Mirella, una joven de 21 años, hija de la empleada de la familia Morety, recién graduada como técnica en enfermería, se ve prácticamente obligada a cuidar de Valentim Morety, quien, tras un terrible accidente, decidió aislarse en su finca.
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Capítulo 5
Mirella llega a la mansión, busca a su madre en la cocina, pero no la ve, decide ir hasta la habitación, allí estaba la madre de Mirella acostada en su cama.
Mirella: ¡Mamá!
Joana: Hola hija -habla con una voz débil.
Mirella: ¿Qué te pasa?
Joana: Ay hija, necesito hablar contigo, no puedo ocultarte esto más - la mujer hace un esfuerzo para sentarse en la cama.
Mirella: ¿Qué pasa mamá?, estoy preocupada.
Joana: Mirella, estoy enferma hija.
Mirella: Pero, ¿qué te pasa mamá?, ¡habla por favor! -pregunta preocupada.
Joana: Tengo cáncer de mama.
Al oír aquello, Mirella se lleva las manos al rostro y empieza a llorar.
Joana: No te pongas así hija.
Mirella: ¿Por qué no me lo dijiste antes mamá? -habla entre lágrimas.
Joana: Para no preocuparte hija, estabas haciendo el curso y…
Mirella: Tenías que habérmelo dicho mamá.
Se abrazan y ambas se permiten el llanto.
Mirella: Necesitas hacer el tratamiento.
Joana: Sí hija, ya voy a empezar a hacerlo, pero, tú sabes que la sanidad pública no da mucha asistencia, tengo un dinero ahorrado, pero solo alcanza para la mitad del tratamiento en la privada.
Mirella: Mamá, ¿no guardaste el dinero?, me dijiste que tenías un buen dinero ahorrado.
Joana: Sí hija, pero lo doné al asilo, necesitaba hacerlo, el asilo necesitaba una reforma.
Mirella: ¡Dios mío mamá! No debiste hacerlo, no confío en la sanidad pública, necesitamos conseguir ese dinero.
Joana: No te preocupes por eso Mirella, lo haré por la sanidad pública, si es para que me cure, lo haré, pero si no…
Mirella: ¿Y si le pedimos al señor Morety?
Joana: No. No quiero Mirella, incluso porque, tengo miedo de que me despida por estar enferma.
Mirella: No cuesta intentarlo mamá.
Joana: No, Mirella. Solo te pido hija, quédate en la hacienda, no te enfrentes a esa familia, intenta quedarte allí, al menos tenemos un lugar.
Mirella: No quiero quedarme allí mamá, el señor Valentim es muy arrogante, insoportable.
Joana: Hija, ten paciencia, es normal que actúe así, mira como vive.
Mirella: Él no aprendió nada con el accidente, sigue siendo un cascarrabias.
Mirella está devastada por la enfermedad de su madre, jamás se esperaría una noticia así. Tras pasar todo el día con su madre, Mirella vuelve a la hacienda con los consejos de su madre.
Al llegar a la hacienda con los ojos hinchados de tanto llorar, Mirella es recibida por Lupita eufórica diciéndole que la novia de Valentim está allí.
Mirella: Tranquila Lupita, hablas sin pensar.
Lupita: La novia del tullido está en su habitación.
Mirella: Deja de llamarlo así Lupita, qué fea.
Lupita: Espera, ¿has estado llorando?, tienes los ojos hinchados.
Mirella y Lupita van a la cocina, allí, Mirella le cuenta todo a Lupita y Guadalupe, lo que está sucediendo con su madre.
Guadalupe: Lo siento mucho Mirella, pero mira, no te pongas así, ella va a mejorar.
Mirella: Entonces, ¿la novia va a dormir aquí hoy? Al menos no tendré que darle la medicina de madrugada, ya lo hará ella.
Guadalupe: No creo que ella duerma aquí, nunca lo ha hecho.
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...Con Valentim...
Valentim: ¿Duermes aquí hoy?
Micaela: No puedo mi amor, pero, prometo venir el fin de semana, pasaré algunos días aquí.
Valentim: ¿Seguro que cuando nos casemos te acostumbrarás aquí?
