Después de dos años de matrimonio, me di cuenta de que nuestra relación era un fracaso. Durante ese tiempo, intenté ganarme el amor de James, pero el heredero de la corporación Sterling simplemente me despreciaba.
James, un hombre atractivo, codiciado y rico, hacía que yo fuera la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, nadie sabía que detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar, James me trataba con frialdad y desdén.
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CAPÍTULO#20: FRUSTRACIÓN
⪻ James Starling ⪼
El despacho se encontraba en un estado caótico total. Los papeles se agitaban descontroladamente, surcando el aire como si trataran de escapar de una tormenta. Los libros, incapaces de sostenerse en las estanterías, caían al suelo con un estruendo, creando una sesión de ruido que solo aumentaba mi frustración. Objetos diversos, que no tenían un lugar fijo, se estrellaban contra las paredes, añadiendo más desorden al ambiente ya turbulento. Mi ira hervía en mi interior, una mezcla de incredulidad y rabia que me resultaba difícil de controlar.
¿Cómo pudo mi padre permitirme vivir esta situación tan caótica? ¿Cómo se le ocurrió dejar que Ana asumiera el control absoluto de todo? Me sentía traicionado y menospreciado por esa decisión tan absurda.
—¡Maldito seas, padre! —exclamé, dejando que la ira se apoderara de mí. En un acto impulsivo, lancé un jarrón contra la pared. El sonido del vidrio al estrellarse fue ensordecedor, resonando por toda la habitación. Sin embargo, ese estallido no logró calmar mi furia, que seguía desbordándose como un volcán a punto de explotar.
En ese instante, la puerta se abrió de golpe y apareció María, mostrando una clara expresión de intranquilidad en su rostro. Sus ojos reflejaban una mezcla de sorpresa y miedo, como si algo grave estuviera sucediendo.
—Señor, ¿qué es lo que está ocurriendo? —preguntó, con la voz temblorosa, delatando su ansiedad.
Antes de que James pudiera ofrecerle alguna respuesta, Débora irrumpió en la habitación detrás de María, su rostro contorsionado por una profunda alarma.
—James, ¿te has vuelto completamente loco? —exclamó con una intensidad palpable—. ¡Cálmate! Si sigues así, no conseguirás resolver nada.
—¿Calmarme? —repetí, dejando escapar un tono claramente sarcástico en mi voz—. ¿Cómo se supone que me calme cuando todo lo que he construido con tanto esfuerzo está cayendo en pedazos?
Débora dio un paso hacia mí, intentando ofrecerme algo de consuelo y tranquilidad. —James, por favor, no te angusties tanto. Vamos a encontrar una forma de solucionar esto. No permitas que esta situación te consuma por completo.
La miré, dejando que la ira se apoderara de mí. —¿Una solución? —exclamé, dejando que mi voz se impregnara de amargura—. ¿Qué tipo de solución puede existir cuando mi propio padre ha decidido traicionarme de esta manera? ¡Se lo ha entregado todo a Ana!.
María miraba la situación con una mezcla de terror y compasión en sus ojos. Su voz, suave y temblorosa, se alzó en un intento por controlar la tensión del momento: —Señor, por favor, no se haga daño.
A su lado, Débora puso una mano en mi brazo, buscando transmitir calma y serenidad en medio del caos. —James, escúchame —dijo con firmeza—. No podemos permitir que Ana salga victoriosa de esto. Necesitamos mantener la cabeza fría y pensar detenidamente en cuál será nuestro próximo movimiento.
—¿Pensar con claridad? —exclamé, apartando su mano de un manotazo, la frustración brotando de mí—. ¡No hay nada que pensar! ¡Todo está perdido!
Débora frunció el ceño, manifestando claramente que su paciencia estaba llegando al límite. —James, no seas tan exagerado —le dijo con una firmeza tranquila—. Hay formas de enfrentar esta situación. No dejes que Ana te observe en un estado de derrota.
Por mi parte, una intensa mezcla de frustración y desesperación me invadió. —¿Cómo pudo mi padre tomar una decisión así respecto a mí? —murmuré, casi en un susurro, más dirigido a mis pensamientos que a los presentes—. ¿Por qué confió en Ana y no en mí?
—Pero, tienes razón —respondí finalmente, tratando de que mi voz sonara más serena—. No puedo permitir que Ana se salga con la suya. Necesitamos buscar una estrategia que nos permita recuperar lo que nos pertenece.
Débora esbozó una sonrisa, complacida de notar que había recuperado parte del control que parecía haber perdido. —Así es, James. Si trabajamos en equipo, podremos enfrentar y superar esta situación.
Mientras tanto, María decidió retirarse con discreción, dejándonos a Débora y a mí a solas en el despacho que había sido desordenado y destrozado.
⪻ Pov María ⪼
Me apresuré hacia la cocina, donde rápidamente tomé el teléfono y marqué el número de la señora Rachel. Sentía cómo mi corazón latía con mucha fuerza mientras esperaba ansiosamente a que me contestara.
—¿Hola? —se escuchó la voz de la señora Rachel al otro lado de la línea.
—Señora Rachel, soy María —respondí, esforzándome por mantener la calma a pesar de la crisis que estaba viviendo—. El joven James se ha vuelto completamente loco. Ha destruido todo lo que encontraba a su paso en su despacho. No sé qué hacer, estoy muy preocupada.
—¿Qué ha sucedido exactamente, María? —preguntó la señora Rachel, percibiéndose en su voz una profunda preocupación.
—Es por la señora Ana —empecé a explicar, tratando de dar sentido a la preocupación que me invadía—. Siento que Débora no es una buena influencia. Hay algo en ella que me hace pensar que está envenenando la mente del jóven.
Al otro lado de la línea, la señora Rachel suspiró con pesadez, reflejando su propia inquietud. —Débora es como una piedra molesta en el zapato. Siempre ha sido una influencia negativa en la vida de los demás. ¿Qué es lo que está haciendo, exactamente?
—Está intentando calmar al joven James —respondí, notando que mi voz temblaba un poco—, pero parece que en lugar de ayudarlo, lo está empeorando. Él está muy enojado y frustrado, y no tengo idea de cómo ofrecerle mi apoyo.
—María, te pido que te mantengas tranquila —exclamó la señora Rachel, con un tono de voz que, aunque firme, destilaba comprensión—. James siempre ha actuado de manera impulsiva, pero no podemos permitir que esto se convierta en algo incontrolable. ¿Podrías quedarte cerca y estar atenta a lo que ocurre?
—Sí, señora —respondí con determinación—. Haré todo lo que esté a mi alcance para mantener la situación bajo control.
—Y, por favor, haz todo lo posible por mantener a Débora lejos de él —agregó la señora Rachel con cierta urgencia—. No quiero que ella lo influence aún más de lo que ya ha conseguido.
—Haré lo que pueda, señora —respondí, sintiendo una mezcla de alivio pero también una gran preocupación por la situación.
—Te agradezco mucho, María. Eres de gran ayuda en esto. Si sucede algo, no dudes en informarme de inmediato, ¿entendido?
—Sí, señora —contesté—. Me aseguraré de mantenerla informada en todo momento.
Dónde dejaste a la sanguijuela de la Débora ????!!!!
A sobarse pués 🤭
Nunca estuviste de acuerdo con ese matrimonio arreglado....
Espero las próximas líneas no sean de maldad desmedida y una mujer doliente, sumisa
ayyy Dëbora.... pobre de tï 🤭