Fernanda Salas, es una joven llena de optimismo, amante de la lectura y de la vida. Para ella no hay problema que no tenga solución, incluso cuando las cosas van mal en su vida, ella siempre mantiene una sonrisa.
Sin embargo, cuando es despedida de cada uno de los trabajos a los que aplica, ella no puede seguir siendo optimista, más cuando llega a la conclusion que la razón detras de sus despidos es el extremadamente guapo y frío CEO Max Hidalgo.
Fernanda deduce que aquel hombre guapo y rico quiere mantener una relación de sumisión con ella, tal como la de esos CEOs despiadados de las novelas webs.
Pero, ¿ella estará en lo correcto?, ¿será que sus desafortunados encuentros se deben a algún plan malévolo o solo serán casualidades del destino?
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Fernanda: ¡Estoy Acabada!
Desde que era pequeña entendí que no había nacido con la mejor suerte. Sabía muy bien a qué atenerme y siempre esperaba lo peor de cualquier situación, ya que cuando las cosas iban mal en mi vida solo tendían a empeorar. Pero, a pesar de esto, traté de vivir de la manera más positiva que pude. Incluso cuando perdí a mis padres en un incendio y mi hermana fue diagnosticada con leucemia, no me derrumbé, encerré todos esos sentimientos negativos en una caja y me concentré en buscar una solución, aunque lo único que deseaba era que todo el dolor termine. Pero en este momento, al menos por un segundo, no pude seguir siendo positiva.
¡Estoy acabada! He luchado tanto. No será mejor… Ahora, ¿qué..?
Sacudí la cabeza liberando mi mente de aquellos pensamientos y me concentré en lo que estaba a punto de pasar: Iba a ser despedida porque derramé café sobre algunos documentos importantes, mi jefe y su socio.
El ambiente dentro de la oficina era pesado, mis manos se sentían sudorosas. Me mordí el labio, mientras miraba a mi sensual jefe, que ahora se encontraba en un estado deplorable debido a mi torpeza, y luego al montón de documentos esparcidos por el suelo llenos de un agua turbia.
—¡Lo siento! —. Me disculpé por enésima vez, aunque sabía que estaba acabada sin opción a reivindicación. Podía prever que iba a ser despedida; lo más risible es que hoy era mi segundo día de trabajo. ¡Mi segundo día! — Lo lamento, no fue mi intención…
—Está despedida, Señorita. — me interrumpió Carlos, uno de los asistentes ejecutivos de Max Hidalgo, mi jefe. — El hecho de que haya derramado una taza de café sobre nuestro cliente, así como sobre nuestro jefe demuestra que usted no está capacitada para ser una de las asistentes del Sr. Hidalgo. Sabe siquiera cuánto dinero perdimos, no solo eso. ¡Podría haber ocasionado un gran desastre si el café hubiera estado caliente! Por favor, Srta. pasé por recursos humanos, su período de prueba termina ahora, muchas gracias por sus…
Dejé de escuchar mientras trataba de buscar una forma de darle la vuelta a esta situación. Intenté abrir la boca y explicarme. Pero, no había nada que explicar. Sabía muy bien que tenía la culpa. Era culpable. Después de todo, si no hubiera estado pensando en el libro que me trasnoche por leer, no hubiera hecho tremendo desastre. En mi defensa cuando ví a mi jefe sentado con esa pose, revisando algunos documentos, me fue imposible no pensar en el protagonista del libro que estaba leyendo.
¡Ay Dios! Esto no puede estar pasando.
Miré a mi jefe con tristeza, esperaba que él pudiera interceder por mí. Sin embargo, en cuanto noté su rostro serio, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. A pesar de él era un hombre extremadamente guapo, con su porte elegante, cabellera dorada y ojos azules parecidos al diamante. Sin embargo, tenía un aura demasiado helado y siniestra. No parecía ser alguien con el que se pudiera hablar libremente, no parecía ser fácil tratar con él.
Por lo que cuando vi sus ojos mirarme con frialdad, no pude evitar bajar la mirada con temor. Tenía la intuición de que si seguía insistiendo, no solo iba a ser despedida, sino que mi carrera y mi vida serían arruinadas; tal como lo harían esos CEOs despiadados de las novelas que tanto me gusta leer. Ya sabes, esos que son capaces de mandar a matar a sus enemigos, destruir a sus familias y hacer la vida de cualquiera un infierno con una sola llamada, todo esto mientras beben una copa de vino caro.
¡Oh, no! Eso no podía suceder. Es mejor desistir. No es como si fuera el único lugar que ofrecen trabajo, es más, hasta puedo ponerme algún puesto de comida.
—Está bien, muchas gracias por todo. Y de nuevo, lamento todo lo que pasó, no fue mi intención.
Tras decir aquello giré sobres mis talones y con mis tacones de más de diez centímetros me dirigí hacia el departamento de recursos humanos para proceder con todos los trámites correspondientes.
Algunos de los empleados con los que había hablado hace unos días me ofrecieron consuelo cuando se enteraron de que estaba despedida.
— Lo siento tanto, Fernanda. Ya te saldrá algo mejor — mencionó, Claudia la cual era una mujer de unos treinta y pico de años, alta con unos hermosos ojos verdes que me había ofrecido su amistad cuando nos conocimos en el mes que estuve yendo a las capacitaciones.
— Claro que sí, porque cuando una puerta se cierra otras se abren — respondí animada — Lo único que lamento es el salario, creo que en ningún otro lugar pagarán tan bien cómo aquí.
Claudia se rió ante mis palabras, luego coloco una tarjeta sobre mis manos. — Aunque no pagan tan bien cómo aquí, está es una empresa que le ofrece un montón de beneficios a sus empleados. El jefe de recursos humanos es mi hermano, así que hablaré con él para que te dé la oportunidad de postular a una de las plazas de trabajo que están abiertas. Sé que lograrás entrar. Eres una joven muy trabajadora e inteligente.
—Muchas gracias — le dije sonriente.
—No hay de qué, me saludas a Angélica, dile que este fin de semana le llevaré algunos obsequios.
—Mi hermana estará feliz de escuchar aquello, ha estado preguntado por ti todo este tiempo.
—Ya me lo imagino, bueno regresaré a mi trabajo antes de que se den cuenta.
—Deberías hacerlo si no quieres ser despedida— le dije en broma.
Claudia se rió ante mi autoburla, luego me abrazó de manera fugaz y salió corriendo como alma que lleva el diablo. Lo cual fue todo un espectáculo, ya que ella estaba usando unos tacones de más de 20 cm.
Lancé un suspiro y salí de la empresa que era una de las más prestigiosas a nivel nacional e internacional. Por lo que había sido mi primera opción cuando obtuve mi título universitario. Le di otra mirada antes de partir rumbo al hospital en dónde se encontraba recibiendo tratamiento mi hermana menor.