Micaela: Claro, pero nada nos impide vivir en una ciudad con más comodidades.
Valentim: No me iré de aquí, Micaela.
Micaela: Ok, no necesitas ponerte así. ¡Dios mío!, se acerca el día mi amor, lo quiero todo sencillo, nada de mucha gente.
Valentim: Sí, yo tampoco quiero mucha gente.
Valentim se distanció de todos sus amigos, vive una vida solitaria en la hacienda, lo peor es que cree que Micaela vivirá esa vida en la hacienda junto a él.
Valentim: Micaela, vamos a intentarlo una vez más, tengo ganas de tocarte.
Micaela: Ay no, Valentim, me siento mal con esto, tú... eres tú...
Valentim: ¡No sirvo para nada! ¡Mi pene ya no se levanta! -Valentim habla irritado.
Tras el accidente Valentim tiene muchas oscilaciones en relación a la (libido), a pesar de que Micaela no ayuda en este proceso, esto acaba haciendo que se ponga ansioso y perjudicando su desempeño sexual.
Micaela: Tranquilo Valentim, es cosa de tu cabeza, cuando nos casemos, será más tranquilo, podemos intentarlo con más calma.
Valentim: ¡Quiero tocarte Micaela! ¡Necesito follar como antes! O me volveré loco, no quiero ser un marido que no satisface a su propia mujer -Valentim habla impaciente.
Micaela: Lo haremos mucho mi amor, pero ahora tengo que irme, he quedado con mi madre para llevarla al cumpleaños de mi sobrina.
Micaela le da un beso a Valentim y se marcha.
Valentim se queda muy irritado, tira unos libros al suelo, está muy enfadado con toda esta situación que vive.
Micaela pasa por el porche y ve a Mirella sentada en un banco.
Micaela: ¿Tú no eres la hija de la empleada de la casa de mis suegros?
Mirella: Hola, sí.
Micaela: ¿Qué haces aquí?
Mirella: Vine para trabajar como enfermera del señor Valentim.
Micaela: Ah, creo que es bueno que le lleves un vaso de agua, está muy nervioso.
Micaela mira con desprecio a Mirella y se dirige a su coche.
Mirella decide ir a la habitación para ver si Valentim necesita algo.
Mirella: Con permiso, señor - Mirella habla aún en la puerta que está abierta.
Valentim: ¿Qué quieres? ¿Has venido a ver si el tullido necesita ayuda? -dice irritado.
Mirella: Sí, ¿no es ese mi trabajo? -dice con voz baja y tranquila.
Valentim: Lo que quiero no tienes la capacidad de hacerlo.
Mirella: Si está a mi alcance... -Mirella se encoge de hombros.
Valentim: ¿Tendrías el valor de quitarme esta vida miserable?
Mirella: ¡No! ¡Claro que no! -dice asustada.
Valentim, pasea por la habitación con su silla eléctrica, de espaldas a Mirella.
Valentim: Entonces no puedes ayudarme.
Mirella: La vida es un don de Dios, tantos que están luchando por ella en este momento... -Mirella acaba recordando la situación de su madre.
Valentim: Vivir en una silla de ruedas es un castigo, ser un inválido incapaz de hacer lo básico.
Mirella: Pero está vivo, donde hay vida hay esperanza.
Valentim: ¡No sabes lo que dices, muchacha!
Mirella: Señor Valentim, mire como son las cosas, usted con tanto dinero en una silla de ruedas, mi madre, con ganas de vivir dependiendo del dinero para tener un tratamiento que puede salvarle la vida. Y ella tiene confianza.
Valentim se gira hacia Mirella.
Valentim: ¿Qué tiene?
Mirella: Desafortunadamente, cáncer de mama - Mirella habla triste.
Valentim: Hay veces que morir es incluso lo mejor.
Mirella: No para mi madre, ella quiere vivir.
Valentim: Eso es lo que me parece extraño, a los pobres les gusta tanto vivir, incluso con una vida tan miserable.
Mirella: Señor Valentim, ¿podría prestarme una suma de dinero para que pueda pagar el tratamiento de mi madre?