionar?

Keiran soltó una breve carcajada mientras rebuscaba en el clóset. La pregunta le resultaba tan absurda que ni siquiera se molestó en mirarlo.

—No eres tan estúpido para hacerlo —respondió con indiferencia, sacando un par de prendas desgastadas y pasadas de moda. Frunció el ceño. Tendría que ir de compras.

—¿Qué es lo que quieres que haga? —preguntó Gabriel finalmente, con un tono que denotaba resignación mezclada con irritación.

Keiran volvió a mirarlo, esta vez con una media sonrisa cargada de desprecio.

—Eso te lo diré después. Por ahora, consigue un departamento lejos de este lugar.

Gabriel apretó los puños, mordiéndose la lengua para no responder algo que empeorara su situación.

—Eres un maldito.

Keiran levantó una ceja y dejó caer la bata de baño al suelo, señalando las marcas oscuras y los moretones que cubrían su abdomen.

—¿Yo? —preguntó con ironía mientras se colocaba la ropa interior con movimientos deliberadamente lentos—. Tú eres el que me hace esto mientras estoy bajo esa droga. Tú eres el verdadero maldito, Gabriel. Eres un bastardo.

El alfa tragó saliva. Las palabras de Keiran eran como un veneno lento, carcomiéndolo. Las leyes habían cambiado. Antes, los omegas estaban completamente desprotegidos, pero ahora las asociaciones proomega habían logrado avances significativos. Entre ellos, la posibilidad de demandar a sus esposos si eran forzados durante el celo o bajo los efectos de drogas. Las consecuencias eran devastadoras: una pena de cuarenta años en prisión, una multa del sesenta por ciento de los ingresos anuales, y la humillación pública de ser incluido en un registro de ofensores, accesible para cualquier omega que quisiera protegerse.

Gabriel se sentía atrapado. Keiran lo sabía, y lo aprovechaba.

—No creas que no sé lo de ese medicamento —continuó el omega mientras se ponía la ropa. Su tono era tranquilo, pero cada palabra estaba cargada de amenaza. Avanzó hacia Gabriel con pasos firmes, acortando la distancia entre ellos—. ¿Adivina qué sucederá contigo si las autoridades investigan?

Gabriel sintió un escalofrío recorrer su espalda. Su arrogancia habitual parecía desmoronarse bajo la mirada penetrante de Keiran, cuyos ojos lila destellaban con una mezcla de determinación y peligro.

Keiran sonrió con frialdad, consciente del poder que ahora tenía en sus manos. Esta vez, no sería él quien se arrodillara.

—Ahora vamos a bajar, y te comportarás como siempre —indicó Keiran con una voz suave pero cargada de amenaza—. Con esa hipócrita preocupación y esa sonrisa estúpida que tanto te gusta mostrar.

Keiran se acercó con calma, tomando la solapa del saco de Gabriel con dedos firmes, alisándola como si fuera un gesto cariñoso. Sin embargo, cuando sus ojos se encontraron, los de Keiran, brillantes y lila, eran un recordatorio constante de su nueva posición.

—¿Entendido, esposito? —preguntó con una sonrisa helada, que solo hacía que su tono sonara aún más intimidante.

Gabriel se tensó, su orgullo luchando contra el miedo creciente que sentía hacia ese Keiran desconocido. Finalmente, con los labios apretados y una inclinación casi imperceptible de su cabeza, asintió.

Keiran tomó su brazo con delicadeza, como si fueran la pareja perfecta que siempre aparentaban ser. Sin embargo, en su interior, luchaba por no hacer una mueca de asco. Sentir la calidez de Gabriel, esa proximidad que antes le habría parecido reconfortante, ahora era nauseabunda. Solo su férrea determinación evitaba que lo empujara lejos y deshiciera toda la fachada que había construido.

Mientras descendían las escaleras hacia la sala, donde su madrastra y media hermana esperaban, Keiran mantuvo su expresión dócil y serena. Su mente, sin embargo, trabajaba a toda velocidad. La amenaza de las fotografías no sería suficiente para controlar a Gabriel por mucho tiempo. El alfa no era estúpido; eventualmente descubriría que no existía ninguna prueba tangible. Keiran necesitaba algo más sólido, algo que lo mantuviera completamente bajo su control.

«Esto no es suficiente», pensó mientras su sonrisa se mantenía impecable. «Debo encontrar su punto más débil, algo que lo destruya desde dentro si intenta rebelarse. Algo que lo mantenga justo donde lo quiero.»

El suave murmullo de las conversaciones en la sala llegó a sus oídos. La madrastra de Keiran reía con suavidad, mientras la media hermana jugaba con el borde de una taza de té. Keiran sabía que, para ellas, seguía siendo el omega perfecto: sumiso, silencioso, el complemento ideal para el poderoso alfa con quien estaba casado.

Apretó ligeramente el brazo de Gabriel, en un gesto que desde fuera parecía de afecto, pero que era una advertencia silenciosa.

—No olvides lo que te dije, cariño —murmuró Keiran apenas en un susurro, su voz tan baja que solo Gabriel pudo escucharlo.

Gabriel no respondió, pero Keiran sintió la rigidez en su brazo. Satisfecho, alzó el rostro y cruzó el umbral de la sala, preparado para desempeñar su papel una vez más.

Por dentro, su mente seguía maquinando, cada sonrisa y gesto estudiado con precisión. Este era solo el comienzo.

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Juliana Fernandez
me encanta esta historia ❤️😍por favor actuliza escritora 🥹🥹voy a estar esperando me engancho tu historia te felicito 😘
Topy71 🇦🇷
Ni entiendo porque no lo vomito, total en la habitación estaban solo el y su padre
Kelly Castro
muy bueno
Daaaq
Me encanta como está avanzando la Historia 🫶🏻
Gladys Zapata
Me gusta mucho la trama
Patricia Margarita Charris Martinez
Excelente
Diosa David Torres
Bueno creo que nuestro bello Alfa y Omega serán un 100%☺️☺️
Diosa David Torres
Según ellos 🤣🤣🤣🤣y ya están bien enamorados 🥰❤️🤣🤣🤣🤣
Diosa David Torres
🤣🤣🤣🤣🤣me encanta cuando están juntos 🤣🤣❤️🥰
Diosa David Torres
Vaya muy detallista nuestro Alfa nada que hacer muere por su Omega 😁😁😁😁
Andrea Osorio
Excelente
Gladys Zapata
jajajajajaja pobre idiota
Erika Garcia
ese alfa está como me lo recetó el doctor/Chuckle/
Topy71 🇦🇷
Ayyyy noooo, almenos termino de leer el libro? 😱
Topy71 🇦🇷
Maldita psicópata 😡
Gladys Zapata
eso vamos Keiran tu puedes
Gladys Zapata
bellos
Nidia Mojica
Esto se pondrá buenisimo y mas cuando sepan con quién se va a casar.
Nidia Mojica
Me agrada Austin.
Nidia Mojica
Encuentra un aliado dentro de casa, esa Margaret y la Shelby sorpresota se llevaron.
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